_Moriremos igualmente en vida_susurró ella entre lagrimas_. No quiero una eternidad sumida en la tristeza de la pérdida de lo que amo. Es peor que la misma muerte.
Aelin se separó de él y dió un paso atrás.
_Os equivocáis. Todos_dijo Aelin antes de salir corriendo hacia la puerta y desaparecer tras ella_.
La elfa salió del edificio y corrió hacia el frente, derecha hacia el otro extremo de la extensa Plaza del Manantial, hasta que al fin el suelo de la roca de la montaña se terminó, estrechándose a cada paso de su precipitada carrera, y se detuvo ante el bajo muro que protegía su agudo borde del precipicio.
Ante sus ojos, la oscura nube de Mordor se cernía sobre sus vastos dominios, como dispuesta allí para ella en ese momento, cruel y evidente, la señal de la muerte.
Aelin respiró hondo y de su garganta brotó hacia los vientos un grito de rabia sin palabras que se perdió entre los aires de Minas Tirith. Cayendo de rodillas con las cuerdas vocales distendidas, se sujetó al muro con los puños cerrados mirando al suelo.
Impotencia, rabia, dolor...todo aquello bullía por su cabeza como el oleaje de un mar huracanado, ahogándola entre la espuma sin poder ser capaz de salir a la superficie, sin dejarla respirar, ni pensar con claridad.
Toda la culpa era de ella.
Ya no sólo por haberlo empeorado todo, sino por haberse traicionado a sí misma, haber sucumbido a la debilidad de unos sentimientos apartados por ella misma. ¿Por qué dejó que ocurriera? ¿Por qué cayó en la trampa que se abrió bajo sus pies y no fue capaz de saltar?
Aelin Tindómiel, siempre fuerte y tenaz, decidida a alcanzar sus fines, conseguía lo que se proponía sin dejar que las circunstancias la detuviesen. Y lo intentó... bien sabían los Valar que trató de alejarse, apartarse de lo que su naturaleza le pedía, porque sabía que no era el momento de entregar su corazón a quien podría rompérselo en mil pedazos cuando el destino mostrase su más cruenta cara.
Pero cayó de todas formas y ahora, en aquella lejana y extraña ciudad, su alma ya fusionada se despegaría en dos como un trozo de piel adherido a la carne, llevándose consigo buena parte de la suya para jamás recuperarla.
Un fluir de lagrimas cayó de nuevo por sus mejillas y alzó la cabeza abriendo los ojos al firmamento.
_¿Por qué?_susurró_¿Por qué me haces ésto, Manwe?¡No lo quería!¿Por qué me lo diste para ahora arrebatármelo?¡¡No lo quería!!
Y lloró un rato hasta que no le quedaron más lágrimas que derramar.
Aún dentro del edificio del trono de la Ciudadela, Gandalf, Aragorn y los demás debatían rápidamente la organización de los hombres para la partida. Sus palabras, claras, breves y concisas, se tornaban sordas y sin sentido en los finos oídos de Legolas.
"Es peor que la misma muerte", le había dicho ella antes de sentir cómo su interior se precipitaba al abismo.
Porque él la entendía. Hacía pocas horas lo había experimentado en sus entrañas... y la tortura, el vacío que dejaba la soledad en el espíritu se tornaba negro e insufrible, cegándolo en todos los sentidos ante la realidad y apartándolo de la misma.
Pero no podía permitirle aquello. No podía entregársela a Él, también entonces su muerte sería en vano, cuando desde primera hora siempre había tratado de cuidar de ella y velar por su vida.
Gandalf se percató de la mirada entristecida del elfo y, dejando unos momentos a los capitanes con sus recuentos y disposiciones, se acercó a él.
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ESDLA,una elfa en la Compañía
FanficAelin Tindómiel es la hija menor de Elrond, hermana de Arwen y discípula de su padre en el arte de la sanación élfica. Ambas se parecen bastante físicamente, pero Aelin posee una personalidad muy diferente a ella. Es atrevida, inquieta y decidida...