CAPÍTULO 33

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Tiritando entro al baño y cuando estoy a punto de abrir el grifo, el teléfono comienza a sonar, asustándome y convencida de que a estas solo puede ser él, no me atrevo ni a tocarlo. Trato por todos los medios de mantener la calma, siendo consciente lo que sucederá si no lo hago y cuando empiezo a notar que hiperventilo, corro hasta la cocina para buscar mis pastillas. Debo evitar sufrir una crisis de ansiedad o después de lo que ha pasado, no podré controlarla. Saco uno de los blísters del armario y tratando de controlar mis dedos, presiono sobre él, pero soy incapaz de sujetarlo y la medicación se cae al suelo. Me arrodillo rápidamente junto a ella y tras lograr introducir dos pastillas en mi boca, me levanto ayudándome de las manos para intentar llenar un vaso de agua, pero el movimiento involuntario de mi cuerpo solo me permite cargar medio. Llevármelo a la boca se convierte en otro gran reto y cuando por fin apoyo mis labios en el cristal, mi garganta se niega a tragar. Con mucho esfuerzo pruebo de nuevo sabiendo que es mi última oportunidad y esta vez lo consigo. Camino con dificultad hasta el salón y dejándome caer en el sofá, me hago un ovillo. Quisiera poder llorar para soltar todo lo que llevo dentro, pero soy incapaz. Agarro mis rodillas y rezando para que el tratamiento comience a hacerme efecto pronto, me mezo. El teléfono suena de nuevo y mi cerebro buscando la forma de desconectar, me crea la falsa sensación de que lo que estoy viviendo es fruto de una pesadilla y al igual que cuando duermo, pierdo la sensibilidad de mi cuerpo. Intento ponerme en pie de nuevo para volver al baño y cuando el timbre comienza a sonar, lanzo un grito.

—¡Vete de aquí! —El pánico se apodera de mí—. ¡Vete! —Mi corazón se acelera tanto que temo que me pueda pasar algo.

—¡Ruth! —Vuelve a golpearla, esta vez más fuerte y arrinconándome en una de las esquinas, cubro mi cabeza con las manos. Quiero que se vaya, necesito que lo haga, no podré aguantar otro asalto más—. ¡Ruth! ¿Estás bien? ¡Ruth!

Mis ojos se abren de par en par al reconocer la voz de Jaime y no doy crédito. Sin fiarme y con temor por si está fingiendo otra voz, me arrastro hasta la puerta y sin hacer ruido, logro alcanzar la mirilla. Al ver que de verdad es él, me lleva varios segundos más decidir si debería abrir y al notar que sigo sin dar señales, golpea con su puño la puerta una vez más, asustándome. Armándome de valor y aterrada por si al Seductor se le ocurre volver a entrar, hago lo que me está pidiendo y en cuanto está dentro, cierro con rapidez.

—¡Gracias a Dios! ¡Creí que te había pasado algo! —dice al verme y tras observarme por una décima de segundo, se detiene—. ¿Ruth? —Sabe que algo no va bien y preocupado, camina hacia mí—. ¿Estás...? ¿Te ocurre algo? —Se acerca más y apenas sin darme cuenta, me muevo hacia atrás para alejarme—. Yo... lo siento. La puerta de abajo estaba abierta... No quería asustarte. ¿Te ha molestado que venga? —Hay confusión en su mirada—. Estaba ayudando a los chicos a cargar el equipo cuando vi a alguien corriendo y que venía de esta dirección... —Rasca su cabeza buscando las palabras—. Me alarmé... y temí que el borracho al que eché de bar... ya sabes... —Mi boca comienza a temblar y frunce sus cejas—. Algunos son bastante vengativos y me inquietó la idea de que te hubiese podido hacer algo. De verdad que siento haberte molestado a estas horas. —Un gran nudo se forma en mi garganta y noto como poco a poco mis ojos se empañan—. ¿Ruth? —Mi pecho sube y baja con rapidez—. ¿Qué... te ocurre? Comienzo a hiperventilar y tras poner las manos sobre mi estómago, me rompo en un desgarrador llanto. Jaime, sin decir ni una sola palabra más, corre para abrazarme y derrotada me dejo caer en el suelo, arrastrándolo conmigo. Hundo mi rostro en su pecho, entregándome a las lágrimas y noto que me abraza con fuerza. —Ruth. Me estoy asustando mucho. —El fuerte latido de su corazón golpea mi cara y sé que no miente—. Necesito saber qué está ocurriendo. Solo dime si es lo que creo. —Lejos de contestar, me aferro más a su cuerpo en busca de alivio y entiende que no es momento de preguntar más.

¡DÉJAME VERTE! (COMPLETA POR TIEMPO LIMITADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora