42. El Invernadero I

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Habían rosas rojas, azules y de otros colores, eran hermosas, habían tulipanes, azucenas, margaritas y narcisos  era... Tan hermoso, las luces aquí eran bajas, debido a las enredaderas que subían hasta el pequeño techo de cúpula sobre nuestras cabezas, hasta salir por la claraboya en el techo.

Los rayos de sol se volaban entre las rendijas de la enredaderas y tocaban las plantas aquí con una delicadeza y perfección magistral, el aroma de cada una de estas flores y la oscuridad y humedad del recinto le daba un toque macnifico y las luciérnagas que andaban por ahí, brillando sin darse de cuenta de que en realidad era de día y no de noche.

— este lugar ha sido un refugio desde que llegue aquí, he cuidado de estas plantas sin afectar su crecimiento salvaje en el entorno — dijo con voz, calmada, yo le mire atenta.   — a veces, cuando me sentía muy presionado, venía aquí, y me quedaba el tiempo que fuera necesario — dijo mientras volteaba a verme.

— ¿y el cazador? ¿No estaba activo en esos momentos? — inquiri yo con algo de desconfianza. — Sí, siempre lo estuvo, desde que llegamos, habían habido muertes constantes, pero entendí que la indiferencia ante sus acciones era la mejor manera de evitarlo — dijo mientras me regalaba una suave sonrisa.

— ¿no sentiste miedo? — pregunté mientras Caminaba a su alrededor, lo vinegar sin dejar de seguirme con la mirada. — no, nunca le tuve miedo, por que algo me decía que era alguien como tú y como yo, con los suficientes problemas como para dañar, tanto a sí mismo como a los demás. — respondió con calma, yo lo medite.

El cazador también es una víctima.

Quizás no lo había pensado, o quizás si y sólo quería que sufriera por razones personales, sin importar lo que haya sufrido en realidad, me cuesta creer que alguien como él pudo llegar a estar en una situación como la mía.

— pero eso no justifica que pudo haberte matado e algún momento de tu vida. — Argumente yo cruzando me de brazos. — pero no lo hizo — completo, y un pequeño estremecimiento me sacudió.

— esto me está asustando un poco — confesé, dando un paso atrás, Dominic se acercó a mí río divertido. — no tienes de qué asustarte, no es lo que piensas. — excuso él yo.... Igual no le creí.

" habla la voz de la confianza"

Exacto.

— ¿entonces?

— una vez lo vi matar, es un maldito sanguinario — dijo él mientras miraba un par de flores a nuestra izquierda. — también él iba a matarme — agregó arqueado levemente una ceja en un gesto inconsciente.

— ¿y no se lo dijiste a nadie? — pregunté yo a la expectativa. — no, él me lo dijo, " no viste nada, o de lo contrario te quedaras sin ojos" — cito de memoria, un escalofrío me recorrió.

Él no lo delató.

— meses después nos hicimos amigos de Angelo, y luego conocimos a Darien... — murmuró frunciendo levemente el ceño. — ¿que pasa? — pregunté yo.

— que estas flores se ven opacada con tu belleza — dijo con una sonrisa ladeada, yo gruñi mientras le empujaba, Joder, pensé que era algo importante.

— menso.

— ¿menso? ¿Por qué? Es la verdad, últimamente te vez más atractiva — dijo mirandome de arriba abajo, pero se detuvo en un punto en especifico a la altura de mi estómago.

— ¿que sucede? — inquiri yo, sintiendo el pánico de la verdad. — eh.... Nada, quizás no sea nada. — murmuró confundido.

Ojala y tampoco lo sea.

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