Capitulo 40

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Un mes era el tiempo que habían decidido esperar, después atacarían el cuartel de A.S.G. Y ya había pasado una de las cuatro semanas.

Todos trabajaban duro y entrenaban. Se ejercitaba músculos y mente, en un intento de volver menos específicos a los miembros de O.A.S. y buscar los puntos fuertes de los que pertenecían a la A.N.E.

Camila se puso las mallas y un top cómoda antes de estar en el gimnasio para entrenar un poco. Le sorprendió ver que aquello estaba vacío. De pronto, en la sala de al lado se escucharon vítores y gritos incomprensibles. Con el ceño fruncido, fue a ver cuál era la causa del revuelo.

Era una pelea. ¿Boxeo? No, era taekwondo o karate. O algo que se le parecía. Eran Jorge y Carlos, que demostraban las distintas formas de reducir a un oponente.

-Está bien -intervino Benjamín cuando Carlos cayó al suelo de espaldas, inmovilizado-. Ahora me toca a mí. ¿Alguien que se ofrezca voluntario?

Su sonrisa arrogante iluminó la habitación. Camila levantó la ceja y observó cómo buscaba un rival al que "darle una paliza".

-Yo misma -gritó Camila, por encima del murmullo-.

-¿Qué? -le preguntó incrédulo Benjamín-. No pienso luchar contigo.

Camila borró la sonrisa de su cara, llena de rabia. Odiaba esa actitud en los hombres "Eres mujer" "No quiero hacerte daño" "Me voy a tener que dejar ganar".

Hombres, se creían superiores cuando se trataba de un combate. Camila pudo ver la sonrisa traviesa de Carlos y algunos más, que la conocían perfectamente y sabían por dónde iban sus pensamientos.

-¿Tienes miedo de mí, Rojas? -le dijo acercándose al centro del coro-. No pienso hacerte daño.

Los vítores y abucheos surgieron estrepitosamente en la sala.

-Podría lastimarte -refunfuñó él entre dientes-.

-No creo que me toques ni un pelo -le sonrió y se puso en posición-. Adelante, atácame.

-No lo pienso hacer.

-Está bien -le dijo ella volviendo a una posición normal. Se acercó a él-. Si no empiezas tú, lo hago yo.

Benjamín lo único que sintió fue una presión en el brazo y luego como su vientre daba contra el suelo. Camila le puso una rodilla en la espalda y sostuvo sus manos.

-No me subestimes, Benjamín -le susurró ella en el oído-. Te recuerdo que llevo desde los seis años aquí metida y sigo viva.

Él intentó soltarse y, cuando finalmente lo consiguió, era porque Camila lo había liberado para alejarse nuevamente de él.

Consternado, Benjamín se levantó y la miró. Luego sonrió, a pesar de los abucheos que estaba recibiendo. Camila lo miraba con una sonrisa burlona, esperando que él reaccionara.

Benjamín se acercó a ella y Camila levantó un brazo para bloquear el ataque de él. Empezaron a realizar una danza con puños y patadas en aquel coro expectante. Todos gritaban apoyando a aquel que pertenecía a su bando, pero Camila y Benjamín no prestaban atención a los gritos.

Roces, caricias escondidas, sonrisas...

Benja paró un golpe de Camila. Ella lanzó otro ataque, pero él logró pararlo. Benjamín intentó darle un puñetazo pero ella se agachó y el puño pasó sobre su cabeza.

Camila le pegó en el estómago y Benjamín masculló, mientras intentaba cubrirse de un nuevo ataque. Era muy buena, pero él también lo era y no le iba a dejar que ganara.

• El plan imperfecto || Benjamila •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora