Medidas desesperadas

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Temía, Wilbur Soot temía por su pequeña.

Cada vez era más difícil que pasará desapercibida Talullah entre los muertos, por esto mismo en su caminata evitó cualquier dirección que lo llevara a un caminante, o al menos lo intentaba, no llevó ninguna arma por que al tomar la decisión que tomó sin pensar olvidó que necesitaba algunos elementos básicos de sobrevivencia.

El camino era largo, Wilbur sabía que sería largo. Llegar a L'manberg en una semana sería un reto; una semana dónde la vida de la menor estaría expuesta al peligro. Había dicho incluso a la menor que no tocará la flauta, cosa que a Tallulah acepto con tristeza.

Sus manos se cansaron después de un rato de caminata, tenía que descanzar sus brazos por que se sentían débiles por lo que bajo a la menor.

Tallulah como buena niña, no soltaba la mano del mayor, su pa Quackity le enseño a no alejarse y bueno además era un inexperta en exploración a comparación de Chayanne. Observaba los alredores con fascinación, podía reconocer unas flores que florecian en su antigua casa.

Cada pequeño paso que daba sonaba como crujían las hojas, habían riachuelos que no podía cruzar pero con la ayuda de su padre todo era posible; solo tenía extender sus brazos y esperar que fuera tomada para cruzar el riachuelo. Su padre es el mejor.

Por otro lado Wilbur temía por la alimentación de Tallulah, y no paraba de pensar en el error que cometió. Para su buena suerte, los frutos silvestres de la temporada servían para Lullah, primero verificaba si eran comestibles y después los lavaba en el riachuelo.

Ver a Tallulah sentada y disfrutando la fruta de los alredores era encantador y tranquilizador pero también le hacía recordar que él también debía alimentarse, estaba bien podía aguantar.


Tres días de mala alimentación para su hija y eso lo carcomia la cabeza.
Tallulah estaba en la espalda de su padre, sin energía. Las noches eran frias, lo sabía al ver a Tallulah tener escalofríos mientras dormía en su espalda, la gabardina actuaba como una manta pero eso no la salvo de resfriarse. No era grave pero sin la alimentación adecuada podía empeorar. Ella trataba de no ser una carga y sonrier para el castaño cada vez que se detenía a verla, pero no parecía ser que surgiera efecto; Wilbur mostraba una cara de angustia.

En unos de esos días estaban cerca de un pueblo abandonado; gracias a los muertos vivientes. El hambre del castaño lo ponía ansioso al no encontrar comida ni para él ni para Tallulah. Fue vagando casa por casa buscando alguna fuente de alimentación nutritiva para

Al entrar en una de las casas sus súplicas en voz baja del castaño por alimento fueron escuchadas; en una despensa de la casa, miel. Dejó a Talullah sentada en el suelo y le paso la miel, pidió que comiera un poco.

Después se dió cuenta que el lugar desprendía un olor de caldo; una sopa era perfecta para la menor, fue hacia la cocina y ahí estaba, la sopa de pollo en una caldera a fuego lento. Metió sus manos en las gabinetas y encontró una taza (Aparentemente limpia). Sirvió en la taza de aquel líquido para luego dirigirse hacia la mejor para que la probará. Al menos ella estaba comiendo bien, Tallulah se veía más viva y con energía al comer.

La preocupación se marchó y fue reemplazada por otra, alguien estaba viviendo aquí; esa caldera no se había prendido sola. Eso era tan malo como bueno, podría ser su salvación, podría comer lo que no pudo probar en días.
Pero no quería que Tallulah supiera lo que era y tampoco quería exponerla. Dejó que Tallulah comiera todo lo que quisiera por mientras.

Se habían quedando a dormir en otra casa no tan cercana de dónde habían visto la caldera. Escuchaban los quejidos de los muertos detrás de la puerta.

Oh No, Él Es Un Zombie |QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora