Y han pasado dos días desde que la policía atrapó a mi jefe y desde entonces no hemos parado ni un solo momento. Nuestras visitas continuas a la comisaría y los interrogatorios, tan necesarios como interminables, en los que los agentes buscan más pruebas para saber hasta dónde han llegado, apenas nos están dejando tiempo para nada y cada vez que regresamos a casa, lo único que hacemos es dormir. Estamos totalmente agotados, tanto física como psicológicamente, y la presión a la que hemos estado sometidos en las últimas semanas ya se está notando. Lo único bueno de todo esto es que, por fin, podemos respirar tranquilos. Ya no recordaba cómo era salir a la calle sin tener que mirar atrás o el simple hecho de abrir un mensaje o atender una llamada, sin tener la sensación de que el corazón me vaya a explotar en cualquier momento. Reconozco que todavía se me encoje el estómago cuando eso pasa, pero en el momento en que recuerdo que ya están entre rejas, de algún modo, se me pasa. Sin duda, he estado viviendo en una horrible pesadilla que no le deseo a nadie.
Mil veces leí sobre los peligros de internet, pero jamás llegué a pensar que algo así pudiese pasarme a mí, y al final, no solo me ha ocurrido, sino que casi me cuesta la existencia. Sin contar que me he llevado la sorpresa más desagradable de mi vida. Cuando uno juega con fuego, siempre se quema...
Pensar que con quien he tenido esos encuentros ha sido con el asqueroso de Otto, me revuelve las entrañas y más cuando recuerdo que, ignorante de mí, consentí que me tocara, o peor aún, que sintiese placer con ello... Varias imágenes bombardean mi mente y al reprimir una arcada, Jaime me busca con la mirada.
—¿Te encuentras bien?
Se preocupa y para tranquilizarle, asiento. Nunca llegue a contarle todo, ni creo que vaya a hacerlo. Hay cosas que necesito guardármelas para mí y esa es una de ellas. No hay necesidad de dar detalles, sobre todo si te hacen sentir mal o te preocupa lo que la otra persona pueda pensar... conoce la esencia y eso es más que suficiente.
Sé que esta sensación y estos malditos pensamientos me van a durar en el tiempo, pero si hago caso a mi psicólogo y confío en sus palabras, poco a poco y a medida que me vaya acostumbrando a vivir con ellos, irán remitiendo. Por el momento dudo que eso ocurra y, aunque sé que voy a tener que lidiar media vida conmigo misma, voy a poner todo de mi parte para recuperarme. Merezco ser feliz tanto como cualquier otra persona y ya bastante tengo encima como para auto torturarme más. Necesito aprender a quererme, y después de esta vivencia, estoy planteándome todo de otra manera. Lo que no te mata, te hace más fuerte y a eso es a lo único que me quiero agarrar.
Después de descubrir que mi jefe estaba en el ajo y que, la razón real por la que me llamó al hospital, no era precisamente para ofrecerme trabajo, sino para asegurase de que todavía seguía allí y así poder entrar sin miedo al apartamento de Jaime, me dejó completamente en shock. Pretendía hacerse con mi ordenador, pero no contó con que la policía se le adelantó y se lo llevó antes de que él pudiese recuperarlo. Cuando los agentes entraron al apartamento, él acababa de salir y al encontrarse con varios coches patrulla aparcando en la zona, decidió esconderse en el edificio de al lado hasta que creyó que podía marcharse sin riesgo. Al parecer, buscaba eliminar en mi portátil algunas pruebas que lo incriminaban directamente y le salió mal. Resultó que, la segunda conexión que la policía había encontrado y de la que desconocía su procedencia, era suya y estuvo conectándose a mi cámara durante semanas para espirarme. Según él mismo ha confesado, tampoco se perdió ninguno de los ciber-encuentros que Otto y yo mantuvimos... porque este lo avisaba para que estuviese presente y luego se intercambiaban mis fotos y vídeos como si fuesen cromos. Mi jefe insiste en que él solo miraba, mientras que Otto llevaba a cabo la práctica. Es increíble que hayan estado haciendo eso cuando ambos tienen pareja estable y mi jefe hasta hijos...
Durante meses se dedicaron a practicar ese tipo de juegos en la red y gracias a eso y a los datos que guardaban en sus discos duros, la policía ha podido contactar con algunas de las víctimas. Otto sin duda era el cabecilla y cuando lo atraparon, mi jefe supo que sin él estaba perdido, y en medio de la desesperación, quiso hacerme creer que el Seductor seguía libre por medio de un número de teléfono nacional, cuando Otto siempre usaba números extranjeros difíciles de rastrear y eso hizo que la policía lo encontrara. Intentó dar un giro a la investigación para que fuese más difícil localizarlo, pero lo hizo tan mal, que consiguió todo lo contrario y se cercó él solito.

ESTÁS LEYENDO
¡DÉJAME VERTE! (COMPLETA POR TIEMPO LIMITADO)
Lãng mạnAVISO: Esta historia NO ES APTA PARA TODOS LOS PÚBLICOS. Puede herir la sensibilidad del lector (fuerte y explícita). La autoestima de Ruth roza niveles mínimos después de la dura traición de dos personas a las que quería. Creyendo que la ayudaría a...