El Sagrario

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Los jinetes entraron al galope en Edoras. Aragorn se sorprendió de que todo estuviese tan en calma cuando la almenara ardía desde hacía más de tres horas. ¿Acaso nadie vigilaba el este, hacia las montañas?
Saltó del caballo y entró como una exhalación hacia el interior del castillo.
Los demás lo siguieron. Aelin descendió de la grupa tras Haldir y subió corriendo las escaleras de Meduseld, precedida por éste y seguida por los elfos, Legolas y Gimli que, nuevamente, tuvo que recibir la ayuda del silvano para no dar de bruces en el suelo.
_¡Las almenaras de Minas Tirith!_gritó Aragorn al irrumpir en la sala del trono_¡Las almenaras arden! ¡Gondor pide auxilio!
El rey y tres de sus capitanes se encontraban reunidos de pie ante una mesa. Alzaron la vista sorprendidos al ver aparecer a Aragorn a toda prisa con aquella noticia y dejaron todo lo que estaban haciendo. Eowyn, desde el otro lado de la sala, acudió alarmada ante la ansiosa llamada del montaraz, acompañada por su hermano Eomer, a quien podía leérsele la sorpresa en la cara.
El resto de la comitiva hizo su aparición enseguida y esperaron expectantes la respuesta del rey.
Durante aquellos segundos que a Aelin le parecieron meses, la elfa sintió su corazón salírsele del pecho. Un ejército unido al de Gondor y las esperanzas del mundo se multiplicarían a favor de la humanidad y el futuro de todos...y el de su hermana.
_¡Y Rohan responderá!_dijo Theoden al fin. Se dirigió a Eomer_¡Convoca a los rohirrim!
El sobrino del rey inclinó la cabeza y se retiró presto a sus órdenes, dejando a su rubia prima en medio de la sala sin moverse un ápice, al igual que todos los allí presentes, quienes se mentalizaban rápidamente que sus vidas volvían a sacrificarse por la justicia.
Echó un rápido vistazo a Legolas, a unos metros a su derecha y entendió perfectamente lo que su mirada, puesta en ella, le decía sin palabras.
_Debo reunir a mis arqueros para la batalla_le dijo Haldir_, Aelin, sé lo que estás pensando, pero ésta vez nos enfrentamos a la más pura crudeza de Mordor, deberías considerarlo...déjanos a nosotros_dijo poniéndole una mano en el hombro_.
_Me quedaré con Eowyn_le dijo ella_.
El capitán de Lorien la soltó y salió a buscar a los suyos.
El rey, seguido de sus capitanes, anduvo hacia la salida del castillo mientras daba órdenes a Eomer, cuando pasaba junto a Aelin.
_Acampa al ejército en el Sagrario. Tantos hombres como encuentres. Tienes dos días. El tercero cabalgaremos a Gondor, a la guerra.
Aragorn caminaba detrás de Theoden y al llegar junto a la elfa, le puso una mano en la espalda, la miró con cariño y siguió adelante.
_¡Gameling!_escuchó a Theoden desde fuera_Recorre aprisa la Marca. Alista a todo hombre capaz en el Sagrario.
_Sí, señor_contestó el capitán_.
En ese momento entendía a la perfección a Eowyn. Ella quería luchar por su tierra y su gente, por lo que quería y no sentirse inútil y marginada por ser mujer, ansiaba la independencia y no presenciar que otros entraban en batalla mientras ella esperaba la victoria o derrota con los brazos cruzados.
Quería formar parte de aquella guerra porque la afectaba.
Igual que a Aelin.
La elfa esperó que todos sus compañeros hubiesen salido y en cuanto Gimli desapareció por el umbral detrás de Legolas, se volvió y anduvo hacia Eowyn.
La dama del palacio adivinó sus intenciones.
_Recoge tus cosas y ven a mi habitación_le dijo la mujer_, tengo más vestidos en el armario.
Aelin sonrió y corrió a hacer lo que le decía.

Haldir había organizado a su tropa en la puerta de los establos. Los poco más de cincuenta elfos trataban de reunir un número suficiente de caballos para desplazarse hacia el Sagrario, un puesto militar y religioso en la ladera de la montaña, poco más al sur de Edoras. Algunos hombres traían de las riendas a las monturas que se habían quedado sin dueño en la batalla del Abismo de Helm y el Galadhrim los repartía entre los suyos.
_He ordenado a cinco de mis hombres que recorran las cuadras familiares buscando más_le dijo un capitán al elfo_, habrá suficientes, ésta es tierra de caballos.
_Gracias, compañero_dijo Haldir_, en tiempos como éstos la resistencia al enemigo no distingue propiedades. También nuestras vidas se prestan a la causa.
El capitán hizo un breve gesto de asentimiento y se retiró de nuevo a seguir con los rápidos preparativos.

ESDLA,una elfa en la CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora