47. Blood The Flour III.

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Pov. Amara Riddle.

Un jadeo de estupefacción escapó de mi garganta al ver lo que había tras aquella persiana. Nunca debí ver aquello, nunca debí seguir a esa cosa, nunca debí adentrarme en aquel lugar con la apariencia de un quirofano-laboratorio.

Y ni más faltaba.

Los experimentos.

Habían tanques de agua, que contenían a criaturas sin forma, pero que se veían vivas y extrañas, reconocí a la misma criatura que me guió a este lugar metida en uno de esos estanques con agua de un extraño color morado.

Sentía mi corazón a punto de salirse por mi garganta, estaba en un laboratorio, uno muy extraño y horrible. Camine por todo el lugar, hasta notar cajones de metal incrustado en la pared, como esos que hay en una morgue, como esos que guardan los cadáveres de los muertos.

Me acerque muy dudosa, sintiendo el miedo a mil y mi pulso por el cielo. Mi mano sostuvo la manija de aquella caja, para luego jalar.

Grave error.

Me aparte asustada, al ver a una chica pelirroja tendida en lo que confirme, eran cajones creogenicos para los cadáveres, la observe con repulsión, su cuerpo estaba en descomposición y estaba muy golpeada, por lo que los múltiples cortes y aberturas en su cuerpo me indicaban, habían huesos dislocados que sobresalían estirando su piel amarillenta, sus ojos estaban huecos y pegajosos, sus ojos ya no estaban, por que se habían reventado y dejándola ciega, o alguien, los había apuñalado. No lo sé.

Luego de observarla con cierta familiaridad, Recordé de donde la conocía, era Gema, la chica en uno de los carteles el día de la protesta estudiantil, el día que vimos los cohetes artificiales en el cielo. Cerré la trampilla y sostuve mi pecho contra mi mano, como si quisiera evitar que mi corazón saltarse tan apresurado.

Fue entonces cuando lo vi.

Y no pude creerlo.

Su cabello rojo, su piel clara... No podía ser, no quería creerlo.

Me escondí lo más rápido que pude tras las puertas contrarias de la habitación, observando por una ventana en ella. Traía una mascarilla, además de una bata, un par de guantes y ropa esterilizada.

— veamos ¿que voy a hacer esta noche? — pregunto a la nada, entonces, camino hacia el cajón continuo al de Gema.

— hola, Allan — dijo con voz maliciosa, y entonces, mi corazón dio un vuelvo.

Allan estaba muerto, yo fui a su funeral, llore en su funeral y coloque mis flores sobre él, lo enterraron bajo tierra, tres metro para ser exactos, pero al abrir aquel cajón, me di cuenta, de que él ya no descansaba en paz. Su cuerpo estaba aquí, atrapado, herido, dentro de aquella congeladora para cadáveres, lo vi sacar el cuerpo en descomposición, un olor nauseabundo inundó la habitación, sentí náuseas de forma instantánea, pero trague grueso tragandome la bilis en mi garganta.

— Ay Amigo, si tan solo no te hubieras metido conmigo, quizás, y tu estaría en tu dormitorio, tranquilo, sereno, y no aquí, como un juguete más — dijo él y en su voz detecte la retorcida diversión.

Hijo de puta....

Una lagrima corre por mi mejilla, Allan había sido un chico inocente, alguien muy bueno para estar aquí, él no debía morir, el debía salir de aquí y vivir una vida tranquila lejos de aquí. Pero no fue lo que pasó, no se le permitió vivir algo parecido.

— sé lo mucho que le importabas a todos aquí, se lo mucho que sufrirían si..... — tomó un cuchillo carnicero mientras volvía a ver el cuerpo de Allan. — todos vieran en el monstruo en el que te convertí — sonrió, y algo dentro de mí tembló con dolor, ¿por qué ? ¿Por qué no lo podía dejar en paz?

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