Gratos reencuentros

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_Aquí estarás cómoda_le dijo Eowyn abriendo la puerta_, supongo que no se parecerá en nada a lo que estás acostumbrada, pero es confortable, espacioso e iluminado.

La rubia anfitriona le había cedido a Aelin una de las habitaciones de invitados del castillo. Ésta disponía al fondo de un gran ventanal por donde la luz entraba a raudales iluminando la estancia en casi todos sus rincones, y bajo ella descansaba una bañera de metal ovalada cubierta por un biombo de tela, protegiendo al invitado de miradas indiscretas.  Una cama cubierta de mullidas mantas dejaba caer su elaborado cabecero de madera sobre una de las paredes, y a su lado, una mesita del mismo labrado del cabecero, servía de soporte para un candelabro de plata, también labrada. A los pies de la cama, unido a la pared de enfrente, había un escritorio de brillante madera oscura con cajones y diversos compartimentos, rematado en su tablero con un candil y bajo él, un banco alargado de idéntico juego invitaba al lector o escritor a sentarse sobre su acolchada piel de vaca. Junto al escritorio se hallaba un robusto y enorme armario de pesada madera y por las paredes lucían escudos colgados, espadas cruzadas sobre ellos y estandartes y tapices con motivos de los Rohirrim.

_Es perfecto, gracias, Eowyn_le agradeció ella_.

_Puedes asearte cuando te instales_le dijo la mujer_, te he mandado llenar la bañera. En el armario he dejado algo de mi propia ropa, ya veo que no llevas apenas equipaje.

_Tuvimos unos problemas a orillas del Anduin y fué preciso dejar muchas cosas allí, sólo traigo conmigo ésto_dijo refiriéndose al saco_,un vestido dentro enrollado y las armas...aunque también perdí la espada que me regaló mi hermano Elrohir.

_Puede que la encuentres en la armería, lo han llevado todo allí. Puedes buscarla cuando quieras, seguramente la hayan unido a las de los elfos y la encuentres sin tener que hacer horas extras. Son buenas espadas, por lo que he visto, fuertes pero ligeras.

_Sí_respondió ella_, tenemos buenos herreros en nuestro pueblo, sin menospreciar los vuestros, por supuesto.

_Me gustaría mucho conocer más cosas de la Hermosa Gente_le dijo Eowyn_, aunque ahora Edoras rebose de elfos,tengo mucha más confianza contigo..._rió_supongo que podrás contarme algo cuando las dos tengamos oportunidad de charlar.

Aelin estaba encantada.

_Por supuesto, echo de menos mi hogar y mi familia,me vendrá bien recordar todo aquello.

_Te entiendo, es difícil separarse de los que amas_le dijo Eowyn con amargura_.

Aelin se dió un buen baño caliente y, al terminar, se puso uno de los elegantes vestidos de Eowyn, las dos tenían tallas parecidas y le quedaba perfecto. Eran como marcaba la moda de las mujeres del sur de la Tierra Media, entallados a la cintura y de mangas muy amplias, de escote cuadrado o redondo, no demasiado diferentes a los de su gente en cuestión de diseño, pero sí en el tejido, pues los elfos cultivaban sus propias plantas y sacaban de ellas las fibras para su posterior tratamiento e hilado..

Eligió el más cómodo para poder moverse con soltura,a lo que estaba acostumbrada, y seguidamente se echó en la cama a descansar.No había podido hacerlo bien desde hacía días,y para colmo,la furiosa noche en Cuernavilla había terminado por pasarle una buena factura.Entrecerró los ojos y se dejó llevar por el sueño élfico,sumida la mente en ensueños placenteros y desconectándose de las inquietudes aunque fuese durante un par de horas.

Haldir y ella habían quedado para verse y pasar un rato después de un descanso y retomar la charla que habían dejado pendiente en Lorien.

No era nada importante,tan sólo una conversación trivial en la que ambos se acompañaban mutuamente y terminaban de conocerse como adultos,en lugar de sus infantiles charlas y movidos juegos de niñas.

ESDLA,una elfa en la CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora