Mientras el informático se hace cargo, tratan de calmarme, pero no puedo dejar de pensar en cuánta gente lo habrá visto ya y, sobre todo, si algunos de ellos serán mis compañeros. Ahora entiendo todos esos mensajes que me estaban llegando sin parar. Estoy convencida de que eran del Seductor comunicándome las visitas que estaba teniendo el vídeo. Debe haber cambiado de número porque cuando han intentado localizarlo en el antiguo, ya no estaba operativo.
Cuando logran por fin sacarlo de la web, respiro algo más aliviada, pero no puedo dejar de plantearme si debería acudir a mi trabajo mañana. ¿Y si lo han visto? ¿Y si me convierto en la comidilla de la oficina? Le comunico mi inquietud al policía y en confianza me aconseja inventar cualquier excusa para no acudir en unos días y aunque sé que eso me supondrá un problema, empieza a darme igual. En estos momentos prefiero tener salud mental, antes que un empleo.
De camino a la casa, no puedo dejar de revisar mi teléfono por si alguien comenta algo de lo ocurrido en el grupo de la empresa y al no encontrar nada, la incertidumbre me mata. Tentada a llamar a Teresa, se lo comento a Jaime y rápidamente me quita la idea, alegando que, si por casualidad nadie se ha enterado todavía, eso despertaría los rumores. Teresa es una persona increíble y confío en ella, pero es cierto que, si no quiero que se sepa algo, es mejor no contarlo porque tarde o temprano se le puede escapar, aunque no sea con mala intención.
Al llegar, lejos de irse al bar como creía, me acompaña y cuando se asegura de que estaré bien, se despide, pero antes de que alcance la puerta, recuerdo algo y lo llamo.
—¡Jaime, espera! —Se gira al oírme—. Me dejé el cargador del portátil en mi apartamento...
—Ufff —mira al vacío, pensativo y cuando cree haber encontrado una solución, me devuelve la atención—. Si quieres, puedo ir yo a recogerlo. Dime dónde está y te lo traigo.
—El problema es que aparte de eso, necesito algunas cosas más. Salimos tan rápido anoche que olvidé casi todo. ¿Sería muy loco si fuese contigo?
Al estar con él, no sentiría tanto miedo.
—No lo sé... —expone preocupado.
—Solo tendrías que subir conmigo mientras recojo todo, dudo que se me acerque si ve que estoy acompañada. Al menos hasta ahora nunca lo ha hecho. —Aprieto los labios y viendo que no responde, continúo—. Después y para que no tengas que regresar hasta aquí de nuevo, puedo quedarme trabajando en el bar contigo y así al menos me siento un poco más acompañada. —Miro a mi alrededor y entiende lo que quiero decir. Todo esto es nuevo para mí y no me siento tan cómoda como me gustaría.
—Está bien —dice por fin y exhalo—. No creo que haya problema. Si se acerca le parto la cara y asunto arreglado —Me guiña un ojo y no puedo evitar sonreír.
Varios minutos después ya estamos en mi apartamento y tras revisar que todo esté en orden, comienzo a preparar lo que me hará falta y que por las prisas me olvidé la noche anterior mientras que Jaime me ayuda. Cuando estoy metiendo en una bolsa varios productos de higiene, su teléfono le avisa de que tiene una llamada y al terminar de hablar, viene hacia mí.
—Necesito bajar un momento al bar. Ha llegado un camión con varios productos y el camarero está teniendo problemas.
—Vale, no te preocupes —comento tratando de esconder lo que eso me provoca. Tener que quedarme sola en mi apartamento, no es algo que estaba en mis planes.
—Cierra bien la puerta y ahora cuando suba, me abres.
—De acuerdo... —Lo acompaño hasta el descansillo de la escalera y cuando se marcha, hago lo que me ha pedido.
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¡DÉJAME VERTE! (COMPLETA POR TIEMPO LIMITADO)
RomanceAVISO: Esta historia NO ES APTA PARA TODOS LOS PÚBLICOS. Puede herir la sensibilidad del lector (fuerte y explícita). La autoestima de Ruth roza niveles mínimos después de la dura traición de dos personas a las que quería. Creyendo que la ayudaría a...