Extra

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Adam.


La soledad se ha apoderado de mí, no dejo que nadie se me acerque más de lo debido. Estoy realmente enfermo, he hablado solo, sentado en su lápida, imaginando que ella me escucha y me responde.

He imaginado y soñado tantas cosas desde que murió, tanto así que me cuesta diferenciar entre la realidad y mis sueños.

Muchas veces, me hubiese encantado vivir en todos esos sueños de cuando estamos juntos.
Mi vida ya no tiene sentido.
Mi trabajo pasó a segundo plano. No le encuentro sentido a trabajar, el dinero de nada me sirve, no tengo a Isabella para consentirla.

No sé que hacer.
Sorpresivamente, desde su muerte Arturo no me ha dado caza. Es raro, él me odia y yo a él, lo primero que pensé que haría es que vendría por mí. Para ser sincero, estaba esperándolo. Estaba listo para mi rendición.

Más de una vez desee volver en el tiempo, para poder salvarla de todos los peligros que no logre salvarla.
Pero es tarde, demasiado tarde para hacer algo.

Joder.

Mi mente me lleva a pensamientos dañinos, de los cuales he estado a punto de hacerles caso, pero me arrepiento. Porque si lo hago, me da miedo que al final todo sea oscuridad y no pueda verla nuevamente.
Mierda estoy en la miseria.

Tengo que dejar que mi vida siga así, merezco sufrir por tono, por no salvarla, por terminarla de matar. Por las palabras que le dije aquella vez, por no estar para ella en cada de sus tormentos.

Es mi culpa todo.

Yo la mate cuando hice que se fuera del país. La mate al no llegar a tiempo, al ser tan ciego para no ver lo mal que estaba. Me odio por eso.

Esa es una de las razones por las que merezco sufrir.

—MIERDA…—grito votando todo lo que este a mi alcance.

—La necesito… la necesito—mi llanto es irreal, me cuesta creer que mi voz suene así.

Siempre es de este modo.

Lloro cada noche ante la falta de su presencia, no duermo, no como, solo lloro, lo único que permito entrar a mi cuerpo es sustancias ilícitas, mis lágrimas son básicamente de alcohol. Quien diría que un lougthy estaría llorando por amor.

Jamás estuvo en mis planes enamorarme.
Sentir que le fallaste a la única persona de la que te enamoraste es lo peor que se puede sentir en este mundo.

Maldito mundo despiadado, se encarga de apagar cada escasa luz que se encuentra, cada vida inocente que vea.

Maldita sea mi vida hasta el día de mi muerte, la conocí por un error, un maldito ladrón fui para ella, y aun así me acepto, sin saber quien era, sin conocerme, jamás me puse a pensar en eso.

Pero agradezco que así haya sido, de lo contrario mi vida hubiese seguido en la misma monotonía de siempre. Le agradezco por haberme dado mis momentos felices, por ser una gran asistente, una gran mujer, y por haber sido por unos segundos mi esposa.

Mi esposa…

Que grandioso hubiese sido convivir con ella y tener hijos si es que ella quería.

Estoy seguro de que habría sido una gran madre.
Pensar en ella me hace odiarme aún más.

Y aunque suene egoísta, quiero traerla a la vida, la quiero ahora, conmigo, peleando conmigo, o haciendo cualquier cosa, pero aquí, conmigo.
Pero no se podrá.
Ya no está aquí, y nunca lo volverá a estar.

Nosotros no pudimos tener nuestro final feliz.

Arturo.


No se normaliza ni se romabtiza nada de esto

Todo se fue a la mierda.

A la que consideraba mi hermana esta muerta. Me mato a mis dos hermanas ese hijo de puta. Fue culpa de su padre.

Corrobore que la madre de Isabella no tuvo nada que ver. Ella también fue víctima de los abusos de su marido.
No tengo con quien desquitar mi rabia personal.

Mi mente solo puede pensar en mis hermanas.

¿Por qué me las arrebataron?

Conchetumare.

Tengo una persona más que no recuerdo si esa persona pago por el daño que le hizo a Isabella.

Y no, no es el maldito de Adam.

Una tal mariana…

Lo recuerdo de una de sus pesadillas.

Siempre le rogaba a esa mariana para que la dejara libre…

Bingo.

Me meto a mi ordenador, y busco algún indicio de quien puede ser.

Pero me rindo. Haré lo primero que tenía que haber hecho.

Adam.

Él es el único que puede saber con detalle quien es esa mujer.

—Adam, habla Arturo, necesito toda la información de una tal Mariana—No lo saludo apenas contesta.

—¿Mariana?—pregunta con voz extraña—Esa perra desaparecío de la faz de la tierra cuando maté a su hermano.

—Dame todo sus datos, me encargaré dr encontrarla.—respondo.

No me importa mis principios, ni nada de esa mierda.

No soy bueno.

Los culiaos de este mundo me hicieron así.

Y tendrán que aguantarse, por que juro por mis hermanas que haré pagar a cada persona que se atrevio a tocarle algún pelo con mala intención.

Mi venganza empieza ahora.

—¿Para que quieres eso?—agrega.

¿Está curao?

Meneo la cabeza e ignoro ese pensamiento.

—¿No es obvio?, Para acabar con ella.

—Bien, te mandaré los datos dentro de poco. Si la encuentras me avisas, creo que tengo cuentas pendientes con esa cabrona. Quiero estar ahí cuando la mates.—luego de eso cuelga la llamada.

Que el puto mundo se queme, encontraré a esa maraca.

Cuando termine aquí, me iré a mi país a dar la noticia de su muerte...

Cosa que causara mucho de que hablar, pues era muy querida en chile.

Nota: curao en mi país es estar borracho.

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora