Me and my husband, we are doing better

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Nada como despertar y sentir la calidez natural de su Omega junto con sus cachorros de casi dos años, no tenía precedentes y es algo que desearía poder repetir siempre; los bebés no dormían siempre con ellos, apenas el Omega les había destetado empezaron a dejar que se quedaran en su propio cuarto pero anoche Guillermo no pudo resistirse dejar a sus hijos dormir entre él y su esposo.

Abrió sus ojos con lentitud y miraba el pacífico rostro de su cachorro Thiago aún dormido, ojalá fuera así de tranquilo siempre pero no corrían con tanta suerte y su hijo era difícil de calmar en algunas ocasiones, pero no lo cambiaría por nada, a ninguno de ellos; acarició suavemente la mejilla del cachorro despertándole poco a poco.

—Buenos días, pequeño. —Susurró, el pequeño miraba a su padre muy atento; los otros dos y el Omega aún no despertaban. —¿Te parece ir a hacerle el desayuno a tu padre y hermanos? —Sugirió, igual se lo iba a llevar.

Se levantó con lentitud de la cama y tomó al cachorro entre sus brazos para salir en silencio del cuarto, primero calentaría algo de leche para su hijito y para él un café, lo demás probablemente lo improvisaría.

Dejó a Thiago en una de las sillas para bebés que había en su cocina y siguió en lo suyo bajo la atenta mirada del cachorro quien pasados los minutos empezó a estirar un poco sus bracitos hacia el Alfa pidiendo ser levantado de nuevo.

Guillermo volteó a ver a su pequeño, con biberón en manos ya y le sonrió. —Muy bien, muy bien, ven acá. —Dejó la botella en la encimera de la cocina y levantó a su hijo para luego acercarle el biberón a su boca, este bebía gustoso. —Eres un tragón.

El nene por razones más que obvias no reaccionó a la mirada de su padre, quien le dejó el biberón en sus manos y él buscó su taza de café. —Bebe bien, cachorro, porque en lo que pienso qué hacerles de desayunar no habrá más comida.

Regresó al pequeño a su silla y este seguía enfocado en terminarse el biberón, el Alfa aprovechó para indagar en el refrigerador y alacena.

Una media hora después ya tenía todo listo pero el resto de su familia aún no se levantaba, cuando volteó a ver a su hijo que hace rato terminó su leche llevó sus manos a cada lado de su cintura.

—¿Vas tú por ellos o voy yo? —El bebé le hizo una trompetilla. —Solo por eso iremos los dos.

Decretó levantando al bebé de su sillita para subir las escaleras e ir a la habitación que compartía con su marido, al llegar se encontró con que su Omega ya había despertado, junto a Ciro, la única que faltaba en despertar era Lucciana.

—Buenos días. —Saludó un contento Alfa, se acercó a dejar un beso en la coronilla de su Omega. —¿Cómo durmieron?

—La que mejor está durmiendo es tu hija. —Dijo con un resoplido. —¿Por qué Thiago y vos se fueron?

—¿Mi hija? El que la tuvo meses en la panza fuiste tú. —Arqueó su ceja mientras dejaba a su cachorro en la cama. —Y tu hijo despertó junto conmigo, no quería que los despertara así que me acompañó mientras hacía el desayuno.

—Exacto, yo los llevé por casi ocho meses como para que terminaran idénticos a vos. —El Omega nunca terminaría de perdonar eso.

—No seas exagerado, Thiago no se parece en casi nada a mí, uno de tres no está tan mal. —Guillermo le sonrió al argentino. —¿El desayuno hará que dejes de estar de gruñón?

—Lo siento, Ciro se movió demasiado anoche, no me dejó dormir bien.

—¿Y por qué no me lo dijiste? Te hubiera pasado a Thiago, él es muy tranquilo para dormir.

KevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora