³⁷

1K 66 10
                                        

📍 Buenos Aires, Argentina
Domingo 20/07/23.
05:15 PM

<<<Narrador Omnisciente>>>

La joven protagonista de esta hermosa historia, se bajó del auto que sus padres le habían prestado junto con las bolsas de compra. Entró más que feliz a la casa, pues vería a su tan amado Enzo, y podría estar junto con él, y los pequeños bebés que llevaba en su vientre.
  Pero todos sus pensamientos felices se fueron al instante que entró a su casa, y fué directo a buscar a su pareja al living de la vivienda.

  Al entrar, encontró a Fernández dándole besos en el cuello a una joven debajo de él, en el sofá.
Enzo tenía el torso desnudo, y la mujer por lo menos tenía corpiño.

Laia: Ah, yo no te lo puedo creer—dejó caer las bolsas al suelo, Enzo se separó de la chica que estaba acostada en el sillón y la miró, alarmado.

Enzo: no amor, no es lo que pensas.

Laia: No, obvio que no—El chico sonrió, aliviado—¿Te pensas que soy estúpida, Enzo?—Miró a la chica. Era flaca, de tez color beige y una cabellera rojiza. Era tal cuál la chica de aquella pesadilla de hace unos meses.

Enzo: Amor, déjame que te explique—trató de acercarse a ella, pero Laia dió un paso atrás y volvió su vista a la colorada.

Laia: Te quiero afuera de esta casa. Pero ya—clavó su peor cara de culo mirándola. La otra muchacha solo se puso de manera rápida las prendas que se había sacado, y salió más rápido que flash de esa casa, salvándose de momento de una incómoda situación.

Enzo: Amor...

Laia: No, no digas nada.

Enzo: Amor, déjame...—Fernandez no pudo seguir hablando, ya que una enojada Laia lo interrumpió.

Laia:¡No me llames así—lo miró con los ojos cristalizados—¡¿Cómo pudiste?!. ¡Pensé que me amabas de verdad y que no estabas jugando conmigo!—lo golpeo en el pecho con mucho enojo, rabia y decepción al mismo tiempo. Las emociones estaban luchando para ver quién tenía el dominio. Tenía un conjunto de todo lo negativo y parece ser, que la rabia y la tristeza estaban ganando.
De sus ojos celestes comenzaron a caer lágrimas como si fuesen la cascada del Iguazú, sus manos estaban echas un puño contra el pecho de Enzo, y el no podía mirarla a los ojos, tenía la mirada desviada en algún punto del living de la casa. Mientras la escena de su novio con la otra zorra pelirroja se repetía en su cabeza constantemente como si fuese un disco rallado.

Enzo: amor, déjame que te explique...—trató de que lo escuchase nuevamente.

Laia:¡No me expliques nada!—volvió a golpearlo en el pecho, está vez con más fuerza, él parecía no resistirse ni oponerse ante nada—¡Sos una mierda Enzo, una mierda!.

Enzo: Lai, cálmate...—la tomó de las manos, intentando que no le lanze una piña en medio de la cara—Mi amor, las cosas no son como parecen ser...

Laia: Te odio, Enzo-soltó de la nada desde lo más profundo de mi ser, interrumpiendo la mierda que sea que él tenía para decir, y a la vez, esas tres simples palabras, lo sorprendieron.—te odio por haber causado tanto amor en mi, por hacerme sentir segura otra vez con los hombres. Te odio por haber sido tan lindo conmigo. Te odio porque entraste a mi vida como si nada, jurando nunca hacerme mal y cuidarme, formar una familia y ser felices. ¡Te odio!.-soltó con bronca, mirándolo como si él no fuese el amor de su corta vida, y al hombre con quién hace menos de unos quince días, habían prometido casarse pronto, tener a sus hijos y una vida de ensueño. Pero, no todo es de color de rosa, ¿No?.—¿Por qué prometes cosas que no vas a cumplir?.

Enzo: te lo prometí por qué tengo pensado cumplirlo. ¡Yo te amo, Laia!—trató de abrazarla por la cintura, pero se safó bruscamente y se alejó, sintiendo como su espalda chocaba con la fría pared—¡Te amo como no tenes una idea!. Haría de todo por verte felíz, porque si vos lo estás es suficiente para que yo lo esté.—Se fue acercando de a poco a ella. La chica trató de sacarlo e ir hacia la entrada principal. Pero se lo impidió, apoyando su mano a un costado de ella y arrinconandola contra un mueble—Te amo con cada mínimo fragmento de mi ser, sos el aire que necesito para respirar, sin vos me muero, no soy capaz de seguir como si nada hubiera pasado. Por favor, tenés que escucharme...—Lazanginnik negó, soltando un sollozo.

Laia:Sos una mierda, odio que te ame con todo mi ser y vos vengas y me traiciones así.

Enzo:¡Yo no te traicioné!.

Laia:¡Me estás mintiendo, lo acabo de ver!.

Enzo:¡Vos estás alucinando!.

Laia: déjame ir, necesito irme...

Enzo:¿Para qué? ¿Para ir corriendo a contarle a Julián y llorar en sus brazos?. Sí el ya lo sabe todo—ella negó levemente con la cabeza.

Laia: sos un mentiroso de mierda, Jeremias.

Enzo: Julián es cómplice, el fue quien me dijo que lo hiciera—Mintió un poco. Meter a Julián en esto podría beneficiarlo en algo, aún no sabía cómo, pero estaba seguro que sí. Pero lamentablemente, decir eso, fué la gota que derramó el vaso.
  Lo miró con desprecio, y enfrente de sus ojos se sacó el hermoso anillo de promesa, y se lo dió en la mano— Laia, ponete ese anillo

Laia: Ni pienso, dáselo a ella, le va a quedar bien a esa perra—lo quitó de enfrente suya con un empujón y corrió hasta la puerta principal de la casa, comenzó a sentirse mareada, a respirar muy acelerado y comenzó a sentir como una punzada en la parte baja de la panza... Justo en el vientre. Trataba de agarrar aire mientras salía de la casa y se  encaminaba hacia el auto de su padre.
  

   Logró subirse y encender el auto, mientras Enzo gritaba cosas inaudibles para Laia.

    Laia comenzó a sentir ese dolor aún más fuerte y condujo sin importarle nada hasta la casa más cercana que se le pudo ocurrir. La de Enzo Nicolás Pérez.

  No estaba pensando en ir a ningún otro lugar, Julián estaba de vacaciones en Diosito sabe dónde y Pérez era muy buen amigo suyo, lo quiere con todo su corazón y lo único que ella está buscando en este momento no es otra cosa que contención.







Laia;Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora