CAPÍTULO 5

10K 1K 179
                                    

Aviso: Este capítulo puede herir la sensibilidad y temperatura corporal del lector 🥴
--------------------------------------

—¿Por qué coño acepté? ¿Por qué tuve que decir que sí? —Niego con la cabeza mientras me muevo nerviosa por la habitación—. Estoy dejando que esto vaya demasiado lejos. No debería estar jugándomela así.

Miro el reloj y aunque quiero darme prisa para no llegar tarde, no puedo. Hoy parece que es uno de esos días en los que te levantas con el pie izquierdo y todo te sale mal. Abro la secadora para ver si la camisa que me quiero poner, y que antes he manchado con café, ya está lista, pero al ver que todavía está húmeda, la tengo que volver a meter. Cierro la puerta y la programo cinco minutos más. Miro el reloj de nuevo y la presión comienza a hacerse conmigo. Hace apenas media hora que me he duchado y ya estoy sudando otra vez.

Camino rápido hasta el baño, me quito la falda y la cuelgo en una percha para que no se arrugue mientras me refresco. Observo mi silueta en el largo espejo que hay colgado en la pared y varias dudas me asaltan. Me he decidido por conjunto de lencería negra, pero siento que es un color muy común, y además, demasiado "normal". Quizás debería cambiarme y utilizar el azul que guardo desde que vivía con mi ex. Nunca me gustó y ni siquiera lo llegué a estrenar, pero al menos es más sexy que el que llevo. Hace tanto tiempo que no mantengo relaciones con un hombre, que estar al día en ese tipo de prendas estaba siendo la última de mis preocupaciones.

La secadora termina y por fin la camisa está seca. La sacudo para enfriarla y rezando para que no se haya arrugado demasiado, me visto rápidamente con ella. Vuelvo al baño y hago lo mismo con la falda y mis zapatos. Me echo un último vistazo, ahueco mi pelo, y dándome el visto bueno, tomo mi bolso y me encamino al centro comercial.

Al llegar, me quedo en la puerta y con una sensación rara, dudo en sí debería continuar o salir corriendo. Estoy aterrada, excitada y avergonzada a la vez. Tras varios segundos manteniendo una lucha interna, por fin decido dar el paso y al atravesar los grandes portones de cristal, el aire acondicionado roza mi cara e inspiro profundamente. Miro a mi alrededor y todo parece mucho más grande de lo que creía recordar, además, al ser víspera de fiesta, hay cientos de personas paseando por los anchos pasillos. Con nerviosismo miro a todos los que hombres que pasean solos y voy descartando. Ninguna de esas barrigas cerveceras se asemeja a la que he estado viendo por webcam estos días.

De pronto, mis ojos quedan fijos en un chico moreno y alto, con una camiseta ajustada. Sus pectorales pronunciados y sus bíceps bien definidos rápidamente me llevan a pensar en El Seductor. Lo observo con detenimiento y mis ojos se abren. Estoy segura y lo mejor de todo es que es mucho más guapo de lo que creía. Cuando sonríe en mi dirección, tengo que hacer un esfuerzo para mantener a raya mis emociones y camino hacia él. Al acercarme, lejos de detenerse como esperaba, se hace a un lado y me mira con un gesto arrugado.

—¿Qué te pasa? —Le pregunto sin dejar de mirarle, pero sigue alejándose como si estuviese loca y eso me preocupa—. ¿Para esto querías que viniera? —prácticamente le grito, sin embargo, no sirve de nada y continúa con su camino.

Expiro derrotada y mi falta de confianza no tarda en aparecer. «Estoy convencida de que ha querido citarme aquí para verme en persona y, como no le he gustado, me ha dejado tirada...». Inmóvil en medio del gran pasillo, me giro en su dirección con una fuerte desilusión y no dejo de mirarle hasta que desaparece entre la multitud.
Es tan guapo que duele. Lo único bueno de todo esto es que al menos he podido ponerle cara... pero después de este horrible desplante, hubiese preferido no vérsela. Lástima que haya terminado de esta manera. Cuando estoy a punto de dar el primer paso para marcharme, unas fuertes manos me sujetan desde atrás.

—Hola Morenita —alguien susurra en mi oído y mi corazón se salta un latido. «Es él. Estaba equivocada respecto al chico que vi antes». Cuando intento girarme para mirarle a los ojos, no me lo permite—. ¡No! —Pega su pecho a mi espalda y un escalofrío me recorre la columna de arriba a abajo. La presión que ejerce sobre mis brazos me asusta y estoy tentada a gritar— Quieta... —indica al notar mi tensión—. No voy a hacerte daño.

¡DÉJAME VERTE! (COMPLETA POR TIEMPO LIMITADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora