Lucha por la vida

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La tensión se palpaba en el aire y las primeras gotas de agua comenzaron a caer sobre el Abismo de Helm, convirtiéndose en seguida en una lluvia torrencial rompiendo el absoluto silencio que guardaban las defensas de Cuernavilla.

Los Uruk-Hai se detuvieron en su avance poco más allá de las murallas del fortín y del muro, rugiendo para intimidar a sus adversarios y sacándoles más miedo del que ya los inundaba. Con sus lanzas comenzaron a golpear el suelo al unísono, en una vasta marea de brazos cubiertos de grueso metal.

Los arqueros ya tenían preparadas sus flechas ya cargadas, dispuestos a soltarlas en cuanto recibiesen la orden. Aelin puso una en el arco que le había cambiado al hombre del yelmo y apuntó hacia la primera línea enemiga.

De pronto y sin previo aviso, una cuerda restalló cerca de ella, soltando una saeta, que se clavó en el cuello de un Uruk-Hai, abatiendo así al primero.

_¡Dartho! (¡Quietos!)_gritó Aragorn al ver caer al orco.

El ejército enemigo silenció de repente sus golpes con las lanzas y rugieron furiosos bajo la lluvia. Uno de ellos dió una orden y comenzaron a avanzar en tropel hacia el muro.

_Comienza la batalla_dijo Theoden_.

_¡Tangado a chadad! (¡Preparados para disparar!)_ordenó Aragorn desde la cornisa del muro.

Aelin veía cómo los Uruk-Hai corrían hacia ellos sabiendo que iban a dispararles, pero no los frenaba el temor ni la muerte.

_¡Hado i philinn! (¡Soltad las flechas!)_gritó el montaraz al tenerlos bien a tiro.

Los elfos allí apostados soltaron una descarga que tumbó a un buen número de ellos, pero los que venían detrás saltaron por encima de los caídos y retomaron sus posiciones.

_Lanzad una descarga_ordenó el rey desde la muralla del fortín_.

_¡Disparad!_gritó un subordinado.

Aelin tensó la cuerda del arco al máximo y soltó la flecha que, junto a las de los demás soldados, fueron a parar a los furiosos Uruks, que por alguna razón insistían en abordar el muro antes que el portón.

Una línea de arqueros orcos comenzaron a soltar flechas sobre los elfos, alcanzando a varios de ellos.

_¡No!_gritó Aelin al ver caer a un par de los de su gente, atravesados.

Tenía que cambiar de posición, donde ella estaba no llegaban las flechas enemigas, por lo tanto, era a los elfos a quienes tenía que socorrer.

_¡Pendraith! (¡Escalas!)_avisó Aragorn.

Los Uruk-Hai habían llegado a la base del muro y estaban levantando con cuerdas unas escaleras de madera.

Iban a invadir la cornisa.

Aelin no lo pensó más y se colgó el arco, se giró y salió corriendo por la encharcada cornisa hacia las escaleras del final.

_¡Arquero, vuelve a tu puesto!_le dijo alguien.

Pero ella no dejó de correr hasta encontrar las escaleras y bajó por ellas con toda la rapidez que le permitía aquella pesada y molesta armadura, junto con el yelmo que la cubría, el cual le impedía ver con total libertad.

Descendió hasta el nivel intermedio y giró hacia la derecha, para buscar el acceso al muro.Un poco más adelante, bajo una de las torretas, se abría un arco de piedra donde un par de soldados franqueaban la entrada.

_¡Alto!¡Vuelve a la muralla y defiende desde arriba!_le dijo uno de ellos, deteniéndola.

_¡Voy al muro, con los elfos, déjame pasar!_le pidió Aelin.

ESDLA,una elfa en la CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora