³⁸

774 61 8
                                    

<<<Laia Lanzaginnik>>>

Me bajé del auto y con una mano sosteniendo mi panza, toqué la puerta de la casa de Enzo Pérez.
  Estoy teniendo un ataque de algo, no sé muy bien de que, pero necesito abrazar a alguien. Contarle a alguien como me siento y lo que me está pasando.
  No quiero ir hasta la casa de Valen y preocuparla, sabiendo que ambas estamos casi en la misma cantidad de semanas y que ninguna se pueda estresar o preocupar. Ya lo estoy viviendo yo, no quiero que ella lo haga.
La única persona en la que pensé primero después de Valen, fue Enzo, así que no tuve mejor idea que venir hasta acá.
  Pero nadie me abre la puta puerta, y eso hace que mi desesperación aumente.
Desearía que Julián estuviera acá, el sabría que hacer, y no tendría que estar viviendo a molestar a alguien más. Pero las palabras de Fernández seguían haciendo eco en mi cabeza y se repetían una y otra vez como un dvd rayado.
No aguanté más la ansiedad de que nadie me abriera la puerta de mierda, así que comencé a tocar la puerta como una loca desquiciada, hasta que por fin se abrió, y me dejó ver a Enzo Pérez, con una sonrisa burlona en el rostro.

Enzo:¡Pará, loca!. Me vas a tirar la puerta abajo, tarada—dijo tratando de sonar gracioso y más que feliz, pero al ver mi cara su expresión cambió totalmente—¿Qué pasó?. ¿Estás bien?.—la expresión en su rostro ya no era graciosa, era de preocupación.

Yo: No, no lo estoy —no aguanté más y me avalencé sobre él, llorando en sus brazos como si volviera a ser una nena de cinco años otra vez, tratando de buscar contención en los brazos de mí papá. Enzo me hizo pasar y sentar en el sillón del living, dónde estaba Flor.

Florencia: ¡Lai!. ¿Qué pasó?.¿Te sentís bien?—negué y me abrazó al instante—¿Qué pasó mi amor?—me hizo caricias en el pelo, con mucho cariño para tratar de tranquilizarme.

Yo: Me mataron, todavía respiro pero me mataron—dije entre sollozos abrazada a ella.

Florencia: ¿Cómo?. Lai, no te entiendo...

Enzo: Lai, te tenés que controlar, te puede afectar a vos y a tus bebés. Respirá tranquila y cuando te calmes nos decís mejor, ¿Sí?—se arrodilló frente a mi en el sillón, yo asentí y traté de controlar mi respiración, pero volvieron las punzadas en el vientre y no pude evitar llevar una mano ahí y quejarme.

Florencia:¿Te duele mucho?.

Yo: me aguanto, no es nada, quédate tranquila.

Enzo: ¿Sos joda Laia?. Amor, prendé el auto, me llevo a Laia al hospital—Flor asintió y se fué corriendo al auto, él me agarró en brazos y me llevó hasta la parte de atrás del vehículo.

Yo: Voy a estar bien, en serio.

Enzo: Lai, no nos podemos arriesgar a que les pase algo, a vos y a los bebés. Tratá de acostarte en los asientos y respira hondo—cerró la puerta y se subió del lado del conductor.

Florencia: Cualquier cosa llámenme, por favor.

Enzo: si amor—esperó a qué Flor se aleje un poco del auto y manejó a lo Dominic Toretto con dirección al hospital más cercano—¡La concha de mi hermana, Laia!.¿Qué mierda pasó?.

Yo: Enzo pasó—traté de respirar más tranquila, para que el dolor se disminuya y con un nudo en la garganta, con intención de tragarlo y que no me viera llorar, no otra vez.

Enzo: Lo voy a matar. Te juro por Dios que lo mato—apretó el volante con bronca, tensó la mandíbula y me miró por el espejo retrovisor durante una milésima de segundos, antes de volver a ver el camino— Escúchame, después me contas. Ahora necesito que trates de tranquilizarte y concéntrate en vos y tu bienestar. No sólo es tu vida, es la de dos bebés más así que quiero que te tengas de prioridad a vos misma y tu salud. Después habrá tiempo para matar a Enzo.—estacionó y me ayudó a bajar del auto. Cada paso era una punzada más en mi vientre, y aunque hacía apenas tres días cumplí las 26 semanas y no es tan riesgoso, el peligro de perderlos sigue ahí. Mi acompañante me tomó en brazos y entró al hospital por la puerta de la guardia, sin importarle nada. Enzo tiene razón, tengo que centrarme en mi salud y en la de mis bebés, nosotros somos la prioridad ahora.







<<<Valentina Cervantes>>>




Yo: A este pelotudo lo mato—escupí con mucha bronca.

Ignacio:¡Me prometiste que no te ibas a enojar!.

Yo:¡Él lastimó a Laia!.¿Cómo querés que no me enoje?.

Ignacio: Cualquier cosa que haya pasado es tema de ellos dos, Valen. No quiero que te alteres, te va a hacer mal a vos y al bebé. Necesito que te tranquilices.

Yo:¿Qué me tranquilice?. Ja. Ahora vengo—me bajé del auto y entre a la casa de Enzo, cerrando la puerta de una manera muy fuerte, haciendo que se sobresalte en el sillón— A vos te quería ver—él se paró de su asiento, y yo me acerqué a paso acelerado.

   Seguramente se estén preguntando, ¿Qué mierda pasa?. Yo les explico rápido.
  Resulta que hace unos 15 minutos me llegó un mensaje de Mía, la hermana de Laia. En ese mensaje, ella me preguntaba que pasó con Lai y porque está en el hospital.
  Enzo Pérez le había mandado un mensaje a ella desde el celular de la conejita para avisarle que estaba en la sala de espera, precisamente esperando noticias de Laia. Pero no quiso decir el porque estaban ahí, solo informó que estaban ahí y que Laia se estuvo sintiendo mal.
  Le pregunté a Nacho si sabía algo, y claramente sabía porque Enzo le contó y a mí se me ocurrió preguntarle llegando a la casa de Enzo.

  Al enterarme que mi amiga está en el hospital, dejé a mi hija con mi mamá y nos vinimos rápido con mi pareja hasta la casa de Enzo, porque él no estaba con ella y nos preocupamos. Ahora ya no me preocupo por él, sólo quiero romperle la cabeza contra la pared.

Enzo: Hola Valen, perdón que no la fuí a buscar a Olí. Tuve un pequeño proble~—obviamente no lo dejé terminar, mi mano ya había impactado en su mejilla izquierda, y había sonado muy fuerte—¿Qué te pasa loca?—se llevó una mano al área afectada.

Yo:¿Qué me pasa?. Eso no importa ahora. ¿Qué te pasa a vos?. ¿Cómo le vas a hacer eso a Laia?. Inútil.—me miró sorprendido, y asustado a la vez.

Enzo:¿Y vos cómo te enteraste?—su vista se fué sobre mi cabeza, mirando hacia atrás—¿Fuiste vos Ignacio?. La concha de tu hermana.

Yo: Eso no importa ahora. Lo que importa es; ¿Por qué?

Enzo:¿"Por qué" qué?.

Yo:¿Por qué lo hiciste?.

Enzo: Fué un momento de calentura. No sabía lo que estaba haciendo y no pensé las cosas.

Yo:¿Momento de calentura?. ¿Por un puto momento de calentura tiraste todo lo que te costó construir a la basura?. Sos un idiota, Enzo.

Enzo: ya lo sé, no hace falta que me lo digas.

Yo: por lo menos lo reconocés. Y espero que estés conciente de que sos la peor de las mierdas

Enzo: Eso también lo sé, gracias Valen por recordarmelo. Ahora, ¿Se pueden ir?. Quiero estar solo.

Yo: te quiero preguntar otra cosa, antes de que me eches. ¿Pensaste en ella y en tus hijos en el momento?.¿Siquiera te acordabas después?.

Enzo: No, no me acordé de ellos mientras pasaba. Fué un momento de estupidez, no pensé las cosas y... Solo pasaron.

Yo: Sos la persona más pelotuda del planeta, Enzo. Tenían una hermosa relación, se complementan el uno con el otro, están a tres meses y unos de días de ser padres de dos criaturas. Vos vas y por un puto momento de calentura la cagas. Todo por una tanga fácil de mierda derrumbaste en un segundo todo lo que tanto te costó construir. Vos sabías que ella tenía problemas de confianza en los hombres, vos le prometiste que la ibas a cuidar y que nunca le ibas a fallar. ¿Qué es lo primero que haces?. Te acostas con la primera zorra que se te aparece. Espero y te sientas peor ahora sabiendo que Laia está en el hospital—Enzo palideció en un segundo.

Enzo: ¿Qué?.

Yo: lo que escuchaste. Y quiero que sepas, que si les llega a pasar algo a alguno de los tres, va a ser tu culpa.—lo miré con desprecio y agarré a mi novio de la mano, saliendo de esa casa y metiendome al auto— Vamos al hospital en el que está Laia, antes de que me vuelva a bajar y le pegue una patada en los huevos y después lo tire de las escaleras.

Ignacio: Si mi amor. Pero tranquilízate vos también. Llegamos al hospital y te haces ver, no quiero que por haberte alterado ahora les pase algo a ustedes dos—prendió el auto, y en cuestión de segundos, nos estábamos yendo hacia el hospital.
























Laia;Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora