22

5.2K 285 24
                                    


Advertenciaaaaaa, mis libros son así, rapidos por así decirlo, si no les gustan los libros así, ¡es mejor que no lean este!

Isabella.

Tuve suerte en lo rápido que se quedó dormido. Le metí una pastilla para dormir en el trago.

Fue un milagro de que no se diera cuenta.

Alcanzamos llegar— al dormitorio de las bailarinas— minutos después, cuando íbamos a empezar la "acción" la pastilla hace efecto.

No sé cuanto tiempo durara el efecto de la pastilla, por eso tengo que ser rápida.

Ando rebuscando entre sus pantalones, tengo que encontrar su celular.

Con su celular podremos llevarlo detenido. Está claro que podría encarcelarlo en este momento, pero no tenemos las pruebas suficientes, ya que se ha dedicado a limpiar sus pasos perfectamente.

Justo cuando encuentro el dispositivo unos disparos empiezan a retumbar en el lugar.

Rápidamente recojo mis cosas que están debajo de la "cama"—en realidad es un camarote donde se quedan las chicas que trabajan aquí.— me visto rápido, luego saco mi arma y salgo a enfrentar las balas.

Apenas salgo me encuentro con Arturo, está escondido detrás de escenario, vigilando la zona en la que me encontraba.

—¿Lo tienes?—pregunta sin mirarme.

—Si, lo tengo, vamos.—intento guiarlo a la salida trasera.

—No, tengo a un compañero dañado, vete tú, yo te alcanzo.—señala al compañero que está a unos metros.

—Sabes perfectamente que no te dejaré.—le respondo.

—Isabella, soy tu superior, te ordeno a que salgas y tengas el auto andando, vendrá una patrulla a ayudar, ya hice la llamada.— lanza sus llaves y me mira, cosa que me hace sentir escalofríos.

No me gusta su mirada en modo jefe.

Finalmente accedo. Por lo que a los minutos después estoy subiendo al auto, cuando una mano me detiene.

—Isabella.—al oír su voz cierro los ojos.

Mierda.

Suelto mi brazo de su agarre como si su tacto quemara.
No me quiero voltear a verlo.
No, no quiero hacerlo, no merece ni que le dedique una mirada.

—Isabella por favor, mírame—pone una mano en mi hombro para que lo enfrente.

—No se te ocurra volver a tocarme—Cuando por fin me doy vuelta le dedico una mirada mortal.

Lo veo, tiene los ojos llorosos, pero debe ser parte de su manipulación, para que vuelva a abrirle las piernas.

Pero no lo haré, nunca más.

—Isabella...—veo caer una lágrima por su mejilla.

—¿Qué quieres?—cierro los ojos por un minuto, tomando una respiración profunda.

—A ti.—intenta tocar mi mejilla, pero golpeo su mano.

Ruedo los ojos por sus palabras. Decido ignorarlo e intentar subir al vehículo.

—No, espera—me frena nuevamente—tengo que decirte algo.

—Habla—contesto.

—Me enteré lo que te hicieron—dejo de respirar cuando se arrodilla ante mí.— Erik, ese hijo de puta que te toco, me encargué de él, lo maté cariño, por ti. Porque me di cuenta de que te amo, y es una tortura vivir sin ti.

Ahora está llorando.

—Perdóname... por favor—agacha la cabeza—Haré lo que sea para que me perdones, para que vuelvas a ser mía.

—No te puedo perdonar—me trago el nudo amargo de mi garganta— No puedo hacerlo, por más que me ruegues, no lo haré, tú eres igual que culpable que él y mariana, por tu culpa, ese día, termine de morir por dentro, por ti y tu maldita indiferencia.

—Isabella yo estaba mal, no pensaba en lo que hacía ni decía, mi hermano estaba en el hospital y...—lo interrumpo.

—eso no es una excusa.—lo miro con desagrado.

—No, pero...

—¡Yo también estaba mal, acababa de ser violada!—exploto— ¡Ni te diste cuenta de que desaparecí!—las lágrimas no dejan de caer— ¡y más encima después vas y me tratas como una puta!

—perdóname, por favor, te lo ruego, perdóname Isabella, perdóname—dice entre susurros y lágrimas.

—No tienes idea de lo que sufrí, no te mereces mi perdón.—limpio mis lágrimas y saco mi arma.

—Adam Loughty, queda bajo arresto por el homicidio de Erik Cardonas—saco las esposas por la ventada del auto.— Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra en un tribunal, si no tiene como sustentar un abogado, el estado le asignará uno.

Él no opone resistencia.

Sin embargo, puedo ver su cara de sorpresa.

Justo a cuando le estoy poniendo las esposas llega Arturo con nuestro compañero en brazos.

—¿Y ese, quien es?—señala con la cabeza a Adam.

Adam no dice nada aún debe estar sorprendido.

—No es más que un asesino.—contesto.

—¿Qué?—frunce el ceño.

—Te lo explico luego.

Nota: publico este cap con miedo de que no les guste:)

Sin editar☆

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora