Capitulo 9

293 19 26
                                    

A la mañana siguiente, Luisana despertó. Habían puesto un colchón al lado de la cama de Camila, para que ella durmiera. Miró a su amiga dormir. Camila la había regañado por la noche. Según ella, no le puede pedir a Felipe que la comprendiera si ella no era capaz de decirle la verdad. Todos sabían que Felipe tenía una gran obligación con el trabajo, por eso Camila quería compartir la responsabilidad, aunque eso decidió no decírselo a Luisana. Ya se lo diría Felipe.

Luisana despertó a Camila, pues se acordó que le dijo al rubio que esa mañana Camila trabajaría en la floristería. Además, así ella también se relajaba y evitaba que Felipe estuviera con ella mucho tiempo.

-Basta, Luly. No quiero subir.

-Por fi, Cami. Quiero desahogarme.

Camila suspiró y pegó un bote de la cama, sino se volvía a quedar dormía.

-¿Qué hora es? -le preguntó a Luisana mientras entraba en el baño-.

-Las ocho y media.

-¡Tan temprano!

-Alex ya está arriba desde hace una hora.

-Pues Alex está mal de la cabeza. Yo no.

-No seas quejica, Cami. Ahora desayunamos y subimos.

Camila prefirió no contestar. Porque su amiga estaba mal, sino iba a ser el vecino el que se iba a despertar a esa hora. Se vistió y se recogió una simple cola, total, tampoco iba a salir de allí. En la cocina, María preparaba unas tostadas.

-Buenos días, mis niñas, ¿quieren?

-Yo no -le dijo Cami-.

-Yo sí, estoy hambrienta.

-Por qué será... -se rió Camila-.

Luisana la miró para que se callara. Camila negó, le había prometido que se lo contaría a María, que segura sabría como actuar con su hijo. María las miró, las conocía demasiado bien como para no darse cuenta que tramaban algo.

-¿Me cuentan ya o voy a tener que sacárselo?

-Verás, Mary -miró a Camila pidiéndole ayuda-.

-Si quieres se lo digo yo, pero creo que es tu deber. Sé directa, Luly.

-Estoy embarazada -repitió la misma táctica que con Camila-.

-¡Oh, Dios mío! ¿En serio? ¡Dame un abrazo! -Luisana se acercó y la abrazó, pero María se retiró enseguida-.

-¿Qué te pasa? ¿No quieres tenerlo?

-¡Claro que sí! -se defendió-. Lo que me pasa es que aún no se lo dije a tu hijo.

-Entiendo. Tienes miedo -y miró a Camila-.

-¿Por qué me miras a mi?

-Felipe, al igual que tu, tenéis muy dentro vuestra que un bebé no es la mejor opción para unos espías.

-¿Lo ves? -casi gritó Luisana mirando a Camila-.

-Pero yo sí quiero que lo tenga.

-Y Felipe también querrá -mirando ahora a Luisana-. Pero el miedo está ahí.

-Yo también tengo miedo y es a mí la que me pasó. Si yo he aceptado encantada la llegada de este bebé, Felipe también debería.

-Tu, mi niña, eres una mujer con veinte años que tiene las hormonas revolucionadas. Tu instinto maternal está a flor de piel.

Camila tragó saliva. ¿Ella con instinto maternal? ¡Venga ya! Había escuchado bromas más buenas.

-Lulita, deberías de decírselo cuanto antes. La confianza es muy importante en la pareja.

• El plan imperfecto || Benjamila •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora