Capitulo 38

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Camila abrió la puerta de la azotea a las nueve y dos segundos, según su reloj. Afuera, Benjamín estaba mirando las estrellas, rezando para que ella apareciera, hasta que escuchó la puerta. Sus ojos se encontraron.

-Has venido -susurró Benjamín, sonriéndole-.

-Me gusta saber la verdad -le respondió ella insignificante, levantando los hombros-.

-Lo sé. Sabía que vendrías.

Camila se acercó a la silla que estaba libre.
Benjamín había utilizado la mesa y las sillas que ella subió para el cumpleaños, pero la decoración carecía de romanticismo, cosa que agradeció enormemente. Aquello parecía más una reunión de negocios que una cita.

Con nerviosismo, aproximó su silla a la mesa. Aquello le iba a doler en lo más profundo de su corazón, pero necesitaba saber la verdad.

-¿Y bien? -lo animó ella-.

-Hablaremos mejor después de cenar.

-Prefiero hacerlo ahora.

Benjamín la miró. Suspiró y destapó los platos que había en la mesa.

El corazón de Camila se volvió a encoger, como tantas veces lo había hecho ya en esos días.

El recuerdo la inundó por completo: el solomillo con salsa de pimienta, la ensalada, la cerveza, la Coca-Cola y, como no, el mantel rojo con las dos velas blancas.

Cambió de idea totalmente, aquello sí era una cena romántica. Era claramente una réplica de su primera cita.

-Hace cuatro años que no comía solomillo con salsa de pimienta -dijo ella finalmente, con ironía y amargura-.

-Igual que yo -concordó él-.

-Parece ser que un mantel rojo va a ser siempre testigo de nuestros interrogatorios.

-Sin lugar a dudas, prefiero el que tuvimos hace cuatro años. Me resulta más fácil preguntarte qué edad tienes a por qué mataste a mi padre.

-¿Quieres que te responda ya a alguna de las dos?

-Creo saber las dos respuestas.

-¿Ah, sí?

-Sí. Tienes veinticuatro años y mataste a mi padre porque era una misión.

-¿Qué es lo que quieres aclarar entonces? -le preguntó mientras cogía una pinchada de ensalada-.

-Todo. Empezando por el principio.

-¿A qué principio te refieres? ¿Cuándo las organizaciones se separaron? ¿Cuándo vi como mis padres morían delante de mí y me lo tomé como algo personal? ¿Cuándo maté a tu padre? ¿O cuando tú decidiste enamorarme?

-Cuando tus padres y mi madre murieron.

-¿Tu madre? -preguntó ella, asombrada-.

-Murió también ese día, en ese enfrentamiento.

-No lo sabía -se lamentó ella-. De todas formas, ya te conté lo que me pasó.

-Olvídate lo que me contaste o lo que yo te dije en la iglesia. Quiero aclarar absolutamente todo.

-Está bien. Tú no estabas allí, así que supongo que me toca empezar a mí -dijo ella con pesar, a la vez que un escalofrío la recorría por completo-. Mis padres decidieron salirse de la A.N.E. para que yo pudiera tener una vida normal. No les gustaba este trabajo y no querían que yo lo heredara. Un día, después de cenar, corríamos a casa porque llovía mucho y cortábamos camino por todas las callejuelas. Hasta que en una de ella nos encontramos a un grupo de frente.

• El plan imperfecto || Benjamila •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora