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Adam.

Esto se me salió de las manos.

No puede ser.

Me están jodidamente extorsionando.

Y todo por las cagadas de Simón. Mi hermano. Maldito irresponsable.

Se metió en aguas oscuras, y por eso estoy pagando yo.

Y si no estoy con la maldita hermana de Erick me matan a mi hermano.

Por eso debía encontrar la maldita caja fuerte, con las pruebas de la extorsión.

Pero el maldito imprevisto arruino mis planes.

Tenía que encontrar eso.
Y no pude hacerlo...

Pero ahora es donde empieza mi  parte  plan B.

Tendré que estar con Mariana, por un tiempo, hacer que confie en mi, hasta que las aguas se calmen, y luego, eliminar evidencias.
Y eliminarla de mi vida.

Recién ahí podre estar tranquilo.

—¡Laura!—Grito a mi secretaria — ¡Laura joder tráeme el café que te pedí hace media hora!

Mi humor es de los mil demonios.

Ahora que la inepta de mi secretaria se le ocurre aparecer con mi jodido pedido, me quedo pensando en el imprevisto.

Vaya imprevisto delicioso...

—Aquí está jefe—Lo deja a un lado, me quedo mirando el café, lo dejó prácticamente fuera de mi alcance.

La muy descarada, se acerca a mí, y queda apoyada en el escritorio, yo corro mi silla  para atrás.

No me apetece jugar hoy.

—¿Qué haces?—Levanto una ceja en modo de interrogación.

—Bueno señor, creí que iba a recibir mi castigo...—Se levanta la falda dejándome ver un poco más de sus piernas.

—Estás despedida.—gruño.

Ella se para y me mira con los ojos abiertos.

—¡¿QUE?!—me mira con miedo ahora.

—Querías tu castigo, ahí está, ahora saca el jodido culo de mi oficina—Con molestia la ignoro y mis ojos se quedan en la pantalla de mi celular.

—P-pero usted el otro día...

—El otro día tenía ganas, pero entiende, solo fue una vez, y si no puedes guardar tus bragas y comportarte profesional, mejor vete.

Ella me mira, sé que me debe estar odiando.

—Eres un...

—Ya, deja el show y vete—La interrumpo.

—Hijo de puta.—Susurra antes de salir golpeando la puerta.

Mañana tengo una maldita reunión con el accionista de Dubois.

No está demás admitir que estas escenas son frecuentes en mi vida. Me gustan las mujeres, y sí, soy un hijo de puta, pero a las mayoría de las mujeres que me acuesto les gusta, bueno, no sé si con certeza les gusta, pero si lo soportan.

Acostumbrado a este tipo de escenas innecesarias, decido que es mejor dejar de pensar en mi vida con las mujeres, prefiero mantener mi cabeza en que tengo que buscar nueva asistente.

Aunque mi cabeza no deje de pensar en esa chica, hago el trabajo que no hizo la secretaria que despedí recién.

Mañana tengo una maldita reunión con el accionista de Dubois. Tendré que estar sin secretario en la reunión.

Trabajo.

Trabajo.

Y más trabajo.

Soy tan adicto al trabajo, como soy adicto a las mujeres.

Muevo la cabeza coordinando mis pensamientos.

Por ahora tengo que descansar, pensar con la cabeza fría. Y encontrar una maldita asistente que sepa hacer jodidamente bien su trabajo

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora