8

5.1K 322 1
                                    

Adam.

Todo está tranquilo hasta que la maldita voz me quita mi poca tranquilidad.

Escucho desde mi oficina como Isabella pelea con Mariana.

Me sé  su nombre porque obviamente en los datos personales aparecen.

—No señorita, si no tiene agendada una cita con el señor Loughty no puede pasar—Oigo como le dice sin paciencia.

—Vete enterando que el señor Loughty es mi pareja, por lo que tengo derecho a verlo cuando yo quiera.—Dice Mariana y esquiva a Isabella.

Me quedo viendo por las paredes de cristal como Isabella se adelanta a la puerta y le impide el paso a Mariana, colocándose como estrella en la puerta.

Me causa risa como se coloca.

—Lo siento señorita, pero tengo la orden de no dejar pasar a nadie, independiente de quien sea, si se tiene que comunicar con el señor tendrá que pedir cita, o comunicarse con él por vía telefónica.—En ningún momento deja de proteger la puerta.

—Mira niñata, precisamente por eso vine aquí, no contesta mis llamadas.—Mariana intenta apartar a Isabella de la puerta, pero al parecer Isabella tiene más fuerza.

—Bueno, señorita, entonces debería replantearse el porqué no le responde las llamadas, no es mi culpa que no le quieran contestar, bueno seguramente si yo fuera el jefe también ignoraría sus llamadas.— Le responde Isabella sin decir un insulto, pero por su tono de voz deduzco que quiere insultarla a más no poder.

Realmente le agradezco que haga esto, aunque le pedí que no dejara entrar a nadie, o si no perdería el trabajo, no me imaginé que realmente lograra sacar a la loca de aquí.

Sabía que me vendría a visitar Mariana, por eso tome esa medida.

Mariana parece rendirse, porque se va moviendo los labios como insultando en susurros. Cuando esa mujer ya no está en mi edificio, por fin puedo respirar con tranquilidad.

Así que abro la puerta para ir a agradecerle a Isabella, pero lo que yo no contaba es con que Isabella aún estaría apoyada en la puerta. Termina en el suelo, se cae de espaldas, y aunque estoy a la distancia para reaccionar, no lo hago.

—Ash mierda.—Se queja en el suelo, luego abre los ojos y nuestras miradas se conectan.

La miro encarando una ceja, y con media sonrisa.

—¿Está bien?—Pregunto y antes de poder ayudarla a pararse, lo hace ella en una velocidad impresionante.

—Si, si, lo siento jefe—No veo la razón de su disculpa, pero asiento de igual manera—Con permiso, volveré a trabajar.

—Espera—Tomo su brazo, y en el instante en el que hacemos contacto, ella se suelta de mi mano como si tuviera peste. Me aclaro la garganta antes de hablar— Muchas gracias por no dejarla entrar.

Me mira, y su mirada me dice, ¿recuerdas que me amenazaste con quitarme el trabajo si no lo hacía?

Pero me responde otra cosa.

—De nada jefe, es mi trabajo.—dicho eso se retira en silencio a su lugar.

Sin editar.

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora