Calma relativa

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_Nos espera un buen trecho hasta Edoras_le dijo Legolas una vez fuera_.
Le observó el semblante, silencioso y distraído. No había pronunciado una palabra desde que descendieron las escaleras y en ese momento cruzaban la inundada explanada que rodeaba la torre chapoteando en el agua. Aelin se recogía con desgana la falda del vestido y lo soltó cuando traspasaron los dominios de Orthanc.
_¿Aelin? Puedes descansar un poco si lo deseas_insistió_, el bosque de Fangorn nos ofrecerá cobijo.
La elfa levantó la cara para contestarle.
_No_respondió_, prefiero seguir y llegar lo antes posible.
_No podrás hacer todo el camino sin recuperar fuerzas_le dijo él con impaciencia_, aún más sin comer.
Era cierto. Estaba agotada, de cuerpo y de mente, y necesitaba descansar un rato o empezaría a tropezar con sus propios pies.
_Está bien_accedió después de pensarlo unos segundos_, pero no pienso acompañarte colgándome de tu rama_sonrió sin muchas ganas_.
Legolas le devolvió la sonrisa.
La condujo un rato hacia la linde del bosque y se adentraron en la espesura. El bosque se les presentaba oscuro y misterioso, sus gruesas ramas, altas y antiguas como los albores de la humanidad, ocultaban el cielo de Rohan impidiendo que la luz penetrase entre ellas y secara el húmedo musgo que alfombraba el suelo entre sus enormes y sobresalientes raíces.
_Ahora entiendo por qué duermes arriba_le dijo ella sorteando una roca enverdinada_, te empaparías el culo en el suelo.
Legolas, que caminaba delante de ella, volvió la cabeza escandalizado.
_Si encontramos un arroyo, deberías lavarte esa boca malhablada que tienes, bonita forma de...
_Oh, sí_lo cortó ella_," bonita forma de hablar para una dama"...ya lo sé, pero no lo soy, ¿recuerdas?
El elfo se detuvo y se volvió hacia ella, quien dejó también de andar esperando una reprimenda.
_Me alegro de que no lo seas_dijo él con una cálida sonrisa_, es lo que te hace diferente.
Aelin no supo qué responder a eso. La había dejado totalmente baja de defensas.
Legolas la tomó de una mano y tiró de ella.
_Vamos algo más adelante_le dijo empezando a andar_, hay algo más de luz y el terreno podría estar seco.
La joven se dejó llevar a un pequeño claro donde, efectivamente, algunos rayos de sol se colaban entre las ramas permitiendo que el esponjoso musgo estuviese libre de humedad e invitándola a echarse cómodamente sobre él.
_Ahí tienes, todo para ti_le dijo Legolas señalándole un acogedor espacio entre dos gruesas raíces bajo un ancho tronco_, yo me voy arriba.
Se acercó a los pies del árbol y miró hacia la copa, inspeccionando sus ramas desde abajo.
La elfa lo miró con una mueca de desconcierto.
_¿En serio haces eso?_le dijo ella al ver que comenzaba a trepar con agilidad_Era una broma, ya sabía que no duermes en las ramas.
_No sabes nada de nuestras costumbres_le dijo Legolas ya casi arriba_, no dormimos colgados precisamente, pero lo hacemos aquí arriba, por si hay enemigos cerca.
Aelin se inquietó.
_¿Qué clase de...enemigos?_preguntó mirando de reojo a su alrededor.
El elfo ya había llegado a lo alto y estaba oculto entre las ramas, por lo que no lo podía ver.
_De todo_contestó desde arriba_, orcos, trasgos, arañas...en Fangorn no entran los primeros, pero podría haber arañas...son grandes, ¿sabes?, venenosas casi todas, sobre todo las que tienen pinchos en sus patas en lugar de pelo, ésas son las más grandes y las más peligrosas, rápidas con su aguijón y mortales. Nos traen de cabeza a todos los elfos del bosque.
Aelin no necesitaba oir más. Se anudó de nuevo el vestido y subió resueltamente por el tronco del árbol.
_Creo que te haré compañía aquí arriba_dijo Aelin_, seguro que no es tan incómodo como parece.
Legolas rió al verla llegar tan rápido.
_Creí que eras más valiente_bromeó mientras ella buscaba una rama gruesa y segura cerca de él_, en Moria y en Cuernavilla demostraste menos miedo.
_No tengo miedo_respondió Aelin buscando una buena postura para apoyar la espalda sobre el tronco_, da la casualidad de que eres tú quien lleva las armas. No pienso alejarme de ti.
El elfo, de pronto, saltó con agilidad y rapidez desde su posición hasta la rama de Aelin y se le plantó enfrente de cuclillas, con una mano a cada lado de sus rodillas. Aelin no lo esperaba y se sobresaltó. Sus ojos se le clavaron en los suyos como dos puñales.
_Repite eso_le dijo a la joven_.
Aelin no recordaba a qué se refería. Se había quedado completamente en blanco.
_¿Que repita...qué?
_Lo último que has dicho. Repítelo.
La elfa intentó recordar, aunque los ojos de Legolas y su cercanía, insistían sobre ella y le dificultaba pronunciar aquella simple frase.
_No pienso...alejarme de ti_dijo ella tragando saliva_.
El elfo anduvo a gatas por la gruesa rama, pasando con las manos alrededor de sus piernas extendidas hacia adelante y le rodeó las caderas con los brazos, quedando a pocos centímetros de su cara.
_Dilo de nuevo...sólo una vez más_casi susurró él_.
_No pienso alejarme de ti_murmuró la joven conteniendo el aliento_.
Legolas, lentamente,se inclinó hacia ella y,entrecerrando los ojos,dejó caer con suavidad sus labios sobre los de Aelin y se los retuvo unos momentos para luego deslizarse sobre ellos en un beso tan dulce y verdadero que la joven sintió cómo su alma subía por su interior y se unía con la de él,mezclándose y diluyéndose con la suya a través de sus cálidos alientos,y su cuerpo,sin dueña que lo manejara,quiso que una de sus manos se elevara hasta su cuello y la deslizó con lentitud y dulzura por su piel para apreciar la tibieza de la piel del elfo.
Legolas se separó apenas unos milímetros de su boca para pronunciar entre susurros unas palabras espiradas.
_No lo hagas,Aelin,nunca te alejes...
Aelin,hipnotizada por aquel sueño,pasó su mano desde el cuello hasta su cara y lo alzó de nuevo por la barbilla para hallar su boca y volver a perderse en la tibieza y suavidad de aquellos labios que la hundían de lleno en su propio mar de sentimientos.

ESDLA,una elfa en la CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora