27. El Juego De la Caza. I

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Pov. Desconocido.

Tal y como lo había hablado con Darien por teléfono, él me entregó dicha información por si mi plan no funcionaba, aunque probablemente falle, la opción B podría llegar a sacarme de las malas.

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Lo hice, lo logre, pero.... Mi plan À no funcionó, meditando bien mis palabras conté los cuarenta y ocho minutos que faltaban antes de que la vieja bruja apareciera por esa puerta de metal reforzado.

— ¿que tienes que decirme que es tan importante? — inquirió la directora al entrar, voltee a mirarla y sonreí con malicia.

— Amanda, OH dulce e ingenua Amanda, ¿creíste que nadie se daría cuenta de todas las cosas ilegales que haces? — dije mientras Caminaba con los brazos detrás de la espalda, un gesto que era característico en mí.

— ¿d-de que estas hablando? — dijo ella intentando ocultar su notorio nerviosismo, yo reí. — habló de las irregularidades en cuanto a las facturas del psiquiátrico y de los constantes lavados a las cuentas de los padre de tus queridos estudiantes, ellos no se an dado cuenta todavía por qué creen que aportan de forma positiva a la institución y la salud mental de sus hijos.

» ¿pero que pasaría si se enteraran de que sólo aportan más dinero a tu bolsillo para encubrir los asesinatos que ha causado tu querido amigo, al que tanto proteges — dije a centímetros de su cara, y pude ver como palidecio al escuchar mis palabras.

— ¿c-como sabes eso? ¡Quién te lo dijo, dime quien es tu fuente! — exclamó molesta y yo sólo me ergui con soberbia. — no te lo diré, te lo mostraré. — dije divertido, y encaminadome hacia mi librero, le entregue la copia de dichos documentos.

Ella los escaneo con rigor unos minutos, pues la carpeta estaba casi llena, pero con solo leer las primeras hojas pude ver por su cara, pálida y sorprendida, que estaba poniendo a prueba su inteligencia y astucia, pues, si yo llegaba a entregar dichos documentos a la prenda y policía, este lugar estaría atestado de periodistas y policías al despuntar el alba, por eso, ella pensó su siguiente estrategia de forma precavida, pues hablar conmigo siempre podría terminar como un arma de doble filo.

— ¿que quieres? — dijo al fin, y una parte de mi se sintió satisfecha por su rendición, pero sabía que sería demasiado bueno para ser verdad. — ¿más comodidades? ¿Menos clases? ¿Que quieres a cambio de tu silencio? — dijo en fin, y yo sólo reí sin gracia, chasquee la lengua y le mire de forma afilada.

— quiero mi libertad, quiero dejar este piso de porquería e internarme con los del último — solté seco, y ella negó con la cabeza mientras sonreía con falsa seguridad.

— guardias — llamó ella, y uno que custodiaba la puerta entró fijando su atención en mi — lleven esto a mi oficina — dijo ella, entregándole la carpeta.

En cuanto el guardia se la llevó y cerró tras él, Amanda me miró de forma ladina cruzandose de brazos a la espera de mi siguiente movimiento. Una carcajada brotó de mi garganta al ver su ingenua torpeza, la mire desde mi gran diferencia de altura con altivez mientras daba otro paso en su dirección.

— ¿que crees? ¿Que por arrebatarlo de mis manos ya te salvaste? Vaya, pero que ingenua eres — me burle yo.

— si ya no tienes los documentos en tu poder no puedes exigirme nada — dijo ella, intentado demostrar su gran inteligencia.

— te equivocas Amanda, que me lo hayas quitado no significa que la persona que me lo entregó no tenga otra copia, ¿que? ¿No lo había pensado? — dije yo, divertido por su experiencia de espanto. — y déjame decirte que esa persona tiene más libertad de la que tengo yo, él podría entregar esos papeles a manos de las autoridades en un dos por tres.

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