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📍 Lisboa, Portugal
Lunes 16/01/23
16:45

<<<Enzo Fernández>>>

Hace unas dos horas habíamos ido con Laia a dejar a Olí al jardín. Yo tuve entrenamiento a la mañana y mi novia no trabaja hasta el sábado. Esto es lo mejor del mundo, puedo hincharle las pelotas todo él día y tampoco tengo que estar extrañandola tanto.

Yo: mi amor—me acerqué a ella en la cama.

Laia:¿Qué pasa mi amor?

Yo: ¿Me das un besito?.

Laia: mmm, déjame pensar... No—se dió la vuelta y la miré ofendido.

Yo: ¿No?.

Laia: No.

Yo: ya vas a ver...—me tiré sobre ella y las risas no tardaron en aparecer.

Laia: dale amor, basta—habló mi novia entre risas.

Yo: mmm, déjame pensar...—hablé imitandola—No.— seguí haciéndole cosquillas

Laia: Bastaaa amooor, no doy más— comenzó a reírse más fuerte.

Yo: mmm bueno, está bien.—frené y ella por fín pudo respirar medianamente bien.

Laia: ay—se sentó—sos tremendo.

Yo: vos fuiste la chistosita que no me quiso dar un beso—me crucé de brazos e hice puchero.

Laia: te lo decía en chiste mi amor—se río y me abrazó—vos sos él único al que no puedo negarle un beso, sos mi novio—me llenó de besos y sonreí, y luego me tiré sobre ella recargando mi peso en mis brazos para poder darle besos.

De a poco mis besos se convirtieron en húmedos y fueron bajando a su cuello, el cuál ella ladeó para darme más acceso a este.
Pronto esos besos se convirtieron en chupones que seguramente le va a costar mucho taparse luego de esto.
Laia iba soltando jadeos ante los chupenes que le estaba haciendo.
Le pasé la lengua por el cuello y me separé un poco, tome la parte de abajo de su remera, mirándola como pidiéndole permiso a quitársela. Nos sentamos ambos en la cama y ella me sacó la remera a mi, luego yo imité su acción y comencé a besarla con necesidad y desesperación. Al separarnos por falta de aire volví a besarla. Luego fue otro beso, y luego otro, y otro, y otro y otro. Todos y cada uno de mis besos tenían más necesidad y desesperación que el anterior. Todos superaban al anterior, uno a uno. Cada uno tenía más intensidad que el anterior.
Mientras nos besamos, pasé mis manos hacia su espalda, dónde está el broche de su corpiño.
Se lo desabroché y me quedé embobado viendo sus pechos. Pude notar que Laia tenía un leve sonrojo en sus mejillas, lo cuál me hizo sonreír un poco.
Me acerqué lentamente a su oído, dispuesto a lo que iba a decirle.

Yo: si vos querés no hacemos nada, mi amor— le susurré con la voz un poco ronca. La sentí estremecerse y suspirar.

Laia: no mi amor, si quiero hacerlo—escucharla tan segura de su respuesta me hizo sonreír, volviendo mi vista hacia sus pechos.

Recosté a mi novia en la cama, y después empecé a jugar con sus pechos. Mis manos los apretaban y ella soltaba algún que otro jadeo.
Llevé uno de sus pechos a mi boca, mientras que con una de mis manos masajeaba al otro, escuchando leves gemidos salir de la boca de Laia. Eso estaba haciendo que me exitara cada vez más y más.

Dejé de jugar con sus pechos y fui dando besos, bajando a través de ellos hasta llegar a su short. Se lo empecé a sacar con suma delicadeza. Sentía que si llegaba a hacer un movimiento muy brusco ella se podía llegar a romper, cómo si de una muñequita de porcelana se tratara.
La miré, y la noté casi desesperada. Decidí tocarla por encima de su ropa interior, verificando que ya está un poco mojada. No pude evitar sonreír ante eso.

Laia;Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora