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Isabella.

Despierta.

Despierta Isabella tienes que recordarme.

Isabella.

Isabella.

Recuerdame.

Recuérdame Isabella.

Recuerdame...

Tienes que hacerlo.

Abre los ojos.

Estás en peligro.

¡AHORA!

¡ISABELLA ESCAPA!


Me despierto exaltada. El sudor cae por mi frente y mi cuerpo empieza a tener leves temblores.

Me fijo en mi alrededor.

Y ahí veo.

Hay un hombre de unos cuarenta y tantos años.

Me mira con desprecio.

No sé que hace aquí ni quien la dejó entrar. Dudo que sea alguien que no tenga casa como yo. Por como luce, parece importante. Viste con ropa que parece ser cara, y está lleno de joyas.

—¿Quién es usted?—pregunto alto y claro.

No responde.

—señor, no sé que problema tiene, pero me está asustando.—desvío mi mirada a otro lodo.

—debí haberte matado desde que supe que existías—susurra con una voz realmente Aterradora.

—¿Qué?—empiezo a retroceder en la cama en vista que él se acerca.—oiga no sé quien es, se debe estar confundiendo de persona.

—Cállate, maldita sea—se acerca aún más—cada vez que abres esa sucia boca, me recuerdas a la perra que té parió.

Ya no me queda sitio para moverme, mis piernas se niegan a reaccionar. Él ya está a mi lado.

—yo no he hecho nada malo señor por favor...—su mano en mi cara me hace callar.

Suelto un grito tras el golpe.

Luego de eso, lleva ambas manos a mi cuello. Haciendo presión, cada vez hace más presión limitándome la respiración.

—suélteme...— araño su brazo mientras intento respirar.

No.

De repente él mi mente se ilumina.

Adam.

Arturo.

Mi vida.

Mi trabajo.

Desilusiones.

Traiciones.

Amor...

El sueño empieza a llegar a mí, ya no veo bien, la desesperación cesa, todo se distorsiona.

—¡Déjame pasar!— lo escucho, pero distorsionado.—¡voy a derribar la puerta!

Un fuerte golpe se escucha.

—tienes suerte de que la rata haya llegado, pero de la próxima no te salvas.—mis ojos se cierran y no siento nada.

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora