Capitulo 19

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Cuando por fin salió la enfermera y les informó que ya el bebé había nacido, todos se alegraron y se relajaron.

Camila fue la primera en entrar a la habitación cuando pasaron a Luisana a planta. Felipe le advirtió que guardara silencio, porque Luisana estaba bastante cansada y debilitada.

Cuando por fin trajeron al bebé, todos se sonrieron y miraron a la hermosa criatura que traían. Colocaron la cuna al lado de su madre y la enfermera pidió que no hablaran muy fuerte.
Camila contempló, al igual que Felipe, la nueva vida, embobados.

-Son iguales -susurró Luisana-.

-Totalmente -se rió Benjamín en un susurro-.

-Es precioso -dijo Camila maravillada-.

-Se parece a mí -sonrió Felipe-.

-Qué más quisieras tú -se rió Camila-.

-En serio, tiene mi nariz.

-Déjalo, Felipe -le dijo Benjamín-, tu prima es la persona más testaruda que he encontrado en mi vida.

-¿Y no lo podemos coger?

-No, estarse quietos -les regañó Luisana-.

Todos se rieron.

Jaime sintió como la furgoneta se paraba. Los cristales de la parte posterior estaban blanqueados y no dejaba ver nada a través de ellos, solo entraba luz.

Sus dos acompañantes se bajaron del coche y las puertas traseras se abrieron. Enseguida lo cogieron sin poder él reaccionar. Estaban en un parking repleto de coches. No podía creer que lo hubieran llevado a algún lugar público. Cogió aire para gritar en el momento en el que viera a cualquier persona. Cuando lo cogieron en peso no pudo defenderse. Se retorció de dolor por culpa de las quemaduras, pero sus enemigos aumentaron en número y se lo llevaron a algún sitio que prefería no visitar.

-Tráiganlo por aquí -escuchó-.

Jaime se intentó girar y buscar al propietario de esa voz. Estaba convencido que lo conocía. Le sonaba de algo.

-Tú... -susurró cuando sus ojos se cruzaron con Jorge-.

Jorge lo ignoró y condujo al grupo de hombres que lo transportaba.

-Evitad que la luz del sol le de directamente en la piel.

-No pudimos hacer nada por evitar que pisara una de las bombas -le informó uno-.

-No pasa nada. Así nos ahorraremos matarlo nosotros mismos.

Jaime se mordió la lengua, no sabía ya si por causa del dolor o de la rabia. El roce e incluso el mismo aire estaban haciendo que su piel empeorara por momentos.

Uno de los miembros de la O.A.S. abrió una puerta y todos entraron, llevándolo a él. Unos cuantos se fueron para un extremo de la sala mientras el resto lo colocaba sobre la cama.

Jorge se había quedado fuera, cogió su móvil y llamó a Benjamín.

Este estaba en la habitación sentado en una silla, con Camila sentada sobre su regazo, mientras hablaban del bebé. Su móvil empezó a sonar y sonrió.

-Es Jorge.

-Está muy nervioso -dijo Camila y le cogió el móvil, descolgándolo ella misma-. ¡Hola, Jorge!

-Hola, Cami -su voz sonó bastante apagada y seria-. ¿Está Benja?

-Sí -frunciendo el ceño-. Ahora te lo paso -y le dio el aparato a su novio-. Está muy raro.

-¿Jorge? -dijo Benjamín, cogiendo el móvil-.

-Es Jaime, Benja.

Benjamín no supo que cara había puesto, pero por la expresión que puso Camila, tendría que estar como mínimo pálido.

• El plan imperfecto || Benjamila •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora