Casa de amigo

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El pelinegro se le heló la sangre tras escuchar las palabras provenientes del castaño.

— No. . . no no— dijo al momento que observo al castaño.— No— Quackity con rapidez tomó su muñeca ejerciendo un poco de fuerza.— Por favor no te vayas— sus palabras sonaban tan rotas. Estaba tan agotado— No me dejes— frunció sus cejas evitando que salieran lágrimas, el tono de voz sonaban como una amenaza a pesar de su ficción.

Wilbur se dio la vuelta para ver el estado del pelinegro. Ojos cansados, la misma mirada que siempre ocultaba.
Suspiró sin decir ni una palabra, lo atrajo a un abrazo y sobó su espalda en círculos. A veces sentían que bo hablaban en el mismo idioma.

— No me importa lo que hagas— dijo Quackity mientras apoyaba su cabeza en el pecho del castaño.— Solo no me dejes solo de nuevo— trago su suspiro y susurró por favor.— Mentiré si es necesario— miró a Wilbur con seriedad.— Lo haré— dijo con una sonrisa angustiosa mientras asentía.

Pero Wilbur lo sabía, solo bastó que el castaño tocará su hombro para que colapsará.

Quackity se alejo para sentarse en el suelo, trato de tapar sus oídos y empezó a llorar. Tenía un zombie en su casa, si la gente se entera no quiere pensar en lo que le harían al castaño y a él. Otra vez estaba peleando internamente sobre Wilbur.

El castaño al ver que Quackity estaba en posición fetal supo por lo que estaba pasando, se acercó a él. De alguna manera le recordaba cuando estaba completamente vivo.

— Quackity, esta bien, sabes que no te haré daño.—

— Mierda Wil— sollozó. —Estoy tan jodidamente asustado— no solo temía por el hombre, si no por su gente.

— Perdóname Quackity— Se sentía tan culpable por hacer llorar al pelinegro. Tomó una de sus manos para dejar pequeños besos.— Solo, me enoje okey, siempre pones excusas sobre como hago las cosas mal y  — cerró sus ojos.— Quackity yo. . . yo no estoy contento de lo hago o lo que me pasa ¿Okey? Pero es lo que tengo, es lo que pude hacer en ese momento. No sabes la gran cantidad de cosas que me arrepiento por haberlas hechas— los malos recuerdos de su vida volvían cada vez que cerraba los ojos.— Quackity yo lo—Quackity inesperadamente lo miró aturdido y negando la cabeza.

— No me importa, si debes comer personas— abrazo al castaño con más fuerza.— Incluso si me arrancaras el brazo no te culparía, jamás lo haría—

— No voy a comer tu brazo—soltó una pequeña risa. Y contestando el abrazo.

Quackity levantó su mirada para toparse con la del pelinegro. Su cara, su boca estaba con ese líquido rojo.

—Quédate. No te atrevas a dejarme solo otra vez— suplicó con su mirada cansada por los fuertes sentimientos.

— Esta bien, no me iré. Me quedare como un maldito simp — contestó Wilbur que provocó que el pelinegro soltara una sonrisa.

— Duerme conmigo hoy— tomó la mejilla de Wilbur. Ya no quería hablar de cosas fuertes solo quería dejarlo pasar, tener alguna paz aunque sea falsa, aunque sea solo una noche.

Por otro lado Wilbur sonrió. Él haría todo lo que dijera sin dudarlo, lo molestaría para verlo enfadar por que ama sus emociones. A veces él mismo odiaba que veneraba a Quackity, como un dios. Un dios quien tenía el privilegio de besar. Se acercó a Quackity esperando alguna iniciativa que así fue.

Ambos chocaban sus labios, el pelinegro tocó la nuca del castaño dando pequeños masajes en su cabello. Al pelinegro no le importaba mancharse de sangre, besaba al castaño como si dependiera su vida, lo guió a su cama mientras sostenía su cuello.

Oh No, Él Es Un Zombie |QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora