CAPITULO 26

6.3K 878 124
                                    

Cuando mis padres por fin logran calmarse, agradecen a la policía su ayuda, y cuando estos se marchan aún tienen ganas de seguir con la reprimenda. Resoplo y lejos de defenderme, bajo la cabeza y dejo que se desahoguen. Si hablo, la cosa se pondría mucho peor y no tengo ganas de alargar más la discusión. Mi mente está en otro lugar y la preocupación no me deja centrarme en otra cosa. No puedo creer que no haya ido a trabajar, no sé cómo se lo tomará mi jefe, pero está claro que muy mal. Casi puedo saborear el despido ya. Al pensar en "saborear" rápidamente viene a mi mente Jaime y mi corazón late con fuerza. Ayer nos besamos y estuvimos a punto de hacer algo que seguro nos hubiera costado asumir después. Y hoy..., ni siquiera lo he avisado para decirle que no nos veríamos, aunque según terminaron las cosas, seguro que esperaba algo así e imagino que no le ha pillado de susto.

Viendo que es demasiado tarde para que mis padres se marchen a su casa ya que viven lejos, les convenzo para quedarse y aunque en un principio se niegan, saben que tengo razón y no les queda más remedio que aceptar la invitación. Mi madre todavía molesta, me ayuda con las sábanas y cuando terminamos encargamos algo para la cena. Con el ambiente un poco menos tenso, nos acomodamos en el sillón y aprovecho para revisar mi teléfono. Hasta ahora y por miedo a encontrarme algo en él que no quisiese leer, no lo había hecho. ¿Y si me han despedido por teléfono? Lo último que quiero es que mis padres se enteren. Volverían a ponerme la cabeza como una bomba y ya he tenido suficiente por hoy.

Desplazo las notificaciones y la primera que llama mi atención es una del Seductor. No sé qué querrá ahora, pero la reservo para después, sabiendo que puede contener algo fuera de lugar, no quiero arriesgarme a abrirla delante de mis padres. Sigo buscando y hago lo mismo con las de mi jefe. Esas las leeré cuando ya esté en la cama. Soy totalmente transparente para mi madre y en cuanto leyese lo que pone en ellas, seguro que descubrirá que algo me pasa. Al ver que también hay dos de Jaime, me nuevo nerviosa y mi querida madre no tarda en darse cuenta. No se le escapa una y como si fuese un águila al acecho, se gira hacia mí para mirarme. Desde pequeña siempre me pregunté cómo lo hacía. Debe tener algún tipo de súper poder y nos lo oculta.

—¿Te pasa algo?

—Em... nada. ¿Qué me va a pasar?

—Llevas un rato que parece que tienes lombrices.

—¡Mamá! —La riño y oigo a mi padre reír.

Tras intentar convencerla de que todo está bien, seguramente sin éxito y no viendo el momento de poder leer tranquilamente, decido despedirme y me voy a la cama. Después de tanto como he dormido, no tengo ni una pizca de sueño, pero la impaciencia está pudiendo conmigo.

Acomodo la almohada detrás de mi cabeza, sabiendo que esa será mi postura en las próximas horas y decido empezar con los mensajes de mi jefe. Con las manos temblorosas los despliego sin abrirlos para que no quede registrado que estoy en línea y con el primero ya me hace saber que no está nada contento.

*¿Dónde estás? Hace más de veinte minutos que deberías estar aquí.

Paso al segundo y aprieto los dedos de mis pies, como si haciendo eso me fuese a afectar menos.

*¿En qué estás pensando? Ya ha pasado una jodida hora y uno de tus clientes lleva rato esperando. Como tenga que ofrecerle una oferta por tu retraso, te la descontaré de la nómina.

—Dios mío... —Aprieto ahora los ojos y expulso el aire mirando al techo.
Los siguientes son más de lo mismo y el último me preocupa:

*Dos clientes, dos PUTOS clientes que he perdido por tu culpa. Esto te va a costar caro. Y ni siquiera has tenido la decencia de avisar. Espero que mañana estés aquí a tu hora porque vamos a hablar. MUY SERIAMENTE.

¡DÉJAME VERTE! (COMPLETA POR TIEMPO LIMITADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora