LOVE OR DIE - La decisión es tuya ©

12. Copas de más.

- Capítulo Doce: Copas de más -

Edward Roller

— Adios, mamá.

Decía mientras salía de mi casa, era de noche y Gustavo estaba afuera esperandome mientras miraba por su celular. Apenas me acerqué notó mi presencia y guardó su aparato para empezar a caminar.

— No estoy seguro de esto, Gustavo.

— ¡Vamos!, Algunos de nuestro salón también irán, además, este reencuentro de la promoción del colegio será genial.

— ¿Ir a una discoteca a estas horas?, Prácticamente son las nueve de la noche, yo debería estar durmiendo.

— Escuché que Melissa iría.

— ¿Y?, No me digas que la invitaste, ¿sabes que no se controla con el alcohol?

— Oye, relájate, lo más seguro es que ahorita ya salga de su casa. Ya no tienes enamorada, así que mereces divertirte, ¿Y quién más que Melissa para eso?

Sobé un poco mi cuello por la incomodidad

— Tsk.... Está bien.

— ¡Sí!, Entonces vamos.

Ambos nos habíamos acercado a la casa de melissa. Había tardado unos minutos, pero después la ví salir de su casa toda vestida para la ocasión.

— Créeme que yo ni siquiera sabía nada de esto.

Aclaré. Gustavo muy contento dijo.

— Pero lo van a disfrutar, mejor dicho vamos a disfrutarlo, ya que es... VIERNEEESSS.

Verlo así tan feliz nos dió tanta risa, que soltamos unas pequeñas carcajadas para luego sentir como melissa me agarró del hombro.

— Gustavo tiene razón, hay que disfrutar la noche, Edward.

— Tenemos que apurarnos, ¿no?. Al menos hay que ir puntuales. - Hablé, ignorando sus palabras y soltándome de su agarre para empezar a caminar.

Nos acercarnos en la esquina para esperar un taxi, los minutos pasaban y ningun chofer llegaba al lugar y otros cobraban de más. Gustavo notando que estábamos estresados, trato de calmarnos con una leve sonrisa.

— Tranquilos, iré a buscar a la otra esquina algún taxi.

— De acuerdo.

Nos había dejado unos minutos solos, era muy extraño verla después de lo que pasó, así que tan sólo volteé a mirar al lado contrario, mientras colocaba mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta.

— ¿Estás segura de qué no sientes frío con esa ropa?

Pregunté sin siquiera voltear a verla.

— ¿Qué tiene mi ropa?

— Nada, es sólo que está algo corta, ¿no lo crees?. Y hace mucho frío.

— Estoy bien, si llega a pasar cualquier cosa... Tú estás ahí para mí, ¿no es así?

— Eh...

— ¡Chicos!, Ya encontré un taxi, vengan!

— ¡Ahí vamos! — Caminé hacía donde estaba Gustavo, esperamos a que Melissa ingresara primero al taxi para luego nosotros hacer lo mismo.

Durante todo este pequeño tiempo, mientras nos dirigiamos a aquella discoteca, ambos no hablamos casi nada.

Cuando al fin llegamos, pudimos ver a algunos compañeros nuestros del Colegio, saludandonos desde una pequeña mesa que quedaba en una esquina.