Baby mine

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Era de esos días en los que Guillermo no sabía qué hacer, no estaba inquieto, sino que considerablemente aburrido.

Lionel había viajado a Argentina y aunque le invitó a acompañarle el mayor se negó, los trillizos tenían que asistir a sus clases y actividades extra, sumado a que le dieron vacaciones a su niñera.

Así que esta vez Ochoa se quedó cuidando a sus cachorros.

Su casa nunca había estado tan silenciosa desde que llegó Messi a su vida; para bien o para mal, aún cuando sus hijos estaban en la escuela la pareja mantenía ese lugar con vida y ahora el Alfa no sabía qué hacer, su Omega se fue solo por dos semanas, apenas había pasado una y Guillermo ya terminó el libro que tenía pendiente.

Solo esperaba el momento para ir por sus niños a su colegio, llegar a comer con ellos y volver a salir, aventando a uno a cada una de sus respectivas actividades siendo ese quizás el momento en el que los trillizos más se separaban.

Ciro practicaba natación, Thiago artes marciales mixtas. Tuvieron que encontrar actividades lo suficientemente desgastantes para sus cachorros que seguían siendo demasiado hiperactivos a veces.

Y Lucciana fue quien siguió el camino de sus padres, aunque aún no se decidía en la posición pero disfrutaba demasiado ir a jugar fútbol, más que a la escuela.

—Debimos adoptar a ese perro... —Masculló cuando estaba sentado en la sala viendo la televisión con desinterés. —Podría sacarlo a pasear en lugar de estar aquí haciéndome wey, pero Don pendejo no quiso porque "es demasiada responsabilidad para unos niños" aunque yo terminaría cuidándolo y-

Interrumpió su discusión con él mismo cuando su celular sonó, no revisó y notó que era una videollamada de su Omega, sonrió y respondió.

—Leo...

¡Guille! —La radiante sonrisa del menor le provocó un suspiro enternecedor.

Algunas cosas nunca cambiarían.

—¿Cómo estás, amor? ¿Qué tal están mis suegros?

Todo bien acá, querían ver a los cachorros. —Le dio una acusadora mirada a su Alfa. —¿Cómo están ustedes? ¿Y mis nenes? ¿Vos estabas hablando solo otra vez?

—Ya te dije que iríamos en vacaciones, pero no quiero que los niños se atrasen con sus chambas acá en la escuela. —Aclaró en su defensa. —Y los cachorros están bien, en un rato ya iré por ellos y después a volver a repartirlos. —Vio el adorable puchero de su Omega, sabía que los extrañaba. —Y ya párale, por una vez que me cachaste hablando solo ya piensas que es algo de a diario.

Se escuchó una risita. —Ya... te llamé para ver si ya estarías con ellos pero veo que no es así, decile a mis niños que los extraño mucho, estar sin ellos es peor de lo que recordaba.

Guillermo lo miró algo ofendido. —¿Y a mí? ¿No extrañas a tu Alfa, amor de tu vida, esposo y lo mejor que te pasó en la vida?

Respecto a lo último, no veo que vos tengas la cara de la copa. —Mordió su labio reteniendo su risa al ver el ceño fruncido del mayor.

—Me caes tan gordo.

Sos el rey del drama... a vos también te extraño, Guille, pero es una tortura diferente... —Desvió su mirada. —Es raro, antes estábamos meses lejos pero me acostumbré demasiado a estar con vos en los últimos años.

—Ow, Leo... créeme que me estoy arrepintiendo de no haber ido contigo, pero regresarás la siguiente semana ya, amor, ¿o estás muy aburrido allá?

Ahora lo estoy, mis viejos salieron al médico, quise llevarlos pero vos sabés... —Suspiró. —Después de que cortemos esto no sé qué haré.

KevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora