El aviso de los Crebain

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Nota: Capítulo un poco angustioso por contener escenas de violencia y dolor.


Saruman le puso las manos a la joven a ambos lados de la cabeza.

_Ese viejo carcamal que tuvo la osadía de apropiarse de lo que me pertenece, ha sido tan negligente de poner a mi alcance un sustituto. Eres mi nuevo Palantir, Aelin, hija de Elrond.
_¡¡No!!_gritó ella de pronto dándole un manotazo y sacándoselo de encima_¡Jamás permitiré que uses mi don para tus propósitos!
_Guerrero_ordenó Saruman con tranquilidad_.
El Uruk-Hai avanzó hacia la elfa y la sujetó con fuerza por la espalda, aprisionándole los brazos.
_¡Suéltame!_gritó Aelin, debatiéndose entre la cólera y el terror. Miró al mago_¡No puedes acceder a mi interior si yo no te lo permito!
_Lo harás, jovencita_contestó él_, de ti depende si por las buenas, por las malas...o por las peores.
_¡No me asustas con tus amenazas!_gritó ella, forcejeando contra los brazos del robusto orco_¡Pelearé hasta la muerte antes de consentir que te salgas con la tuya!
La puerta se abrió de golpe.
_Amo_dijo Grima al asomarse_, los Crebain han dado el aviso.
_¡Sucia rata traidora!_le gritó Aelin al verlo_¡Esto es obra tuya, malnacido! ¡Te equivocas si crees que tu amo te compensará por tu trabajo! ¡Te matará cuando le estorbes!
_Silencio_dijo Saruman_.Grima, cierra todo el flanco norte y desbloquea el pasadizo, como te dije.
_Sí, mi señor_dijo éste antes de desaparecer por la puerta_.
El mago se volvió hacia Aelin, quien aún seguía aprisionada por el cuerpo del fuerte orco.
_Creo que a ésta jovencita le hace falta algo de...persuasión, guerrero, ¿no lo crees así? Dime, Aelin, ¿temes al dolor?
La elfa le clavó una fiera mirada en sus ojos.
_Soportaría un millón de eras en la tortura antes de permitir ensombrecer mi mente al espíritu de Sauron, y moriré sin duda si con ello te lo puedo impedir.
Saruman sonrió y dejó caer una risa floja.
_Elfos...elfos y su eterna lucha a favor de la luz_dijo el mago_, dispuestos a entregar sus vidas inmortales a favor de lo que consideran puro y verdadero...ingenuos, a pesar de todo, débiles y huidizos tras esa fachada de una raza que se dice roza la perfección...¡idiotas!_gritó de pronto, transformando su rostro en cólera_¡Sóis débiles criaturas, pusilánimes y frágiles como una hoja seca, capaces de romperse y desintegrarse bajo la pena por lo que aman!
_Escúchame bien, mago decrépito_dijo Aelin retándolo_.No te equivocas en tus suposiciones...si intentas torturarme, yo misma me quitaré la vida despojándome de toda mi fuerza vital descargándola sobre ti. Te juro por los quince Valar de Ilúvatar que lo haré.
Saruman oía a Aelin admirándose de su sólida determinación.
_¿Estás decidida a luchar por el mundo que los elfos abandonan poco a poco?_le preguntó él_¿Estás dispuesta a enviar tu alma a las Estancias de Mandos por una tierra que ha dejado de pertenecerte?
_¡Sí!_dijo ella sin dudar_¡Porque nunca traicionaré a la sangre de los Eldar sometiéndome voluntariamente a las sombras!
Saruman volvió a sonreir.
_¿Y qué tal si no fuese tu vida la que dependiera de tu negativa?
Aelin lo miró sin entender.
_¿Qué tal si después de tu muerte cargases sobre tu conciencia el dolor de una tortura y la posterior muerte ajena? Jamás saldrás de las Estancias, y tu alma vagaría eternamente por sus rincones sin tener otra opción que lamentarte hasta el fin del fin de los tiempos...y esa eternidad se convertiría en tu torturadora en el inframundo, machacándote y aplastándote bajo el peso de la culpa.
La elfa sintió sus palabras como un puñal en el corazón.
_Intentas engañarme, gusano vomitivo_dijo en un murmullo_, no tienes opción de cometer tal locura, estás atrapado en ésta torre, y todo lo que aquí se arrastra me trae sin cuidado.
Saruman se dirigió a una de las ventanas.
_Yo no estaría tan seguro_dijo mirando a través del cristal_,y dudo de que tu arrojo siga resistiendo como hasta ahora...joven elfa de sentimientos transparentes.
El Uruk-Hai empujó a Aelin hasta la ventana y lo que ella vió a través del cristal la dejó sin palabras.

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_Mi señor Aragorn, ¿podemos hablar?_interrumpió Eowyn la conversación que mantenía con Haldir en los establos_.
La mujer parecía nerviosa. Indudablemente había ido a buscarlo. Le prestó atención inmediatamente.
_Os dejaré solos_dijo el capitán elfo_.
_No...no es necesario_dijo ella enseguida_, ésto también es de tu interés.
Haldir la miró extrañado.
_¿Qué ocurre, mi señora?_dijo el montaraz intrigado_¿Hay noticias de Minas Tirith?
_No, aún no_contestó ella_, es Aelin...ha desaparecido.
Aragorn y Haldir se miraron brevemente.
_¿Desaparecido?_dijo el montaraz sorprendido_¿No está en la habitación?
_No, mi señor_respondió Eowyn con pesar_, vuestro compañero elfo salió a buscarla... ayer en la mañana. Aún no han regresado.
_¿Ayer?_preguntó atónito_¿Por qué no dijísteis nada?
_Porque os necesitamos aquí_dijo ella_, el elfo me advirtió que no os alarmarse, y que la traería de regreso, pero...me preocupa que haya podido ocurrirles algo.
_Debemos buscarles_observó Haldir con preocupación_, podrían estar en apuros.
_Y tanto_añadió Aragorn_.Necesitamos caballos, y que alguien busque a Grima...presiento que ese infame está detrás de todo ésto_se volvió hacia el Galadhrim_. Creo que Saruman aún no se ha rendido.
_Mi señor, ¿qué está pasando?_preguntó Eowyn con ansiedad.
_Mi señora_dijo él poniéndole las manos en los hombros_, volveré a Edoras en cuanto encuentre a Aelin, creo que se dirige hacia Isengard, y no es bueno.

ESDLA,una elfa en la CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora