No entendía cómo tres niños pudieron correr y esconderse tan rápido cuando él prácticamente salió disparado hacia donde se habían ido, buscó con su mirada en todos los lugares que pudo y un sentimiento de pánico se instauró en él cuando no vio rastro de sus hijos.
Estaba a punto de salir del restaurante a seguir con su búsqueda pero una voz a sus espaldas detuvo.
—Señor...
Guillermo volteó a ver a la chica Beta con sus ojos brillantes de esperanza y desesperación. —¿Mis hijos? ¿Dónde están?
—Un compañero los encontró y los llevó cerca de la cocina, por aquí. —Lo guió hacia donde los cachorros estaban escondidos detrás de un Omega que lucía nervioso, al notar la presencia de Guillermo palideció aún más.
—Lo siento mucho... —Balbuceó bajo la seria mirada. —No dejé que salieran pero ahora, uh...
El Alfa no sabía qué hacer, no quería agredir de alguna manera a aquel chico y asustar a sus hijos, pero para su buena y mala fortuna escuchó pasos detrás suyo y esperaba con todas sus fuerzas que se tratara de Lionel.
Al voltear se encontró con las fruncidas cejas de su esposo que no dejaba de ver a sus hijos siendo protegidos por otro Omega, cosa que no le gustó en absoluto y fue peor al notar que Guillermo no había hecho nada para detener aquello.
—Lucciana, Ciro, Thiago. —Llamó Lionel en un tono que pocas veces su Alfa había escuchado, los trillizos lo vieron al borde de las lágrimas. —Vengan conmigo, ahora.
Los menores tuvieron que obedecer y el otro Omega no se opuso, no tenía ni quería derecho alguno sobre esos niños. Suficiente era con sentir la asesina mirada del argentino sobre él.
Lionel los abrazó e impregnó de su aroma de manera más posesiva que protectora, se fue alejando con sus niños y el Alfa solo le pidió disculpas al chico en voz baja por lo que acababa de suceder.
Siguió a su Omega, que había llevado a sus hijos afuera para que se relajaran, no podía ni sabía qué hacer pero cuando vio que Lionel estaba temblando porque no llevaba puesto algún suéter para el frío, él de inmediato se quitó su chaqueta y la colocó por sobre los hombros de su pareja como una ofrenda de paz que el otro aceptó de inmediato.
—Váyanse a casa. —Pidió Guillermo con delicadeza, el Omega lo miró con pocas ganas de hacerlo. —Por favor, no quiero que se alteren más aquí... llegaré con los demás después.
—¿Llamarás a alguien para que venga por nosotros?
—Ni tú ni los niños se quieren separar ahora, creo que será lo mejor.
—Pediré que nos lleven a la otra casa, ¿está bien?
—Leo-
—Nuestros hijos están heridos... todos ellos. —Remarcó Lionel al borde de las lágrimas. —Quiero que todos se relajen antes de hablar bien las cosas, y no lo harán si los seis se quedan en el mismo lugar.
Guillermo no sentía mucho ánimo por ese plan pero su Omega tenía razón, dejar a sus seis hijos juntos no era algo prudente y aunque deseaba poder abrazar a su pareja y a sus niños toda la noche, los otros tres también lo necesitaban.
—Llamaré a alguien, avísame cuando lleguen y después de llevar a los otros iré con ustedes, creo que debo darles su espacio. —Accedió el mayor al final.
Los trillizos se habían mantenido en silencio escuchando toda la conversación, pero les parecía extraño a sus padres que no lloraran, solamente lucían abatidos; no habían soltado a Lionel en todo ese rato.
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Kevin
Fiksi Penggemar•͈ ┈─ How can we not talk about family when family's all that we got? Guillermo es un hombre solitario, con un único brillo en su vida el cual no cambiaría por nada en ella. Su razón de ser y esforzarse fue lo mismo que lo privó de d...