20 Oscuridad.

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Pov. Amara Riddle

No sé cuánto tiempo pase en el suelo del bosque, sólo sé, que ya no sentía nada, que tenía un sabor amargo en la boca y un desconsuelo en el pecho, que mis manos ardían por las heridas que mis uñas habían hecho en ellas al clavarlas, cuando me incorpore, solo vi oscuridad a mi alrededor, los árboles se mesian a mi alrededor y el ruido de los grillos y insectos nocturnos predominaba el silencio.

Mire al cielo, buscando un poco de luz, un poco de esperanza, una razón. Pero sólo me encontré con el oscuro cielo estrellado, ¿cuanto había pasado aquí tirada? Mi uniforme estaba sucio y mis mejillas encharcadas mientras que mi piel templada por el frío nocturno enviaba escalofríos a todo mi cuerpo.

Lo veía todo diferente, mire mis zapatos llenos de tierra, y me parecieron ridículos, así que me los quite, y sentí la frialdad del césped bajo ellos, ¿por qué no sentía nada? ¿Por qué no me importaba? Quizás, por que en estos momentos no me interesaban las sensaciones humanas, sino el vacío en mi interior.

Mire a mi alrededor una vez más, y mire las copas de los árboles, mientras que pequeños fragmentos de los que fueron mi infancia junto a la única persona que me amo pasaban por mi memoria.

Las risas retumbaban por todo el bosque, mientras que el viento movía mi vestido azul, limpio, y el viento azotaba mi cabello, suave e impoluto, a medida que me movía con velocidad.

— ¡te voy a atrapar bonita! — me había gritado Fell entre risas mientras corría tras de mí. — ¡no lo creo, Pride!

— ¡Ya veras enana! — dijo él, mientras yo soltava una risotada.

Y así, libre y corriendo por el bosque de la familia Pride, me sentí viva, me sentí feliz, me sentí maravillada, y por un segundo, olvidé el infierno que pasé, olvidé todo el dolor que sentí, y me sentí feliz de que los Pride me hayan habierto las puertas de su casa, aunque estuviera prohibido, pero lejos de las manos de aquel demonio, era feliz, en lo que era un herror, en mi paraíso erróneo.

— ¡Ah! — chille cuando una raíz me hizo caer y rodé la pequeña colina antes de llegar al estanque. — ¡Bonita! — escuche que llamó, pero yo solo me quejaba adolorida en el suelo.

— ¿bonita, estas bien? ¿Te duele algo? — dijo el cuando llegó a mí, se dejó caer de rodillas junto a mí y me acuno entre sus fuertes brazos. — me duele...

— ¿duele? ¿Dónde? — preguntó angustiado, mientras no pude reprimir la sonrisa malvada que curvo mis labios. — ¡Caíste! — exclamé mientras le empujaba de los hombros hasta quedar sobre sus caderas y el en el suelo debajo de mí.

— ¡no me hagas eso estúpida! Pensé que te habías lastimado de verdad — dijo medio molesto, pero yo le ignore.

— te amo — le dije sin despegar mis ojos de los suyos, Fell me miró igualmente y se quedó quieto. — solo tienes catorce años, ¿a caso sabes lo que es amor? — dijo serio, y algo dentro de mí dolió.

— tengo catorce, y tu diecinueve, tu eres ya un hombre, y yo apenas soy una adolescente, pero tengo las cosas bien claras, amor, es la forma en la que me proteges y cuidas, por que me amas, amor, es el por qué de que tú siendo ya un hombre no tengas novia, y una vida en proceso, amor es el que me seas fiel y que me esperes todo el tiempo, de que esperas mi madurez para cumplir aquella promesa de matrimonio que me hiciste, amor, es lo que yo siento por ti, a pesar de todo, de las diferencias, pero si crees que eso no es amor, entonces no me lo vuelvas a preguntar, porque no volveré a repetir mis palabras Fell. Me lastimaste — dije con la voz débil, y al sentir ese dolor en el pecho, me levante y eche a caminar.

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