Young but I'm not that bold

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La fuerte luz del día le estaba molestando y no era lo único, estaba sobre una superficie dura que definitivamente no era una cama y su espalda le dolería como el infierno; abrir los ojos fue un error pues la resplandeciente luz del sol lo cegó por unos segundos.

—Puta madre. —Se quejó por lo bajo mientras cubría su vista de nuevo.

Un fuerte dolor de cabeza y cuerpo, sensibilidad a la luz, definitivamente estaba crudo pero esa no era ni de lejos la mayor de sus preocupaciones, así que tuvo que incorporarse lentamente de donde se que estuviera recostado y buscar dónde estaba y dónde estaban los otros dos, dándose con la sorpresa de que había dormido una banca de una plaza, pudo ser peor.

—¿Kevin? ¿Julián? —Se veía como idiota llamándoles como si estuvieran muy cerca suyo.

—Tu pinche madre, Diego, déjame dormir. —Un quejido de Kevin le hizo sentirse menos pendejo, miró a todos lados y no lo veía. —Abajo de la banca.

—¿Qué haces ahí abajo? Estamos en una plaza, hay un chingo de bancas.

—¿Y tú crees que anoche yo iba a tomar una decisión coherente?

—No lo sé, ni siquiera recuerdo qué pasó ayer...

Estaban en tantos problemas ahora mismo, de última sería un milagro seguir en la ciudad pero no era así, el clima no era parecido, este era mucho más bochornoso, además de que se podía respirar aire mucho más limpio.

—Un problema a la vez. —Kevin salió de debajo de la banca y se quedó sentado en el piso. —¿Y Julián?

—Allá está o un vago robó su ropa. —Señaló a un área verde dentro de la plaza que estaba cerca de ellos. —Voy por él, ¿traes varo todavía?

—Sí... ¿maruchan? —Habían pasado por eso más de una vez.

—Ya sabes de cuál, tráele una a aquel wey también.

Kevin asintió y se levantó con algo de dificultad para buscar una tienda, Diego igualmente fue hacia el Alfa argentino que por suerte aún respiraba, lo sacudió un poco.

—Despierta o Maradona no te traerá regalos este año. —Decía el Omega, el Alfa se removió con pesadez de su lugar, igualmente con una resaca que le hacía querer arrancarse la cabeza.

—¿Qué...?

—No lo sabemos, ni dónde estamos pero eso será preocupación después de cursémosla, levántate.

—¿Curarnos qué cosa? —Preguntó un muy confundido argentino, ¿tan mal se pusieron anoche que ahora debían ir con un doctor o algo?

—La cruda, la resaca, quitárnosla y si vas a vomitar que sea ya, ahí hay un bote de basura. —Señaló al cubo que milagrosamente no estaba desbordando de desechos.

Julián ciertamente no podía poner oposición, estaba adolorido pero por sobre todo, aterrado; sus padres lo matarían... no, su padre lo mataría y probablemente Guillermo lo terminaría de rematar junto a los otros dos Omegas; se levantó y estaba dispuesto a seguir a Diego pero su estómago junto con el dolor de cabeza le pudieron más y fue corriendo hacia el bote de basura seguido por el otro.

—Estamos en un pedote. —Fue lo único que dijo el Omega mientras palmeaba la espalda del argentino.

Pasados los minutos Kevin había regresado con las sopas y se sentaron en otra banca prácticamente para devorar aquello y al argentino poco o nada le importó lo picante que fuera, ¿cuánto tiempo estaban sin comer?

—¿Traen pila en el cel? —Preguntó el mayor cuando se terminó aquella sopa, sintiéndose considerablemente mejor. —El mío está muerto.

Revisaron. —Muy poca, pero tengo un chingo de llamadas del tío Andrés, Chicharito, Lozano... y no quiero ni revisar las de mi papá. —Diego hizo una mueca para después mirar a Julián. —¿Y tú?

KevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora