Tras la pista de los Uruk-Hai

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Aquella carrera le estaba resultando demasiado pesada.

Llevaban horas corriendo sin parar y Aelin se resentía por el shock que había sufrido cuando descargó su energía sobre aquel Uruk-Hai. Pero, al menos, no estuvo postrada sin fuerzas varios días, como aquella vez que, aunque su padre le administró remedios, tardó bastante en recobrar las fuerzas. Supuso que la fortaleza que Galadriel le transmitió era lo que la había hecho resistir ante aquella intensa descarga de sí misma que volcó sobre su atacante en un acto desesperado.

Fué un regalo valioso, sin duda, y un verdadero privilegio llevar en su interior un poco del espíritu de la Dama de la Luz, altísima elfa, venerada por su pueblo y respetada ante todos. Aelin se sentía orgullosa e inmensamente agradecida por el don recibido.

La joven intentaba alcanzar a los otros. Estaba casi recuperada, pero aún necesitaba algún descanso para terminar de recobrarse.Por aquellas planicies que recorrían, en lo alto de unas vastas colinas, se dejaba ver bajo ellos un imponente desfiladero, el cual un brillante río, surcaba zigzagüeante entre sus curvas y caprichosas formas, que lo dirigían a su antojo hasta perderse de vista en la distancia.

Gimli la asombraba.

El enano corría delante de ella, a varias decenas de metros sin disminuir la velocidad.Parecía mentira que un habitante de oscuras y cerradas grutas tuviese la resistencia necesaria para efectuar durante todo el día una carrera como aquella, tenía las piernas cortas, pero resistentes.

Aragorn y Legolas los aventajaban bastante, sobre todo a ella, que ansiaba el momento en el que el montaraz ordenase un alto para poder descansar.

Al fin, al caer ya la tarde, el montaraz decidió detenerse para pasar la noche, no sin mostrar en su rostro una gran preocupación por la suerte de los pequeños hobbits.

_Haremos un fuego y descansaremos lo justo y necesario para recuperarnos un poco y continuar dentro de unas horas_dijo Aragorn, dejando caer bajo una gran roca su escaso equipaje y sus armas_.¿Te encuentras bien, Aelin?

_Sí_respondió ella, descolgándose el saco de la espalda_, sólo necesito éso, descansar un poco.

Gimli recogió un poco de leña que encontró por los alrededores y encendieron un cálido y reconfortante fuego, sentándose los tres alrededor de su calor, liados en sus capas.Hacía frío y la humedad de la noche calaba sus ropas, pero las capas élficas que les habían proporcionado en Lorien, actuaban como un aislante, impidiéndoles que el rocío nocturno se introdujera bajo ellas, conservando su propio calor corporal.

_Hemos olvidado traer algo de comida_observó Gimli_, esperemos dar alcance a esas bestias antes de caer desfallecidos por el hambre.

_Todos somos resistentes, maestro enano_lo animó Aragorn_, y nuestras intenciones son prioritarias... espero que aún sigan con vida.

_¿Por qué crees que se los han llevado?_preguntó Aelin_No los mataron, y sin embargo, estaban dispuestos a hacerlo con los demás.

_No lo sé_respondió el montaraz_, pero algún oscuro propósito los ha empujado a ello_el hombre se recostó sobre el suelo, con su equipaje bajo la cabeza_, descansemos, mañana será otro largo día de apresurado camino.

Gimli también se echó y empezó a roncar casi instantáneamente, con lo que la elfa se quedó sola y se dejó caer con la espalda apoyada sobre la roca que tenía detrás. Entrecerró sus claros ojos y, ante el reconfortante fuego, buscó el merecido descanso que necesitaba.

La noche pasó tranquila y silenciosa, sin nada que la alterase, y las primeras luces del amanecer pintaron el este de un azul desvaído, precediendo al sol que pronto asomaría sus primeros rayos, los cuales acompañarían a los cuatro durante toda la jornada.

ESDLA,una elfa en la CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora