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Adam.

Pasé el mejor fin de semana de mi vida, y aunque pensé que sería suficiente, no lo es.

Isabella es buena en todo.

En el trabajo, en la cama...
Bueno me faltaría conocerla más para confirmar más cosas.

Y si aunque ya estuve con ella, quiero volver a estar dentro de ella.

Me gusta como es en el sexo. Se deja guiar, no dice que no al experimentar...

Bueno, ya estuvo en mi cama, pero cuando llegue hoy a la oficina me di cuenta de que no a caído a mis pies como las demás.

Es igual que era antes.

Indiferente y dedicada.

Con cualquier otra persona, estaría encantado con esa reacción después del sexo.

Pero no con ella.

No.

Ella tendría que estar derritiéndose por mí a cada segundo.

¿La hice gritar, y no fue suficiente?

¿Qué más tengo que hacer?

Decidido salgo de mi oficina y camino hasta el lugar de Isabella.

—¿necesita algo jefe?—pregunta sin despegar la vista de la computadora.

—Sí, hay una reunión, cancela todo.—me hago el desinteresado y camino hacia el ascensor.

Espero que llegue ella para presionar el botón, y las puertas se abren.

Nos adentramos en el asesor.

—¿Dónde iremos?—pregunta checando una agenda que se trajo.

—A una reunión intima.

Las puertas se abren, estamos en la planta desocupada.

Aún no tiene habitantes esta plata, y jodidamente ahora me viene bien.

Nadie viene aquí porque no lo permito.

—ven—tomo su mano para acercarla a mí.

—no es apropiado.—suelta.

—Finjamos que sí.—La beso lentamente.—Ahora de rodillas.—demando.

—Pero...

—Isabella, de rodillas. Ahora.—le exijo.

Ella como si fuera sumisa hace lo que le digo, joder cuanto me encanta.

Tengo una vista espectacular, desde aquí arriba tengo visión de su cara y sus tetas a la vez.

Cuanto quiero follarme sus tetas.

Pero no en este momento, no, tengo que ser rápido para que no se note nuestra ausencia en la primera planta.

—ahora pequeña, vas a sacar mi cinturón—ordeno, y ella obedece de inmediato.

—Bien—acaricio su cabeza— bájale los pantalones a tu hombre pequeña.

No sé dé donde salió eso pero pareció gustarle.

—Listo, ¿y ahora que?

Dice con una inocencia fingida

—Ahora querida, me sacaras la polla y te encargaras de ablandarla—asiente contenta y me agarra el falo—no, espera, solo tienes permitido usar tu boca pequeña.

Ella solo sonríe y hace lo que le digo.

La tengo de rodillas. Pero se que en la oficina volvera a su actitud fría.

Es tonto lo que quiero.

Pero realmente lo quiero, no lo quiero, más bien lo necesito.

Necesito que babee por mi día y noche.

Necesito que en cualquier momento me interrumpa en mi oficina y quiera que le de como más le gusta...

A este paso se que mis fantasias podrían quedarse así nada más. En fantasías.

No quiero una relación, pero si quiero que sepan que la estoy haciendo mía.

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora