Some things you just can't refuse

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El tiempo no avanzaba ni tan lento ni tan rápido como él quisiera, pero con algunas dificultades consiguió sobrevivir poco más de tres semanas sin su Alfa, jugar bien y sobre todo no levantar más sospechas de las que debería; a diferencia de Guillermo, él tuvo la confianza de contarle a Sergio y a su director sobre la marca una vez que vieron su increíble desempeño en un partido, así que el Omega parecía estar bien con eso dentro de lo que cabía.

Claro que a la hora de estar en el hotel no dejaba de usar los jerseys de Ochoa y fue tanto su deseo por su Alfa que hasta se trajo la almohada que el mayor siempre utilizaba; estaba necesitado en todo sentido posible, las llamadas y videollamadas no le eran suficientes.

Acariciaba su marca con frecuencia cuando estaba solo y dejaba de ocultarla, no dolía, pero desearía tener al causante de la misma a su lado.

Y ese era su caso actual, estaba esperando la llamada de Guillermo ya que en ningún día le había fallado, y hasta que sonó su celular y al ver de quien se trataba no dudó en responder.

—¿Hola? ¿Leo? —Y ahí estaba esa hermosa voz.

—Guille. —Respondió emocionado. —¿Cómo estás? ¿Y los cachorros?

Yo también te extraño Leo, —dijo con suavidad —y todo bien por acá, no sé dónde se habrán metido aquellos weyes después del partido pero les diré que les mandas saludos.

Lionel frunció sus labios, esperaba poder hablar con ellos. —Vi cómo quedaron, todos en las noticias dicen que jugaron muy bien...

Si hubieras visto a tus hijos, parecían bastante decididos a golear a los portugueses. —Comentó con el orgullo hasta el tope. —¿Y Julián? Hace días no hablo con él.

—El nene es joven y le gusta andar de turista, como cuando salían los tres allá en México.

Así están Kevin y Diego, aunque andan más controlados últimamente, con suerte y ya están madurando.

—Porque vos ya los estás dejando crecer.

Leo, no sigas o voy a llorar. —Dramatizó, sacándole una risa al Omega.

—Dale, que luego hacemos llamada con los nenes aquí, mejor decime más detalles del partido.

Quieres saber cómo atajé algunas de Cristiano, ¿verdad?

—Si lo dices así suena feo, yo solo me quiero enorgullecer de mí Alfa y mis cachorros. —Dijo un tanto ofendido.

Eres un cabroncito cuando quieres.

Ambos rieron. Estuvieron hablando por un buen rato pero había algo que mantenía intranquilo a Guillermo.

—¿Y ya no te has sentido mal? He visto que juegas muy bien pero no quiero que te fuerces y termines lastimándote.

El menor ronroneó contento por la preocupación de su Alfa. —He estado mejor, quizás solo fue por la marca que me puse así, pero estoy bien, en verdad.

Mentira, no había estado bien y era por una situación completamente ajena al Alfa aparentemente, se sentía con dolor de cabeza casi todas las noches y hace una semana regresó todo su desayuno y terminó en cama hasta casi media tarde.

—Ya veo... pero mira el lado bueno, en menos de una semana estaremos juntos de nuevo, solo tú y yo... —Sugirió de manera lenta. —Podríamos tomarnos unas vacaciones, sin hijos, solamente mi bonito Omega y yo.

Lionel se emocionó con la sola idea, quería sugerirle lugares al mayor, fechas, cosas qué hacer pero antes de siquiera poder responderle sintió su traicionero estómago actuando.

KevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora