Ojos que vigilan (+18)

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Lemon no muy fuerte en éste capítulo


Grimbold, ya montado a caballo y preparado para partir, observaba con desconfianza al ejército de los elfos, reunidos en la cornisa del Sagrario esperando la orden en la momentánea ausencia de su capitán para descender hacia el valle.

No había visto a la elfa por ningún sitio, quizá ya se hubiese marchado con quien decía ser su progenitor, pero el rey le había ordenado asegurarse y también esperaba al capitán de los Galadhrim para ello.
No podían correr riesgos ni permitir que una bruja elfa permaneciera entre sus familias. Y aquellos elfos, por supuesto la apoyaban, la defendían...era una de los suyos, una extraña en tierras lejanas. Por mucho que Haldir de Lorien dijese que no existían las brujas entre los de su gente, Grimbold no lo creía.
Allí había algo extraño...la repentina aparición de ese ejército en Cuernavilla...¿quién los había avisado? ¿Por qué llegaron a ayudar a los hombres cuando la antigua alianza se olvidó durante tantos años? Tienen la opción de dejar aquella tierra para habitar otra libre de todo mal, una tierra apartada y creada más allá del mar sólo para los elfos.¿Por qué seguían allí?
Al igual que muchos de los soldados, Grimbold no confiaba en ellos.
Haldir apareció ataviado para la batalla y montado a caballo. Llegó junto a sus soldados y dió la orden de partir. Hablaba a los suyos en su idioma, por lo que no podía saber qué decía exactamente.
Grimbold se acercó a él.
_Tengo entendido que Aragorn se ha marchado junto a dos de sus compañeros...¿también se ha llevado a la elfa?_probó a ver qué le decía_.
Haldir tiró de una rienda y enfrentó al capitán Rohirrim. Aquel hombre estaba decidido a vigilarla muy de cerca.
_No_respondió de mala gana_, salió con Lord Elrond, su padre, hace un par de horas, antes del amanecer. No tenéis por qué preocuparos por ella.
_Quizás no de ella,ciertamente_respondió Grimbold_, pero como tú mismo dijiste," en ésta guerra participamos todos"...espero tener que luchar sólo contra un ejército enemigo.
Haldir se acercó más a él. Creyó haber descifrado la indirecta del desconfiado capitán.
_¿Qué intentas decir?_preguntó el elfo_¿Acaso desconfías del honor de mi raza?
Grimbold hizo moverse al caballo con un golpe del talón.
_Haldir de Lorien_dijo el hombre con seriedad_, no llegáis ni a sesenta efectivos. Aquí son muchos más que ese número los que os vigilan. Quédate con eso.
Grimbold dio media vuelta y se fué de allí.
Haldir lo siguió con la vista mientras se iba.
De modo que ahora los Rohirrim desconfiaban de todos ellos. Debía ir con cuidado...y advertir imperativamente a Aelin. Si la encontraban en Minas Tirith, o antes, todos los suyos, incluída ella, podrían caer bajo la superioridad numérica de los soldados de Theoden.
_¡Al valle!_ordenó a los Galadhrim_Cambio de planes, no nos mezclaremos entre las filas de los Rohirrim, marcharemos a la retaguardia de su ejército y nos reuniremos en Minas Tirith..._dijo en voz más baja_si es que llegamos.
Los elfos no hicieron preguntas y obedecieron. Empezaron a marchar unos junto a otros y descendieron por el camino de la montaña. Haldir se entremetió por las filas hasta llegar a Aelin.
_Deberás ocultarte más_le dijo_, el asunto es más grave de lo que creía. Nos acechan, creen que tramamos algo.
Aelin lo miró espantada mientras bajaban la cuesta en zigzag. Desde luego, había metido a todos en un buen problema. Se cubrió un poco más con la caperuza de la capa, pero al fin y al cabo, llevaba la cara al aire.

Serían tres días de cabalgata...tres largos días intentando pasar desapercibida bajo la capa de Haldir. Aunque marchaban a la retaguardia y algo apartados de los hombres, Aelin podía darse cuenta de las miradas que a veces recibían de ellos, aunque fuese a la distancia. ¿Qué pensaban que podían hacer los elfos?
A veces, alguno de ellos se atrasaba un poco disimuladamente para echarles un vistazo, y la primera noche, durante la parada nocturna, los elfos podían incluso sentirse acosados, aunque intentaban no hacer mucho caso de sus descaradas miradas desconfiadas y actuaban normalmente entre ellos.
Aelin sí se sentía mal. La actual situación de los Galadhrim la había provocado ella y por su culpa estaban así. Haldir había traído consigo una de las tiendas y ella se ocultaba dentro en cuanto tenía ocasión para evitar ser vigilada por los hombres.
En aquel momento, ya pasada la medianoche, una brisa templada soplaba en la llanura, en algún punto entre el Sagrario y Gondor. Se hallaba sentada en el interior de la tienda, encerrada y fuera de los ocasionales vistazos de los hombres de Theoden. Haldir había decidido acampar cerca de los soldados para no levantar demasiadas sospechas, con la condición de que ella se mantuviese dentro de la tienda toda la noche.
Aelin, entre la culpabilidad, el encierro y el aburrimiento creyó volverse loca...y eso que sólo habían transcurrido dos días. De vez en cuando apartaba la tela de la pequeña tienda y miraba al oscuro firmamento para divisar lo primero que los elfos vieron en el Despertar de Cuiviénen.
"Aún brillan las estrellas, por lo que puedo comprobar", pensó Aelin con una sonrisa.
Sólo habían transcurrido dos días y aquella noche volvía a echarle de menos como si hubiesen pasado años. ¿Habría llegado ya a la puerta de la montaña?
Aelin volvió a echar la tela y se tumbó sobre las mantas. Cerró los ojos y de nuevo lo buscó dentro de sí misma.
Podía sentirle...
Podía captar su presencia, como aquella vez con Merry y Pippin, y con Frodo, pero a él...casi podía verle. Al igual que Galadriel, ahora tenía la capacidad de representar en su mente a quien ella quisiera. Durante la monótona y tensa caminata del día y las insufribles y largas horas nocturnas, a veces se sumergía dentro de sí misma buscando su ser en la distancia. Tan sólo con sentir su vida, su corazón se apaciguaba por aquellos instantes en que su mente lo representaba y alejaba de ella, de forma temporal, la cruda realidad a la que su vida se enfrentaba en aquellos momentos tan cercanos a una gran batalla.
_Legolas..._murmuró con los ojos cerrados.
_¿Has dicho algo?_preguntó Haldir apartando la tela de la tienda. Llevaba algo en las manos.
Aelin abrió los ojos de golpe y se incorporó casi de un salto. La había asustado, no lo esperaba.
_Oh...no, no lo sé_tartamudeó ella_, creo que...dormía, sí, eso hacía. Dormir de aburrimiento_dijo sentándose_.
El Galadhrim sonrió, entró del todo y se sentó frente a ella.
_Te he traído algo de comer, estarás hambrienta_le dijo el elfo abriendo un paquete ante ella_.
_Gracias_contestó la joven_, no me había dado cuenta hasta que no lo has dicho...¿qué traes? No serán lembas..._dijo haciendo un mohín.
Haldir rió al verle la cara.
_No, no lo son_respondió_, apuesto que soñabas con ellas cuando dormías.
Aelin soltó unas risas contenidas.
_Más bien serían pesadillas...llevo meses tragando lembas como una loca. Creo que ya las odio a muerte.
Haldir empezó a sacar cosas del paquete.
_En ese caso, te daré la satisfacción de poder saborear un rico pan dulce de semillas_decía sacando los alimentos uno por uno_, un buen trozo del mejor queso de Rohan, unas frescas frutas recién cosechadas y unas calientes y apetecibles patatas hervidas con verduras y legumbres de la zona_dijo destapando una olla pequeña, cuyo interior humeaba desprendiendo un delicioso olor que hizo rugir el estómago de la hambrienta elfa.
A Aelin se le hacía la boca agua.
_Por supuesto, por mucha hambre que tengas, no serás capaz de comerte todo ésto, así que te acompañaré en ésta tardía cena_dijo el Galadhrim sonriente_.
Aelin lo miró agradecida.
_Eres un cielo_le dijo ella cariñosamente_, vamos, ¿a qué esperas? Sírvete.
Haldir se levantó.
_Oh, olvidaba algo. Ahora vuelvo_dijo saliendo de la tienda_.
Aelin alisó la manta y repartió la comida sobre la tela que había envuelto todo aquello.
Al poco regresó Haldir con una botella de barro cocido.
_No hay cena completa si no está regada por el mejor vino de Lorien_dijo quitando el tapón de corcho, que emitió el característico sonido del vacío_.
Aelin observó cómo el Galadhrim se empinaba la misma botella y bebía un trago directamente del gollete. Cuando terminó se la ofreció a ella.
_Vamos_le dijo al ver que dudaba_, ahora eres un soldado, aquí no usamos vasos ni cuencos.
La elfa tomó la botella y miró al elfo de reojo.
_¿No pretenderás emborracharme?_le tiró a matar.
Haldir se sintió ofendido.
_¡En absoluto!_respondió él_No insistiré si no quieres, no sé por quién me tomas.
Aelin lo miró de nuevo alzando una ceja y se llevó la botella a los labios, dando un buen sorbo, pero cuando aquel fortísimo liquido le entró por la garganta, se la separó enseguida entre violentas toses. El Galadhrim rió al verla y le dió unas palmadas en la espalda.
_¿Es que quieres matarme?_le reprochó ella cuando se le calmó la tos_¡Es como beber lava!
Haldir le quitó la botella de las manos, divertido.
_Mejor empieza ya a comer_dijo dejando la botella a su lado_, éste licor no es como la cerveza de Edoras, ni mucho menos...sí, no me mires de esa forma_dijo al ver la mirada  

ESDLA,una elfa en la CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora