CAPÍTULO 58

5.6K 856 77
                                    

Tres semanas después...

Es increíble lo rápido que pasa el tiempo cuando estás bien. Hace apenas unos meses los días se me hacían eternos, y ahora, parece que vuelan.

Por fin Jaime y yo estamos teniendo algo de tiempo para nosotros y lo estamos aprovechando para conocernos un poco más a fondo. Gustos, hobbies, comidas favoritas... Con todo lo que pasó a nuestro alrededor, nunca pudimos centrarnos en esos detalles y ahora los atesoro como si fuesen mis bienes más valiosos. Sé que nos ayudarán a construir un bonito futuro juntos, porque si algo tengo claro, es que quiero pasar el resto de mi vida con él. Quizás es pronto para pensar en eso, porque apenas estamos empezando y es posible que me esté dejando llevar por la emoción inicial, pero viendo cómo se preocupa por mí desde que nos conocimos y el esmero que pone en cada cosa que hace con tal de agradarme, lo tengo claro. Si no fuese por su manía de observarme durante horas mientras duermo o de despertarme cuando más a gusto estoy con sus besos, Jaime sería un hombre casi perfecto.

—Tenemos que irnos ya... —dice mientras una nueva lluvia de besos, esta vez en mi hombro y en mi cuello, cae sobre mí.

—Es pronto... —protesto. Las temperaturas ya están bajando y no me apetece nada salir de entre las sábanas.

—Al final llegaremos tarde.

Cuando me rodea con sus grandes brazos, todavía me dan menos ganas de levantarme.

—Elisa no se irá del hospital.

Todas las mañanas, sin fallar ni una sola, hemos estado yendo a visitarla. Su barriga crece por días, y aparte de su obligado reposo, del que la pobre está deseando deshacerse, parece que la pequeña se está nutriendo perfectamente y, poco a poco, está alcanzado el peso que corresponde a su mes de gestación. El que Elisa esté en posición horizontal la mayor parte del tiempo, está ayudando a que el flujo sanguíneo de la placenta se normalice y pueda oxigenarse mejor.

—Si no te das prisa, no llegarás a la ecografía.

—¡Mierda! —Levanto mi cabeza—. ¡Es verdad! —Hoy le harán una nueva prueba para saber cómo siguen los pulmones de la bebé y no quiero perdérmela. Me levanto con rapidez y cuando comienzo a sacar la ropa limpia del armario, veo que Jaime sigue en la cama—. ¡Venga! —Lo apremio y me ignora.

—Tú sigue que ahora voy yo. No estoy dispuesto a perderme este bonito espectáculo.

Su mirada pícara me lo dice todo y no puedo evitar sonrojarme. Con las prisas había olvidado que estoy completamente desnuda.

—¿Por qué eres así? —Le tiro la primera toalla que veo y se carcajea mientras sigo buscando la ropa que quiero ponerme.

—Porque me encantas...—Sin que lo espere, me abraza desde atrás, atrapando con delicadeza mis pechos y noto su cuerpo caliente en mi espalda—. Me tienes loco —gruñe en mi hombro al tiempo que presiona su erección contra mi zona lumbar y no puedo evitar comenzar a excitarme. Se muestra siempre tan ardiente y apasionado cuando hacemos el amor, que cada vez que me toca de esa forma, o se me insinúa de cualquier otra, mi cuerpo me traiciona y acepto sin pensarlo todo lo que esté dispuesto a entregarme.

Sus manos recorren ahora mis glúteos, acariciándolos sin descanso y cuando la piel de mi cuerpo reacciona a su tacto, me gira muy despacio para besarme en la boca y lo hace de un modo tan intenso, que me roba el aliento

Nuestras respiraciones, reconociendo lo que viene, se agitan a la vez y cuando una de sus manos levanta mi pierna, mi teléfono comienza a sonar y me cuesta varios segundos saber lo que es.

—Mierda... —Me quejo y Jaime tras darme un último y rápido beso, me suelta para que vaya a atenderlo—. Es Elisa —digo extrañada. Se me hace raro que me llame tan temprano y lo único que se me ocurre es que quizás necesite que le lleve algo. Hace un par de días me comentó que se le estaba rompiendo el cable del cargador de tanto tirar de él hacia la cama—. Hola, preciosa —respondo al momento y la oigo quejarse— ¿Elisa? ¿Estás bien?

¡DÉJAME VERTE! (COMPLETA POR TIEMPO LIMITADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora