These friends keep talkin' way too much

4.5K 744 482
                                    

Por supuesto que Guillermo y Lionel no sabían que sus compañeros tomaron un vuelo después que ellos, así que iban con la cabeza totalmente fría a hablar con sus hijos, esperando que hayan obedecido al no moverse de donde estaban si es que estaban en una ciudad y los cachorros por puro milagro estaban en la capital del estado, aunque aún todos se preguntaban cómo es que acabaron ahí.

Ambos padres iban molestos pero más con ellos mismos, si habían quienes tuvieran más culpa en todo eso eran ellos por concentrarse en el otro y olvidarse por completo de sus hijos y confiando estúpidamente en que se comportarían y que quizás lo peor que harían sería llegar muy tarde a casa, no perderse hasta el sur del país.

Guillermo era el más inquieto, se preguntaba cómo lo recibirían sus niños y si es que podía seguirles diciendo así; una cosa había sido enojarse y otra usar su voz de mando, cosa que en la vida había hecho con los cachorros o alguien de su familia, ellos estarían en su derecho de odiarlo.

El Omega iba recargado en su hombro, podía oler toda la angustia en el mayor. —Guille... —Llamó suavemente.

—¿Sí?

—¿Qué piensas?

—¿En qué pienso? No dejo de pensar en mis hijos, fui un pendejo con ellos, desde el momento en que les empecé a gritar.

—Lo fuiste. —Empezó a decir el Omega. —Entiendo que lo que hicieron es casi imperdonable, de verdad lo entiendo y no quiero que vos pienses que los voy a solapar porque probablemente también hubiera terminando gritándoles pero... —Suspiró, no sabía si decírselo o no.

—¿Qué estás queriendo decir?

—Seamos lo que seamos vos y yo, si volvés a usar tu voz de mando con nuestros cachorros en mi presencia me voy a enojar yo esta vez, Guillermo, sé que tenés problemas para controlarte a veces y también lo entiendo, pero no podés gritarle a los niños así. —Sentenció, gracias a su tono y por cómo le llamó el Alfa supo que iba en serio, y cómo no si el Omega estaba cerca suyo cuando habló de esa manera y pudo ver como él se vio afectado pese a que la orden no fue para Leo.

—Lo entiendo, y te prometo que no volverá a suceder. —Aseguró y era algo que iba a cumplir, aunque hubo algo en lo que dijo el Omega que enterneció su corazón. —Leo...

—Dime.

—¿Nuestros cachorros? —Preguntó con una sonrisa, el menor se sonrojó y escondió su rostro en el pecho del Alfa. —Eres adorable.

—Cállate.

Ochoa rió y acarició el cabello del Omega, faltaba todavía media hora para que llegaran, pero el tiempo se estaba yendo demasiado lento para el Alfa.

[ ... ]

Mientras que en un vuelo que apenas iba despegando iban tres jugadores de la selección argentina y dos de la mexicana, les fue algo complicado pues en el aeropuerto no pasaron disimulados a diferencia de los otros dos, casi perdieron el vuelo pero por suerte nada sucedió.

Ya en sus asientos y lejos de la gente, ahora sí podían ponerse al día.

—¿Quién de ustedes sabía lo de Memo y Messi? —Andrés fue el primero en hablar hacia los otros cuatro.

—Nosotros no sabíamos nada más que se la ha pasado re distraído desde el partido que tuvimos. —Respondió Di María.

—¿Y vos cómo vas a saber eso si apenas y lo hemos visto? —Sergio frunció su ceño. —Él no ha estado casi con nosotros y me imagino que su amigo portero está igual.

Ambos mexicanos asintieron. —Pero es algo muy raro... Memo nunca había mostrado interés y vaya que tuvo candidatos y ahora se encula de Lionel Messi. —Aquello sonaba como el inicio de un mal chiste.

KevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora