Speeding together down in the dark avenues

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—Leo... esto no es necesario... —Recordaba Guillermo con una sonrisa.

—Silencio. —Cortó el menor y el otro no puso resistencia ni podía quejarse mucho con lo que estaba pasando.

Lo que sucedía era simple, el Omega estaba besando el rostro del mayor, cada parte de él que sus labios pudieran alcanzar a delinear; el detalle era que seguían en un lugar público y pese a que por la hora difícilmente habrían personas por ahí no quería llevarse una sorpresa.

—A mí nunca me retes, Guille. —Comentó Leo dando un casto beso sobre los labios del mayor en señal de que ya había terminado su recorrido.

¿Qué había sucedido? Después de cenar quisieron darse un paseo por el lugar y llegaron a una conversación de besos nuevamente desviándose de su plática sobre la comida, Messi comentando que podía besar todo el rostro del mayor y que nunca se cansaría y Guillermo molestándolo con que no podría.

Al final el Omega lo sentó en una banca que estaba por ahí y se colocó a horcajadas suyo para cumplir con lo dicho.

—Está bien, está bien, veo que también puedes ser un poco necio. —Respondió el Alfa pasando sus brazos por la cintura del argentino. —Pero eso me gusta.

—Me volvés loco, Guille, no me pidas no querer besarte todo el tiempo. —Terminó por pegar su frente a la del Alfa, cerrando sus ojos y aspirando de su aroma.

—No podría pedirte eso... —Ante la acción del menor, también cerró sus ojos y disfrutó de ese adorable momento que estaban teniendo. —Sabes, entre todas las salidas o citas que he tenido en mi vida, las que llevo contigo han sido las mejores de todas...

—Puedo decir lo mismo de vos. —Una risa escapó de los labios del Alfa. —¿Qué?

—Vamos, no hemos tenido malas experiencias juntos... ¿pero me vas a decir que las mejores citas del gran y sobre todo, codiciado Lionel Messi han ocurrido aquí en México, y conmigo? —Guillermo no quería quitarse crédito, desde su punto de vista había llevado bien las cosas con el menor pero era difícil de creer lo que le había dicho.

—Bobo. —Messi le dio un suave golpe al hombro. —Es difícil, pero vos me querés a mí, a Leo, no solo al jugador o peor aún al Omega... y me respetas, respetas a mi cachorro, eso es algo que ningún otro haría...

—¿Has tenido... malas experiencias con eso? —Murmuró el mayor.

—No fue mala, pero sí que fue decepcionante. —Recordó con una débil sonrisa. —No lo puedo culpar, fue algo instintivo en ambos, ya nada iba a salir bien de ahí.

—¿Qué pasó? Si puedo saber, claro.

—Guille, decime la verdad, ¿cuántos son los Alfas que aceptan Omegas que ya tienen cachorros? —El menor se mostraba algo triste contando eso. —He sabido de que, cuando aún son unos nenes los... ellos los...

—Shh, lo sé, lo sé. —Calmó de inmediato el mayor, abrazándolo con más fuerza pero algo lo alarmó. —¿Le hizo algo a Julián?

Inconscientemente las feromonas de Ochoa salieron en señal de amenaza y protección pero el Omega se vio casi acurrucado con ellas.

—No, no pasó nada nunca... simplemente cuando supo de él todo, bueno, todo se fue al carajo, cambiaron demasiado las cosas luego de que le dijera de él, supongo que si le hubiera dicho que no es biológicamente mío no hubiera habido tanto problema...

—¿No se lo dijiste? Vaya...

—¿Vos qué hubieras hecho? No podía decirle que era adoptado o él pudo pensar que yo no puedo-

KevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora