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📍San Vicente, Buenos Aires, Argentina
29/10/2024
11:30 hs.


<<<Laia Lanzaginnik>>>

Yo: ¿Me estás jodiendo?—dije, mientras me levantaba del sillón, dejando que mi papá me mire totalmente desconcertado, y mi abuelo confundido.

Enzo: te digo enserio, amor. ¿Cuantos son?.—me quedé con la boca abierta, sorprendida.

Yo: Enzo, no jodas con eso. Mirá que mi abuelito Pedro está viejo y como le diga que si y no llega a ser yo vuelvo nadando y te tiro desde el Big Ben.

Pedro: viejos son los trapos, pendeja mal  educada—no le presté atención, y esperé a que Enzo siga hablando.

Enzo: te lo digo posta. Lo juro por nuestros hijos—mordi ligeramente mi labio inferior— ¿Quienes serían?. ¿Los mellis, tu viejo, tu hermano, tu abuelo, Mía, Joaquín y vos?—sonreí, como toda pelotuda.

Yo: Sí... ¿Estás seguro?. Somos muchos.

Enzo: tranqui. Ahora te llamo cuando tenga todo—y me cortó antes de que pueda decirle algo. Miré a mi papá, emocionada, y ahogué un gritito de fan-gril contra un almohadón del sillón.

María:¿Qué te pasa, loca?—me reí, y me senté.

Yo: miren—suspiré, aún sin poder creerlo— Enzo me llamó recién, y me dijo, que nos puede conseguir entradas para estar en el paddock en Brasil, los tres días.

  El comedor quedó en silencio. Mi papá apoyó el mate en la mesita ratona, y me miró con un brillo especial en los ojos.

  Si bien, desde siempre en mi casa se le había dado mucha atención a todos los deportes-en especial el automovilismo y el fútbol- desde que Franco Colapinto se oficializó como piloto de Williams para lo que queda de la temporada, mi casa es un descontrol.

Mi viejo, que toda la vida había estado fascinado por Ferrari, y después por McLaren, de la nada está del lado de Williams, y es lo que más gracia nos dá.

Mi abuelo siempre le dió pelota a Ferrari. El último piloto al que siguió como si fuera Maradona, fué a Carlos Reutemann, ¿Y cómo no hacerlo?. Fué y es una gran leyenda de la Fórmula 1. Que en paz descanse.
Y dato no menor, mi tío Juan Manuel, hermano mayor de mi papá, se llama así por Fangio. El hermano menor de mi papá se llama Enzo, por Francescoli. Es todo muy perfecto. Y bueno, papá se llama Matías porque sí, no hay un porqué.

Pedro: Mija, con eso no se jode—lo miré, y ví las lágrimas en sus ojos. Me acerqué a su sillón y lo abracé con fuerza, sintiendo como se largaba a llorar. Mi abuelito siempre había tenido dos sueños; Conocer el monumental para ver un partido de River en la cancha, y poder ver una carrera de Fórmula 1 en algún circuito. No le importaba cuál. Si favorito era el de Brasil, y era justo al que íbamos a ir.

Yo: nunca te joderia con eso, abu—le dí un beso en el cachete, y mi abuela le dió un vaso con agua, limpiandose las lágrimas.

María: viejo, no te podés poner así. Te me vas a morir de un paro al corazón, 76 años tenés—dijo, entre sollozos, mientras se pasaba una servilleta por los ojos. Mi papá vino y me abrazó, una vez que me separé de su papá, y sollozó.

Matías: es un hijo de puta, pero este momento lo estoy amando desde lo más profundo de mi corazón —me susurró, claramente haciéndome entender que era por Enzo. Cerré mis ojos, abrazandolo.

Yo: lo importante es que les está por cumplir un sueño, a los cuatro. A Joa, a Lucas, al abuelo y a vos—me separé de él, y sonreí.

Ernestina: ¿Qué pasó?. ¿Murió alguien?—mi mamá apreció en la escena, confundida.

Laia;Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora