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<<<Laia Lanzaginnik>>>

Sonreí toda emocionada, caminando de la mano con Enzo por las calles de Roma. Olivia venía a mi lado izquierdo, agarrando mi mano, y Enzo empujaba el carrito de los mellizos con su mano derecha.

Era de no pensar. Nunca me imaginé poner un pie en Europa, y ya conocía Portugal, España e Inglaterra, ahora Italia, que había sido el país que siempre había querido conocer. Fantaseaba con tener una vida acá. De chiquita estaba obsesionada con todo lo que tenía que ver con el país. Me encantaba el idioma, más que nada. Amaba como sonaba el italiano, me parecía tan hermoso y seductor.

Nueva tarea en mi vida; aprender italiano.

Tendría que pedirle a Guchi, la mujer de Lucas Martinez Quarta, que me enseñe. Ella aprendió en el tiempo que vivieron acá, Bauti y Mía solían tirarme frases en italiano y yo me quedaba recalculando.

Enzo: Llegamos—su voz me hizo volver a la realidad, y sonreí.

Yo: En mi vida me imaginé venir—mordí mi labio inferior, mientras nos frenabamos frente al famoso coliseo romano. La hermosa cuidad de Roma nos estaba enamorando completamente. Creo que más a mi que a él.

Enzo:¿Posta?—me sonrió, acomodando los gorritos de lana de los mellizos.

Yo: Bah, en realidad, cuando era chiquita decía que me iba a casar con un actor de ojos azules y nos íbamos a ir a vivir a Italia—me reí, mientras acariciaba la manito de Olí. Enzo se rió, agarrándose la panza.

Enzo: Y ahora estás con un futbolista de ojos marrones que vive en Inglaterra—pasó su brazo por mis hombros, dejando un beso en mi mejilla.

Yo: Bueno, por lo menos estoy en Europa—lo jodí.

Enzo: Cuando nos casemos, podés elegir en dónde vamos a tener la casa. Ya terminé la de Buenos Aires, podemos tener otra en dónde vos quieras—sonreí, sin poder evitarlo.

Yo: ¿De verdad lo decís?.

Enzo: Posta—asintió rápidamente.

Olivia: tengo hambre—se quejó, tirando de mi brazo. Reí, negando con la cabeza.

Yo: nos sacamos unas fotos para tener el recuerdo y vamos a comer, ¿Dale?—le sonreí, y me incliné a dejar un beso en su frente.

Enzo: ¿Para qué querés el recuerdo si vamos a venir más veces?—sacó su teléfono, limpiando la cámara.

Yo: si es que llegamos a venir de nuevo, no es lo mismo que la primera vez, amor. La primera vez es única, porque es como que te quitas ese nudito del pecho que tenías por querer hacer o conocer algo—tomé a Olivia en brazos, sentandola en mi cadera, mientras me acomodaba.

Enzo: está bien, pero vamos a venir más veces. ¿Vas a querer sacar una foto por cada vez que vengamos?—acomodó el celular en un poste de luz, puso el carrito de los mellizos a mi lado, fijándose de que nos veamos los cinco.

Yo: obvio, viajar es algo que vive en tus recuerdos, pero ahora tenemos los teléfonos para sacar fotos, inmortalizar el momento.—le puse bien la capucha de la campera a Oli, y miré a Enzo cuando se acercó a la cámara, a poner el cronómetro, supongo.

Enzo: te voy a regalar una cámara, entonces. Para que puedas sacar las fotos que quieras e inmortalizar todos los momentos que se te hagan importantes—se acercó corriendo. Puso un brazo al rededor de mi cintura, y con su mano libre acercó el cochecito de los mellizos.

Yo: todos los momentos son importantes—sonreí a la cámara. Pasamos unos segundos así, y como yo no veo un sorongo, no me moví hasta que mi novio lo hizo.

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⏰ Última actualización: Mar 31 ⏰

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