Oscuridad

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Trenes pasando a su alrededor, los cuales se detenían en un determinado tiempo pero con las puertas cerradas. Tan oscuro y lúgubre. Su gran tortura al escuchar el sonido de las vías provocadas por tren, lo mareaba tan mal. Se tapaba los oídos esperando ocultar el molesto sonido repetitivo; cerrando sus ojos con toda su fuerza para tratar de mantener la calma. El frio también era un horrible factor, sentía que se entumecía.

No sabía exactamente cuanto tiempo había transcurrido desde que estaba en su pesadilla (en el limbo). Estar muerto significaba que el tiempo era relativo, podría haber estado años como pudo haber estado segundos en este lugar.

— La muerte apesta—susurro Wilbur mientras se apoyaba a la pared abrazandose a sí mismo por culpa del frío. La sucia pared con grietas que daba mal gusto, cerró sus ojos por un momento para ignorar todo lo que percibía.

Y los abrió cuando una voz fue escuchada.

— Sube al tren — Dijo con seriedad Ghostbur saliendo del tren mirando al suelo desgastado. El no debería estar aquí se dijo a sí mismo.

El tren por fin le abría las puertas.

— ¿Que haces aquí?— preguntó el del mechón blanco mientras intercambiaban lugares con el fantasma. Victorioso al salir del horrible lugar, no importaba a dónde llegaría, todo era mejor que estar en el limbo. Cuanto tiempo espero por salir de su maldición. Cualquier parte menos la estación de tren estaría contento. — ¿Fue mucho vivir mi vida?— dijo con clara intensión de burlarse del fantasma.

Ghostbur le dedicó una cara enojada que rápidamente cambió a una desanimada mientras se sentaba en el suelo frío opto por no responder. Algún día Wilbur se aceptaría a sí mismo.

El tren cerró las puertas y empezó avanzar. El castaño estaba parado, mirando por las ventanas esperando donde lo llevaría el transporte. Hasta que el tren se detuvo dejando a Wilbur salir.

Estaba oscuro, completamente negro. Avanzó con temor.  Pasaron unos minutos hasta que una vela se prendió en el centro y se mostraron más velas encendiendose seguidamente; formando un camino en cual Wilbur lo siguió.

Al final del camino, se mostró una mujer alta;muy alta, el tamaño de un dios. Vestida de túnicas negras con un sombrero con velo que  cubria hasta su cintura.

— Mamá — musito Wil a la gran mujer enfrente suyo. Se fijó que llevaba a su lado una copa de vino. Sabía que era ella, no es la primera vez que la ve.

Kristin, la diosa de la muerte era la madre del hijo de Philza. Una mujer hermosa y elegante, quien guiaba a los recién llegados después de su muerte.

—Wilbur— dijo acercándose hacia el pequeño humano. Habló con un tono amoroso que desprendía preocupación. — No había notado tu presencia hasta ahora, ¿Dónde estabas?—miró a su hijo.— Oh el tren, DreamXD debió intervenir otra vez en mis deberes— se respondió molesta. El nombrado dios era otra deidad que manejaba el mundo, algunos era un dios tirano, un Dios que le gustaba el respeto que le daban a través del temor que sentían hacía él, incluso habían rumores que fue este Dios quien liberó este virus por mera diversión.

— El maldito limbo, morir no sería tan horrible sí es que no tuviera que pasar por ese infierno— se quejó el pequeño hombre.

— Wil, la idea es no morir — lo regaño, aunque por dentro se reía. Era irónico siendo la Diosa de la muerte, pero era su hijo. Quería mantenerlo con vida. — No puedes morir por que simplemente no quieres afrontar las cosas— agregó, no le gustaba ser la madre seria, se eso se encargaba Philza. Pero después de los que hizo su segundo hijo al refugio que tanto amaba, tenía que ser más firme para no alentar esas conductas de autosabotaje.

Oh No, Él Es Un Zombie |QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora