28. El Juego De La Caza II

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Pov. Amara Riddle.

La noche cayó, y luego de la cena me dedique a contar las horas hasta que todos durmieran cómodamente en sus camas para salir, Sandro y Fede llegaron después de cenar y se quedaron con nosotras hasta que se hicieron las once treinta y cinco con cincuenta y ceis minutos para las doce.

Teníamos que actuar rápido, o de lo contrario no podríamos llegar antes de las doce. Entre todos acordamos que vistieramos ropas negras y livianas, yo repartiria mis armas entre nosotros y saldríamos.

Unos minutos después, cambié mi pijaba azul cielo por el pantalón ( también de pijama) negro con estrellas y un Jersey negro de cuello alto y unas botas militares que guardaba por ahí, de casualidad.

Carolina se puso un gorro de lana negra y una falda de igual color, pero por desgracia, su camisa negra no era.... Precisamente negra, sino blanca, y vaya que yo pude haberle prestado una de las mías, una de mi extensa colección de adornadas camisetas y muchas otras cosas en negro.

Los chicos esperaban por nosotras ambos enfundados en camisetas negra y vaqueros de igual color, ¿que a caso nunca faltaba en el armario de un hombre camiseta y vaqueros en negro? ¡Ambos estaban vestidos iguales! Y de no ser por que sé que es ropa normal, habría jurado que era un uniforme.

— ¿listas chicas? — inquirió Sandro, nosotras  asentimos.

Entregue dagas y cuchillos tan filosos como fuera posible para que todos estuviéramos bien protegidos. Al salir al pasillo, la oscuridad nos recibió con los brazos abiertos, nuestros cuerpos se camuflaban entre las sombras del pasillo brevemente iluminado por la luz que se filtraba por los ventanales.

El silencio era sepulcral, mientras que el único ruido que se escuchaba con ligereza era el sonido de nuestras respiraciones y de nuestras pisadas.

— ¿que haremos entonces? ¿Ir a la oficina o ir por las llaves? —  inquirió Caro. — creo que sería mejor ir directamente a la oficina, pero siento que esto no podría resultar, así que.... Tendremos que dividirnos — dije no muy a gusto.

— ¿¿que?? ¡Pero no hablaste sobre esta posibilidad antes! — exclamó en susurro, y yo sólo suspiré.. — sí lo sé, pero no hay de otra forma, el tiempo corre y tenemos que darnos prisa, Alessandro, tú con Carolina, Federico, tu conmigo — ordene con voz firme.

Alessandro a pesar de la oscuridad del pasillo, conecto su mirada con la mía, nos quedamos en silencio unos minutos, mientras nuestro otros dos amigos se quejaban, Alessandro y yo siempre habíamos tenido esa conexión especial entre amigos, ese tipo de conexiones que sólo tienes una vez en tu vida, tan fuertes que sólo bastaría con una mirada para saber lo que él otro piensa.

Pues así heramos nosotros, Alessandro con tan sólo ver mis ojos supo que dejaba en sus manos a Caro, sabiendo que él cuidaría bien de ella, y que no la dejaría desprotegida mientras él estuviera junto a ella, al igual que protegería a Federico por él, ambos asentímos discretamente, notando que ya los dos niños no peleaban.

Volée a verles y ambos nos miraban extrañado, Fede y Caro compartieron una mirada confundida antes de volver a mirarnos espectantes.

— ya está todo dicho, es hora de irnos, Sandro tiene el reloj, así sabremos cuanto falta para la media noche y yo tengo la libreta para hacer las anotaciones. — dije yo, buscando inquietudes entre nosotros, pero todos asintieron.

— vamos — dije entonces, Caro y Sandro se alejaron por el pasillo de lado izquierdo que era el que llevaba a la salida y entre otros, a los dormitorios de los docentes, en donde entrarían al dormitorio del psicólogo y robarian la llave.

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