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Isabella.

Estoy encerrada en mi habitación, ni siquiera me reconozco.

No sé que me pasa.

No he hecho nada.

Hubo un momento en
el cual me levante y me empece a desesperar.

No sé donde estoy.

Me han secuestrado.

Otra vez.

No reconozco nada y eso me hace temblar.

Estoy segura de que me secuestraron.

Me pongo a buscar en los cajones algo que me ayude para salir de aquí.

Doy vuelta toda la habitación buscando hasta que encuentro un teléfono.

Un teléfono...

¿Dios que clase de secuestro es este?

Con las manos temblando prendo el teléfono. Al darme cuenta de que no tiene contraseña, voy directo a los contactos.

Marco un par de números que están grabados en mi mente y presiono el botón de llamar.

—¿Hola?—contestan.

—Hola, tenía este número en mi mente, siento la molestia, pero necesito ayuda.—susurro al teléfono.

—¿Isabella?—dice la voz del otro lado.

—¿Isabella? ¿Quién es ella?—pregunto al oír ese nombre que me parece conocido.—bueno no importa quien sea, solo ayúdeme por favor.

—Mierda, no otra vez—habla y yo no entiendo nada.—Isabella soy Arturo, necesitó que te calmes y me digas donde estás.

Arturo.

Por más que intente recordar ese nombre, no lo hago.

No lo conozco.

En busca de ayuda le sigo la corriente.

—Arturo, sí...—reviso la habitación con la mirada—mira estoy en una habitación, esta tiene vista a la playa...

Veo la ventana abierta.

Bien. Eso me sirve.

—espera, ¿crees que nos podamos juntar en algún lugar?, creo que tengo una idea de como salir de aquí.—me asomo por la ventana.

—bien, pero no cortes la llamada, así me vas describiendo el sitio en el que te encontraras.—dice el tipo al otro lado.

—Está bien.—me coloco el teléfono en un bolsillo para que no me estorbe.

Inspecciono una última vez la habitación en busca de algo que me ayude. Y en vista de no encontrar nada interesante salgo.

Corro por la arena, se me hace difícil y voy demasiado lento.

—¿Isabella? —escucho otra voz más cerca.—¿Para dónde vas?

Grita y escucho sus pasos detrás de mí. Corro tanto que se me cae el celular, pero no hay tiempo para devolverse a recogerlo.

Llego hasta donde hay pavimento y ahí puedo correr mejor. Me escabullo por un callejón con la intención de perderlo.

No se que  hacer.

Tengo miedo, no conozco nada y no me se mi nombre. Es como si yo no tuviera vida, estoy en blanco.

No se nada.

Nota:  les dejo esto aquí, que confusión.

Jsjs

Bye☆

𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓵𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷 |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora