—No puede ser —Bajo la mirada nerviosa ¿Jaime es el seductor? No es posible...
—¿Te ocurre algo? —pregunta al notar que actúo de una forma extraña.
—Tu... tu —Estoy tan alterada que no me salen las palabras—. Tu olor, ese perfume...
—¡Ah! Acabo de comprarlo ¿Te gusta? —Se acerca para que lo huela mejor, pero estoy tan paralizada, que no hago ni un solo movimiento—. Lo he probado en la tienda y la verdad es que me ha encantado. —Abre una de sus bolsas y mira en el interior—. Se llama... Gasón —Saca la caja y me la muestra—. Está teniendo mucho éxito. Al menos lo anuncian por televisión a todas horas —Se encoje de hombros.
—Am. —Parpadeo intentando procesar toda la información que me acaba de dar—. Huele bien... —Tuerzo una sonrisa y suelto disimuladamente la tensión que tenía acumulada. Ya me estaba pareciendo demasiada casualidad... Debía tener una explicación lógica, y con lo que me acaba de contar me lo ha confirmado. Es imposible que sea él.
—Oye, ¿de verdad que estás bien? —Me mira de un modo raro.
—Sí, sí. —Sacudo mi cabeza para centrarme.
—De acuerdo... ¿Te apetece que subamos a la planta de arriba para tomar algo? Aún me queda una hora libre antes de ir a trabajar.
—No puedo —Arrugo mi nariz a modo de disculpa—. Tengo que volver a casa pronto para terminar algunas cosas —Miento. Estoy agotada y necesito un rato de tranquilidad para pensar en lo que ha pasado con el Seductor. Me ha hecho sentir muy mal, y eso no se lo permito. Admito que me gusta sentirme dominada, pero no me ha gustado nada como ha terminado el encuentro de hoy.
—Está bien... —Peina su brillante cabello castaño hacia atrás. Mi negativa lo ha desconcertado—. No es por algo que haya hecho y estés molesta, ¿verdad?
—No, no, tranquilo —sonrío para calmarlo. Seguro que todavía le está dando vueltas a mi reacción de antes y cree que pueda tener que ver algo con él—. ¿Te parece si me paso un rato mañana por el bar?
—¡Sí! ¡Genial! —Sonríe ampliamente dejándome ver su perfecta dentadura y relaja los hombros—. Prometo no darte el coñazo con mis mierdas otra vez —bromea, pero sé que habla en serio.
—¡Ay, no! Si voy es precisamente por eso. —Le devuelvo la sonrisa y alza las cejas, gracioso, mostrándose mucho más tranquilo.
—Está bien, si ese es el pago para verte más a menudo, te contaré mi vida entera si hace falta. —Sus mejillas se tiñen y mi corazón da un vuelco. ¿Eso ha sido un intento de tonteo conmigo? Rápidamente desecho la idea. Suelo ilusionarme demasiado y después vienen los palos. Alguien tan inalcanzable como Jaime, no puede fijarse en mí. Seguro que es porque se siente solo después de romper con su chica. A mí me pasó igual cuando me traicionó mi ex, necesitaba sentirme arropada, pero yo me volqué en mi familia.
—Vale... —Mi voz, aunque intento disimularlo, suena algo más tímida—. Hasta mañana entonces.
—Hasta mañana, Morenita —Oír esa palabra de nuevo hace que mi vello se erice y mi mente vuelva al punto donde lo dejé antes. ¿Sería muy loco pensar que Jaime es el seductor? Castaño... moldeado, huele igual que él, y además usa ese apodo que... ya no sé si me gusta.
Con esa idea en la cabeza, me acomodo en mi coche y cuando voy a girar la llave para arrancar el motor, veo un papel en el parabrisas. En él parece que alguien ha escrito algo a mano y salgo curiosa del coche para leer lo que pone:
"Mañana aquí a la misma hora."
—¿¡Qué!? —exclamo sujetando el papel entre mis dedos temblorosos—. No puede ser... —saco mi teléfono y le envío una foto de la nota al Seductor. Quiero asegurarme antes de nada de que ha sido él.

ESTÁS LEYENDO
¡DÉJAME VERTE! (COMPLETA POR TIEMPO LIMITADO)
RomanceAVISO: Esta historia NO ES APTA PARA TODOS LOS PÚBLICOS. Puede herir la sensibilidad del lector (fuerte y explícita). La autoestima de Ruth roza niveles mínimos después de la dura traición de dos personas a las que quería. Creyendo que la ayudaría a...