Capitulo 39

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Cuando Benjamín se despertó, no prestó atención a que sus amigos aún seguían durmiendo. Encendió la luz y se puso a buscar como loco algo que ponerse. Por ridículo que pareciera, no encontraba nada adecuado para ponerse y no tenía mucho donde elegir.

-¿Pero qué carajo te pasa? -refunfuñó Jorge, tirándole lo primero que llegó a su mano-.

-No me pasa nada -se quejó-. Y no me tires tus calcetines apestosos.

-Da gracias porque no te tiré los calzoncillos.

-Te quedarías pegado -intervino Marcos, riéndose-.

-Imbécil -le dijo Jorge. Miró de nuevo a Benjamín-. Ahora en serio, ¿qué te pasa?

-Te he dicho que nada -volviendo a rebuscar por el cajón donde tenía sus escasas pertenencias-.

-¡Oh, venga ya! Benjamín, nos has despertado porque estás buscando algo. Desembucha.

Benjamín suspiró y se giró para mirar a sus amigos. Debía recordar para la próxima vez no hacer tanto ruido.

-Estoy buscando una ropa adecuada.

-Adecuada para… -lo animó Jorge, incorporándose. Marcos puso los ojos en blanco-.

-Voy a llevar a Camila a donde enterraste a Jaime.

-¿Qué? -preguntaron los dos a la vez-.

-¿Qué me he perdido? -le preguntó Jorge-.

-Ayer por la noche quedamos para hablar y aclaramos todo.

-¿Cómo, cómo, cómo? -preguntó Marcos-.

-Necesitaba hablar con ella y le dijo que me gustaría aclarar las cosas. Ella acudió a la cita y pusimos las verdades sobre la mesa. Lo conté entonces todo lo que pasó con Jaime y quiere que la lleve al lugar. Conociéndola, aún no ha pasado su duelo y rezo porque confíe en mi palabra de que está allí enterrado. Supongo que tengo que ir con algo negro o, por lo menos, oscuro.

-Tienes que tener cuidado, Benja -le pidió Jorge-.

-Sí -concordó Marcos-. Aunque te sientas en deuda con ella, recuerda que aún estás enamorado y…

-Se lo dije también.

-Cómo que se lo dijiste.

-Le dije que aún la amo, pero que entendía que ella me odiara.

-¿A qué juegas, Benjamín? -le reprochó Jorge-. Sabes que lo vuestro acabó de la peor manera posible. ¡No puede intentar volver con ella!

-No he intentado volver con ella -se defendió-. Al contrario. Le dije lo que sentía porque estábamos confesando todo, pero le fui muy claro en cuanto a lo que pienso. Sé que no volveremos a estar juntos nunca más y, aunque me duela, lo tengo bastante asumido.

Marcos miró a Jorge, el cual se pasaba la palma de la mano por sus pelos revueltos.

Camila se despertó con una risa que estaba bastante cerca. En su oreja, diría. El movimiento en la cama y la nueva risita la ayudaron a identificar claramente al culpable. En menos de un segundo, se abalanzó sobre el pequeño, haciéndole cosquillas, mientras Carlitos no paraba de reír.

-¡Me rindo! -decía Carlitos-. ¡Me rindo!

-¡Ahora no vale rendirse! -le dijo Camila con una voz ronca-.

Carlitos gritaba y reía.

-¡Por fi! ¡Por fi!

Ya en el coche, Camila conducía hacia la carretera del sur, como Benjamín le indicó.

• El plan imperfecto || Benjamila •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora