Capitulo 37

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El tráfico estaba realmente fluido. Camila miró por la ventanilla a una mujer llevando a su hija de la mano. Se quedaron atrás. Las buscó por el espejo lateral, pero no las consiguió ver otra vez.
El viaje fue en silencio. Nadie se atrevía a hablar. Carlos redujo la velocidad, pero igualmente pasaron de largo de aquellos almacenes abandonados.

-He visto las dos cámaras de la entrada -dijo Camila-.

-También estaba la del edificio de enfrente -concordó Benjamín-.

-Tres, entonces, como indicaba el plano -dijo Carlos-.

Giró a la derecha y aparcó a unos doscientos metros aproximadamente en una calle oscura y alejada de las grandes avenidas.

Los cinco bajaron del coche.

-Todos lleváis el NIM, ¿verdad? -preguntó Camila-.

El NIM era un aparato multiusos, formado por Navegador, Internet y Móvil. La A.N.E. lo creó hacía un par de años y lo habían ido modificando. Ahora, esas tres funciones no eran las únicas que tenía el NIM, pero le mantuvieron el nombre.

-Tenéis el mapa del lugar dentro y os vibrará si os acercáis demasiado al campo de visión de alguna cámara -continuó-. También lo hará con los sensores. Os avisará de las personas que haya a vuestro alrededor.

Todos asintieron. Les habían explicado a Jorge y a Benjamín el mecanismo antes de salir, que eran los únicos que nunca habían manejado ese instrumento.

Fueron hacia el edificio y, con mucho cuidado con las cámaras, entraron dentro por la trampilla que había en la parte de atrás.

Un almacén. Aquello estaba lleno de cajas de todos los tamaños y materiales. Algunas de cartón, otras de maderas, otras de metal. Pequeñas y grandes. Cuadradas y rectangulares.

Se dividieron para inspeccionar el lugar.

Benjamín entró por un pasillo que, según el NIM tenía forma de U. Giró a la derecha y se encontró una cámara de frente. ¡Joder! Pegó un salto para atrás, volviendo a la otra parte del pasillo. Esa cámara no estaba recogida en el NIM. Con sigilo, se asomó de nuevo.

Conocía ese modelo de cámara. Tenía una pequeña luz abajo que se encendía cuando detectaba algo. No estaba encendida la luz roja delatora. La velocidad de giro era elevada, pero permanecía cinco segundos quieta en los extremos, cada uno apuntando a un palo distinto de aquella U.
¿Por qué estaba allí esa cámara? ¿Qué estaba vigilando?

Calculó los metros que había en ese tramo del pasillo y sí, podría llegar hasta situarse bajo la cámara, que era uno de sus puntos muertos.

La cámara empezó a girar y Benjamín salió corriendo. Respiró cuando llegó a la esquina, justo a tiempo para que la cámara no lo cogiera.

Una puerta era lo único que había al final del pasillo. ¿Qué había detrás de esa puerta? Miró en el mapa del NIM. Una habitación solamente. Era pequeña y sin ventanas.

-¿Benjamín? -escuchó un susurro al final del pasillo-.

No provenía de la puerta, sino del extremo que acababa de dejar atrás. Camila estaba asomada, observándolo.

-¡Escóndete! -le gritó-.

La cámara empezó a girar y en menos de un segundo ya estaba apuntando hacia donde estaba Camila. Pero ella ya no estaba.

El NIM de Benjamín vibró.

«¿Qué pasa?» le preguntó Camila.

Escribió la respuesta y la mandó:

• El plan imperfecto || Benjamila •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora