<<<Laia Lanzaginnik>>>
Enzo: Pa-pá, decí así hija, Pa-pá —puso a Alma frente a su cara, mientras le modulaba exageradamente.
Yo: Enzo, tienen tres meses las pobres criaturas, no va a decir nada hasta dentro de un tiempo—Dejé a Giovanni acostado a su lado, rodeado de almohadones del sillón.
Enzo:¡Sh!. No me cortes la ilusión—me mira mientras me hace un puchero.
Yo: ay mi Dios—me reí y miré a Oli, quién estaba cabizbaja, mirando el piso—¿Qué querés para comer Pochi?—Oli levantó la mirada del piso, dónde estaba jugando.
Olivia: ¿me pleguntas a mi?—asentí con la cabeza, mientras le acariciaba un poco el pelo, acomodándolo—Quiedo fideos—me sonrió con ternura, le devolví la sonrisa y me levanté del piso.
Yo: vamos a hacer fideos caseros, vení conmigo, vamos a cocinar juntas, ¿Querés?.
Olivia: ¡Sí!—me sonrió y estiró los bracitos para que la alce.
Enzo: Olí, ya sos grande...—antes de que siga hablando, levanté a Olivia del piso, y la dejé a upa mío.
Yo: no escuches a papá, hija. Está delirando—le susurré, mientras me encaminaba a la cocina, que no estaba muy lejos.
Enzo: ¡Te escuché!—gritó desde el living
Yo: ¡Era la idea!—le respondí y senté a Olivia en la mesada. Desde que los mellizos y Benjamín habían nacido, ví que Oli se sentía un poco excluida, y la entiendo en cierto modo. Sé que ella necesita atención, como los bebés, y no quiero que se sienta fuera de lugar, yo quiero que todos tengan mi atención, mi cariño y mi tiempo. No me importa que sean mis hijos o no, a Oli la vi crecer, le tengo cariño, demasiado cariño.
Sé que no es mi responsabilidad, ni mi obligación hacerme cargo de ella, pero yo quiero hacerlo. La amo mucho y me llevo bien con ella, no me gusta verla mal, ni sufrir.Olivia: ¿Cómo vamos a hacel los fideos, mami?—dejé de pensar y la miré, sonriendo. Enzo y mis tres hijos tenían ese efecto en mi, de sonreír sin siquiera tener un motivo aparente. Nos lavamos las manos y mientras nos la secabamos, le comencé a explicar.
Yo: mirá, esta receta me la enseñó mi abuelita María cuando la última vez que la fui a visitar al Sur—empecé a sacar los ingredientes del mueble que estaba sobre mi cabeza—Hay que usar harina y sal, primero—exparcí la harina y la hice en forma de corona, puse un poquito de sal en los bordes y agarré un huevo—¿Sabés romper los huevos?.
Olivia: Si, mi mamá me enseñó —me sonrió y agarró el huevo con sus manitos
Enzo: ¡Y como rompe los huevos!—gritó desde el living.
Yo: ¡Cállate, metido!. ¡Estoy hablando con Pochi, no con vos!—le devolví el grito, y vi como Oli rompía el huevo sobre el agujero que había en medio de la harina—¡Muy bien!—le dí un beso en la frente y tiré la cáscara—Ahora tenemos que mezclar—puse una silla y bajé a Pochi de la mesada, para que pudiera pararse ahí.
Mientras mezclabamos, Olí estaba callada, pero con una sonrisa a la vez.
Yo: ¿Te sentís bien, bebé?—Oli me miró y asintió con la cabeza.
Olivia: Mami
Yo: ¿Si?.
Olivia: ¿Papá me quiere?—la miré, confundida.
Yo: Obvio que te quiere, mi amor. Papá te ama, te ama más que a nada, ¿por qué preguntás eso?.
Olivia: es que papi ya no juega tanto conmigo, siemple quiele estal con Gio y Alma—hizó un pucherito y miró la mezcla.
Yo: ay, bebé—dejé de mezclar la masa y la abracé, tratando de no mancharle la ropa— mirá, mi amor—me agaché un poco, quedando más cerca de su cara—Tus hermanitos son muy pequeños y necesitan atención, se que eso no justifica mucho, pero tu papá está tratando de hacer lo más que puede para darle su atención a los tres, tiene que organizar su tiempo con los partidos y entrenamientos, su tiempo con ustedes se va reduciendo a medida que avanza más el tiempo, pero el no quiere no estar con vos, al contrario—Olivia estaba con la cabeza gacha, mirando al piso— Olí, tu papá te ama, te juro por Dios que te ama, sos la luz de sus ojos, su razón de vivir. Por más que ahora tengas hermanitos, ese amor va a seguir siendo el mismo, porque sos su hija, sos su princesita mayor, sos la primera que lo llamó "papá", nadie va a poder quitarte ese lugar, nunca. No importa que hagas o quien venga, siempre vas a ser eso, su bebé, su princesa, su primer amor.
Olivia: ¿De vedad?—asenti con la cabeza y le dí un beso en su mejilla.
Yo: de verdad—le sonreí— ahora, no estés triste, Olí. No me gusta verte triste—le toqué la punta de la nariz, abriendo grande los ojos al darme cuenta que la manché con un poco de harina. Olivia me miró con sorpresa y se tocó la nariz, después sonrió, luciendo igual a Enzo, pero no en el buen sentido... Sonreía con malicia, lo mismo que hacía su papá cuando se le ocurría alguna locura.
Olivia: ¡Mami!—gritó y se rió, se dió vuelta, buscando la bolsa de harina.
Yo: No, mi amor. Perdón, perdón, fué sin querer —dije, rápidamente. Pero Olivia ya me había manchado la cara, en venganza—¡Olí!—me reí, también buscando la harina. Habíamos comenzado una guerra en la cocina.
No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero por fin habíamos empezado a hervir los fideos. Le pedí a Enzo que se fijara que no se peguen, pero el nos miraba desconcertado, con una cara que expresaba todo lo que nos quería decir.
Enzo:¿Qué mierda les pasó?—su cara de horror lo decía todo. Olivia y yo estábamos cubiertas de harina. Solo me reí, tomando a la niña en brazos y corriendo escaleras arriba.
Llegué a su habitación, la bañé y ella me pidió vestirse sola«la tuve que ayudar con su remera. Había metido el brazo en dónde va la cabeza». Luego, me pegué una ducha rápida y me vestí con cualquier otra cosa que tuviera a mano. Mala idea cocinar con una nena de tres, casi cuatro años, con ropa linda. Aún que, fué divertido, y pude pasar un lindo momento con Pochi.
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Laia;Enzo Fernández
FanficLaia Lanzaginnik es una joven de 21 años que, tras su viaje de vacaciones de invierno hacia el sur de su país, vuelve a Buenos Aires para regresar a su rutina de todos los días. Pero si vida da un gran giro inesperado, como si el destino quisiera ju...